Noticias LOS EUROPEOS Y LA NOSTALGIA

Vivir (y votar) en el pasado

De acuerdo con un nuevo reportaje de Bertelsmann Stiftung, la “nostalgia” puede ser usada como una herramienta política para expandir la base de electores. Pero, ¿qué cómo se dibuja el mapa europeo de la nostalgia?, y ¿en qué difieren las opiniones políticas de las personas nostálgicas y las no nostálgicas?

Publicado en 23 enero 2019 a las 10:41

En uno de sus más recientes reportajes, “The power of the past – how nostalgia shapes European public opinion” [Nota del traductor: “El poder del pasado – cómo la nostalgia moldea la opinión pública europea”], la fundación Bertelsmann Stiftung analizó el paisaje electoral europeo a través del concepto de “nostalgia”.

El reportaje explica que la nostalgia, lejos de ser un sentimiento puramente individual, también es una “herramienta política”.

Los investigadores argumentan que tanto los líderes de extrema izquierda como los de extrema derecha, como Donald Trump, Jeremy Corbyn, Sarah Wagenknecht y Bernie Sanders “explotaron el sentimiento de nostalgia” para aumentar su base de electores.

Por lo tanto, el análisis busca determinar:

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  • ¿Quiénes son las personas nostálgicas en Europa?
  • ¿En qué lugar se pone a sí misma la gente, en el espectro político izquierda-derecha?
  • ¿Qué apoyan los electores nostálgicos en cuanto a opciones políticas?

Los resultados del reportaje están basados en una encuesta representativa realizada en julio de 2018. Los juegos de datos proveen información acerca de la UE28 como conjunto, y acerca de los 5 países con más población: Francia, Alemania, Italia, Polonia y España. En total, 10.885 ciudadanos de la UE participaron en el estudio.

¿Cómo lograron los investigadores determinar el “nivel de nostalgia” entre los encuestados?

A quienes contestaron la encuesta se les dieron cuatro opciones para responder a una sola afirmación: “El mundo solía ser un mucho mejor lugar”. Las posibles respuestas eran “completamente de acuerdo”, “de acuerdo”, “en desacuerdo”, y “completamente en desacuerdo”. A los encuestados que respondían con una de las primeras dos opciones se les consideró como “nostálgicos”, y a quienes respondieron con una de las últimas dos opciones se les consideró como “no nostálgicos”.

Los resultados

Globalmente, 67 por ciento de los ciudadanos de la UE afirman que “el mundo solía ser un lugar mejor”.

Mientras que Francia, Alemania y España presentan proporciones similares (donde 65, 61 y 64 por ciento son nostálgicos), Italia se desmarca como el país más nostálgico con 77 por ciento.Por el contrario, Polonia aparece como el país más orientado hacia el futuro, por así decirlo.

En lo que respecta a la distribución por grupos de edades entres los nostálgicos y los no nostálgicos, los datos muestran que la nostalgia se incrementa con la edad a partir de un punto específico, que es el grupo de 36-45 años. Fuera de ese grupo, parece haber poca diferencia entre individuos relativamente más viejos o más jóvenes.

Específicamente, el reportaje apunta a Italia como el país con el nivel más alto de nostalgia en el grupo de 16-25 años.

El análisis también divide al electorado nostálgico en grupos socioeconómicos.

La evidencia empírica sugiere que, a través de la UE, “los hombres, los desempleados, y aquellos que sienten formar parte de la clase trabajadora o económicamente ansiosos, están sobrerrepresentados” en el grupo de los nostálgicos. Y es interesante resaltar que la variable “ser un residente rural” no parece tener un rol crucial.

¿Dónde se ubican a sí mismos en el espectro político los individuos nostálgicos, comparados con los no nostálgicos? En general, las personas nostálgicas tienden a alinearse a la derecha. Datos específicos por país sugieren que las diferencias en autoubicación ideológica son más pronunciadas entre los encuestados franceses y alemanes.

A continuación, el reportaje provee pistas acerca de las prioridades políticas de los dos grupos, enfocándose en dos de los varios asuntos que dividen a los ciudadanos en lo que concierne a la UE, como la “inmigración” y la “integración en la UE”.

Preguntando a los encuestados si es que estaban de acuerdo o no con las siguientes cuatro afirmaciones:

  • los inmigrantes le quitan trabajos a los nativos
  • quienes acaban de inmigrar no quieren adaptarse a la sociedad
  • la inmigración es buena para la economía
  • los inmigrantes enriquecen la vida cultural de la nación

… los investigadores pudieron mostrar que “entre quienes piensan que el mundo solía ser un lugar mejor hay más probabilidad de que tengan una opinión negativa respecto a la inmigración”.

De todas formas, cuando se trata de evaluar las preferencias políticas en relación a la UE, los nostálgicos y los no nostálgicos parecen estar menos distantes de lo esperado. Sin embargo, uno no puede evitar fijarse en que las opiniones se diferencian especialmente cuando se hace la pregunta de “quedarse en la UE o irse”: el porcentaje de los que eligen “quedarse” es considerablemente más bajo entre quienes se sienten nostálgicos (67%) comparados con los no nostálgicos (82%).

Algunas lecciones para los partidos políticos tradicionales

Al compartir sus opiniones acerca de los datos, los investigadores observaron que “la paradoja del éxito de la retórica nostálgica, es que su enfoque en el pasado implica que se requiere un rompimiento con el presente”.

Aún así, lejos de “descartar el éxito de la retórica nostálgica”, “los partidos políticos tradicionales” deberían “ocuparse de las ansiedades subyacentes” de los electores nostálgicos, porque “las emociones” continuarán  “alimentando su comprensión de las sociedades”.

Dejando por una vez de lado las “soluciones tecnocráticas”, el reportaje hace un llamamiento para que “los políticos desarrollen un retórica que tenga sensibilidad acerca del pasado, y que al mismo tiempo sea optimista con el futuro”.

Este artículo es publicado en asociación con la Red Europea de Periodismo de Datos

Cet article est publié en partenariat avec the European Data Journalism Network

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