Noticias Presidencia estonia de la UE
El primer ministro estonio, Jüri Ratas, sosteniendo una postal conmemorativa de la Presidencia estonia de la UE 2017.

Un país modelo coge el timón

El país báltico asume la presidencia de la UE durante el segundo semestre de 2017 sustituyendo al Reino Unido, después de que este último renunciase a su semestre programado a causa del voto del Brexit. Para el pequeño país, con un excelente historial, se trata de un gran reto en unos tiempos de creciente incertidumbre.

Publicado en 3 julio 2017 a las 09:39
Estonia State Chancellery  | El primer ministro estonio, Jüri Ratas, sosteniendo una postal conmemorativa de la Presidencia estonia de la UE 2017.

La Unión Europea y el orden mundial internacionalista-liberal liderado por Occidente de manera más general, han sido constantemente sacudidos por las crisis y la incertidumbre de los últimos años. El bloque político ha luchado contra la crisis económica y los retos crecientes a sus valores liberales, tanto en Occidente como en el Este. Una nación con un éxito notable, de sólo 1,3 millones de personas, está a punto de asumir la presidencia rotativa de la UE: esa nación es Estonia.

El más destacado entre los países de Europa del Este

Estonia, al igual que todos los Estados bálticos, fue hace apenas una generación parte de la Unión Soviética comunista dictatorial. Desde entonces, sin embargo, el país ha sido un modelo de convergencia rápida con los mejores de Occidente. Ya sea en términos de buen gobierno o desempeño económico, Estonia se ha situado a la vanguardia. Además, según el Índice de Transformación de la Fundación Bertelsmann (BTI por sus siglas en inglés), la calidad de la democracia y la apertura económica ha disminuido en muchos países emergentes en los últimos años, mientras que Estonia ha mantenido su desarrollo, siendo el segundo país mejor gobernado entre los analizados. En términos de gobierno, Estonia ha sido reconocida por su Administración eficiente, baja corrupción e innovaciones en el gobierno electrónico (en las últimas elecciones, entre un cuarto y un tercio de los estonios emitieron sus votos electrónicamente). Uno de los impulsores del excepcional proceso de digitalización de Estonia, el expresidente Toomas Hendrik Ilves, ha sido galardonado con el Premio Reinhard Mohn 2017 por su trabajo pionero.
Desde el punto de vista económico, el país ha experimentado una fuerte recuperación tras la crisis financiera. El desempleo ha caído al 6,8 por ciento y la Comisión Europea ha pronosticado que la economía crecerá el 2,8 por ciento en 2018. Estonia ha sido única entre los países desarrollados para escapar de la tramapa de la deuda: en 2016, la deuda pública cayó al 9,5 por ciento del PIB y, sorprendentemente, el Gobierno disfrutó de un superávit presupuestario del 0,3 por ciento. La pequeña nación báltica se unió a la Eurozona en 2011 y es, desde cualquier punto de vista, uno de sus miembros estrella.

Rompiendo tendencias negativas

También alentador, fue que el año pasado Estonia tuvo un flujo migratorio neto positivo por primera vez desde la independencia en 1989, siendo un país que tradicionalmente fue una tierra de emigración. Estonia ha logrado estos notables éxitos económicos gracias a una combinación de competencia y flexibilidad. La economía es abierta, con una participación del comercio exterior en el PIB del 90 por ciento, los mercados de trabajo son flexibles, el salario mínimo se incrementó desde aproximadamente 350 € al mes en 2014 hasta 470 € al mes en 2017 y el gasto social es moderado. La desigualdad y la pobreza están en línea con la media europea.
El buen comportamiento de Estonia desafortunadamente es algo excepcional. La puntuación media de BTI para la calidad de la democracia de los países de Europa Oriental ha disminuido de 8,62 en 2008 a 8,19 en 2016. La puntuación media de la economía de mercado de estos países también ha disminuido de 8,16 a 7,86 durante el mismo período. Estas mediciones reflejan tendencias negativas en los miembros actuales de la UE, como Hungría y Croacia, así como en los países que desean unirse al bloque, como Macedonia y Bosnia.

Enfocando la agenda hacia los temas importantes

Durante la segunda mitad de 2017, los estonios presidirán las reuniones de los ministros nacionales y, por lo tanto, tendrán un papel crítico en la definición de la agenda y en el consenso en la política europea. Los estonios esperan traer su modelo de estilo de gobierno de transparencia, apertura y gobierno electrónico a su presidencia de la UE. Ellos presionarán fuertemente en algunos asuntos importantes: la conclusión del mercado único digital de la UE, la unión energética, que incrementará la seguridad y la competitividad del sector, y la integración de más países de Europa Oriental.
Los estonios tomarán el mando en un momento incierto de la historia de la UE. Por un lado, no es ningún secreto que el bloque se ha enfrentado a desafíos de todo tipo: la crisis del euro, la crisis migratoria, el voto británico del Brexit para abandonar la UE, la elección de Donald Trump, el intervencionismo ruso en Europa del Este y el auge del populismo entre los países de la UE en Europa Central. Al mismo tiempo, la Eurozona parece haber alcanzado un punto de inflexión económico, con una proyección de crecimiento del 1,7 por ciento en 2017.
Además, la UE podría estar en el momento de un regreso a un liderazgo fuerte, con el declarado eurófilo Emmanuel Macron ganando tanto la presidencia francesa como una super-mayoría en la Asamblea Nacional de dicho país. Si Macron es capaz de proporcionar un liderazgo decisivo, la UE podría, por primera vez en años, presenciar la vuelta de un eje fuerte franco-alemán del que tan a menudo ha dependido para lograr avances en la integración. Esta situación favorable, junto con la profesionalidad y el atractivo de los estonios como modelo, podría significar que su presidencia consiguiera un importante progreso en los próximos seis meses.

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