Ideas Helmut Kohl, Simone Veil

Ellos encarnaban a Europa

Publicado en 7 julio 2017 a las 17:18

Ciertas imágenes son fuertes símbolos por sí mismas. La del homenaje a Helmut Kohl el 1 de julio en el Parlamento europeo en Estrasburgo (fotografía), es una de ellas.

Envuelto en la bandera europea, el ataúd del excanciller alemán, fallecido el pasado 16 junio, estaba colocado en el corazón del hemiciclo, para una ceremonia sin precedentes. Kohl era uno de los tres “ciudadanos de honor de Europa”, junto con el “padre fundador” Jean Monnet y con el antiguo presidente de la Unión, Jacques Delors.

Varias personalidades que se codearon con Kohl cuando él estuvo en el poder (1982-1998) estuvieron presentes, como al antiguo presidente español Felipe González, el expresidente ruso Dmitri Medvedev o el estadounidense Bill Clinton, que le rindió un homenaje muy personal. La canciller alemana Angela Merkel, de quien Kohl fue su mentor político, así como el presidente francés Emmanuel Macron, estuvieron presentes, al igual que los principales dirigentes de la UE. La imagen tiene fuerza, porque, mientras que la tentación del ensimismamiento nacional se siente en varios países, dicha imagen es testigo de la existencia de un espíritu europeo real, encarnado por una personalidad que se dedicó a la construcción europea y a la unidad del continente, más allá de su propio país.

El símbolo es todavía más fuerte, puesto que en la víspera se daba a conocer el deceso de la primera presidenta del Parlamento Europeo, Simone Veil, a los 89 años. Superviviente del Holocausto, ferviente militante por los derechos de las mujeres – la ley francesa de 1974 sobre el aborto lleva su nombre –, de convicción europea y figura unánimemente respetada en Francia y en Europa, ella habría encarnado, sufrido y moldeado como pocas personalidades el siglo XX europeo.

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Mientras que a la UE se le reprocha seguido el no llegar a los corazones de los europeos, entre otras cosas, por no tener figuras capaces de darle cuerpo – ¿cuántas veces no hemos escuchado hablar de los “tecnócratas sin rostro de Bruselas”? –, capaces de escuchar y de representar las aspiraciones y los miedos del pueblo europeo a través de su visión, Helmut Kohl y Simone Veil tuvieron esa capacidad, no solo por sus historias personales, sino también por sus acciones políticas. Ellos habían entendido que la paz y la prosperidad del continente (y de sus países) solo se lograrían a través de la búsqueda de un destino común europeo, más allá de las naciones.

Era otra época, se diría, había optimismo y los desafíos entonces eran más importantes – y posiblemente también más estimulantes – que los de desafíos a los que Europa y el mundo se enfrentan hoy. Y en parte es cierto, Pero, ¿eso justifica la tibieza con la que la mayoría de los dirigentes europeos encaran el avenir de Europa?

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