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Más palma en el motor que en la mesa

España está detrás del problema del aceite de palma (y no tiene que ver con la comida). La UE va a prohibir el uso de este cultivo para la creación de biocombustible pero nuestro país aún sigue importando millones de toneladas de países como Indonesia o Malasia.

Publicado en 18 noviembre 2019 a las 11:02

El biodiésel se ha vendido durante mucho tiempo en Europa como una de las soluciones para acabar con el contaminante y denostado petróleo tradicional. En los primeros años del siglo XXI la UE apostó de forma decidida por este carburante y hasta obligó a los países de la unión a fomentarlo e incluirlo en sus industrias, convirtiéndose España en uno de sus impulsores más destacados. Pero su buena fama se acabó pronto, ahora todo ha cambiado, y es, en buena parte, por culpa de un viejo enemigo clave en su producción: el aceite de palma .

Sí, ese mismo aceite vegetal del que ahora las compañías alimentarias presumen por haberlo eliminado (esas etiquetas de ‘Palm oil free’ que se han generalizado en paquetes de cereales y dulces) está más presente en tu coche que en tu comida, y España tiene mucha culpa de ello. El 92% del aceite de palma que importamos es para biocombustible y es que casi 72% del biodiésel que se produce y se refina aquí proviene de este vegetal, según datos de la CNMC. Son cifras gruesas pero ganan más peso aún al saber que nuestro país sigue siendo uno de los principales productores de este biocarburante, acompañado por Holanda e Italia, aunque la Unión Europea ya ha dicho que a partir de 2030 su uso estará prohibido y que la erradicación empezará en 2023.

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Por todo ello, grupos ecologistas como Ecologistas en Acción han decidido lanzar una campaña llamada #SiEsPalmaNoEsBio con el objetivo de exigir medidas más duras y urgentes para acabar, de verdad, con el uso de este componente en los biocarburantes. “España en realidad no ha hecho nada desde que Europa empezó a replantearse su uso. Ha dejado que el tiempo pase sin moverse, importando y produciendo igual y hasta aumentando sus cifras”, explica en conversación con Teknautas Rosalía Soley, coordinadora de la campaña ecologista en España. “La única mención a este asunto está en el Plan Nacional de Energía y Cambio Climático y es una frase marginal y generalista”.

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Según esta ecologista, el aceite de palma es una falsa solución verde: emite tres veces más gases de efecto invernadero que el diésel y no es para nada sostenible. ¿Cómo puede ser esto? "Hay que tener en cuenta la deforestación, el transporte, el procesado y el cambio de uso de la tierra. Al crear estos monocultivos se necesitan nuevas tierras para plantar alimentos y por tanto el impacto es gigantesco". Ahí está el otro problema de España con la producción de este biocombustible: el origen de la materia prima.

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“Los principales exportadores del aceite que usamos para producir este biodiésel son Indonesia y Malasia, dos naciones en las que se queman y destruyen bosques tropicales sin parar para plantar monocultivos de palma aceitera y vegetales similares, impactando de un forma brutal al medio ambiente a nivel mundial”, explica Soley. Los datos son muy claros y apoyan lo dicho por la activista. Solo de Indonesia proviene más del 51% de todo el vegetal que importamos, mientras que Malasia se queda en, más o menos, el 19%. A nivel mundial estos territorios manejan el 85% del mercado de palma aceitera.
Los reyes de Europa

Estas reticencias en cuanto al cese del uso del aceite de palma para la producción de biocarburantes no es casual. Su peso es esencial en la industria de nuestro país y se ve en los datos globales.

Somos el cuarto productor de biodiésel de Europa y el séptimo a nivel global. Estamos bastante por debajo de Alemania y Francia y muy cerca de Países Bajos, pero si filtramos por el aceite de palma, entendemos la importancia de este líquido en nuestra industria. Según los datos de Oilworld, España es el principal productor de biocarburante proveniente de este vegetal en toda la UE con el 43% del mercado y junto a Italia y Países Bajos copamos el 82% del total de la Unión. En el terreno industrial el mercado está controlado por tres gigantes como son CEPSA, Repsol y BP.

En cuanto a dónde acaba todo ese aceite de palma, la mayoría lo acabamos convirtiendo en combustible internamente aunque también exportamos algo. El 7% de todo nuestro diésel, por ejemplo, es biodiésel y aunque las refinerías también crean combustible con otros vegetales como la colza o la soja, el 72% de toda la producción tiene como protagonista al aceite de palma (15% colza y 10% soja).

Las exportaciones de aceite están lideradas por Portugal y Francia. Eso sí, frente a las 600.000 toneladas de que importamos solo de Indonesia, solo exportamos 28.000 a Portugal, lo que demuestra que el consumo interno monopoliza este sector.
Y luego, ¿qué?

Viendo el peso de este negocio en nuestro país queda una pregunta en el aire: ¿qué pasará cuando tengamos que dejar sí o sí la producción de este biodiésel? Pues la respuesta es compleja y de momento no hay un plan claro desde ningún frente.

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"Nosotros, como ecologistas, creemos que no debe sustituirse el aceite de palma por otro aceite vegetal ni nada similar, pues lo único que haríamos es mover el problema. Debemos replantearnos nuestro consumo de combustible y sobre todo la forma en la que nos movemos, fomentando un consumo más responsable y basado en energías renovables y sostenibles", explica Soley. Por su parte, la industria petrolera está optando por otros caminos, centrados, sobre todo, en los biocombustibles avanzados. Frente a la soja o a la palma, buscan alternativas como las algas o el aceite de cocina usado.

El gran problema, según Ecologistas en Acción, es que este la solución que ha dado la Unión Europea a la situación tampoco es definitiva y deja muchos vacíos. "El Alto Comisionado dejó claro que el aceite de palma es insostenible pero muchas lagunas y no afrontó casos como el de la soja y dejó espacio para reetiquetar la palma y volver a colocarla como combustible verde".

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