La Europa conspirativa | Entrevista con Andreas Önnerfors

Andreas Önnerfors: “Las teorías conspirativas siempre surgen tras las crisis en Europa”

Andreas Önnerfors es profesor de Historia Intelectual en la Universidad de Salzburgo. Está especializado en ideología de extrema derecha en Europa, radicalización y teorías conspirativas. Su último libro, titulado “Europe: continent of conspiracies” (Europa, continente de conspiraciones), recoge una visión general de la teoría conspirativa que ha editado con contribuciones de otros académicos. En su entrevista, explica las características específicas del conspiracionismo europeo y qué teorías tienen como objetivo la UE.

Publicado en 1 agosto 2021 a las 11:17

Voxeurop: Su libro se titula Europe : continent of conspiracies (Europa, continente de conspiraciones). ¿Las teorías conspirativas están más extendidas en Europa que en otros lugares?

Andreas Önnerfors: No, la situación es distinta. Se ha prestado demasiada atención a cómo las teorías conspirativas han dado forma a la política estadounidense desde 1776 [fecha de la Declaración de la Independencia de EE. UU., nota del editor], así como al estilo paranoide de la política de este país durante los años del macartismo, el escándalo Irán-Contra, desde el 11 de septiembre y desde 2016, con el auge del fenómeno QAnon. Nuestro objetivo era investigar si se podía afirmar que existe un paralelismo en Europa. Podemos decir que es distinto, debido a la situación específica de Europa. 


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¿Qué es lo que hace que la situación sea distinta en Europa?

La gran diferencia con respecto a Estados Unidos es que las teorías conspirativas en Europa siempre incluyen visiones de una amenaza externa. En Estados Unidos, tienen grupos imaginarios dentro de la sociedad estadounidense que supuestamente la destrozarán, ya sean los comunistas o, por ejemplo, algunos grupos católicos en la década de los años 20. En Europa, la narrativa conspirativa siempre incluye la idea de una amenaza que procede del exterior. Existe una dinámica doble: una que trata de enemigos internos (gays, lesbianas, masones, etc.) y otra que procede de fuera (los musulmanes, los judíos, los rusos) y todas quieren disolver la unidad de Europa.

¿Las instituciones de la UE o la propia UE son objetivo de las teorías conspirativas?

Los dos primeros capítulos de nuestro libro tratan sobre el auge de la islamofobia en Europa, donde los partidos populistas están captando cada vez más atención y donde la supuesta invasión musulmana, la denominada “gran sustitución” del autor francés Renaud Camus, se ha tematizado. Después, el llamado ”plan de Kalergi” se relaciona con frecuencia con un ”plan maestro” para reestructurar Europa, como la fórmula fundacional de la UE y sus instituciones, como prueba del ataque definitivo contra los Estados naciones y su independencia. Porque, en el supuesto de los enemigos internos, las instituciones de la UE son también parte del complot. Imponen una estructura supranacional cuyo objetivo es la destrucción del Estado nación, la familia heterosexual, los valores tradicionales, etc. Puede adoptar diversas formas:para algunas personas, las instituciones de la UE fomentan el totalitarismo secular, mientras que para otras son vistas como un intento vaticano de toma de poder católica. En las regiones nórdicas, las teorías conspirativas sobre las instituciones de la UE se basan en el temor a que una oleada católica esté acabando con la libertad y la independencia nórdica. También ha avivado el Brexit en Gran Bretaña, donde una cultura extranjera de derecho, instituciones y creación de políticas se percibe como una amenaza. 

¿Hay algunos Estados miembros que sean más el objetivo de estas teorías que otros?

Sí, nuestro libro demuestra que Alemania es un objetivo en particular. Los motivos son muy diversos. Comenzó durante la crisis de la deuda griega, cuando Alemania intentó dictar cómo debía recuperarse la economía de Grecia. En los medios de comunicación griegos, de repente la UE se representaba como una continuación del régimen nazi, un Cuarto Reich dirigido por los alemanes. La desinformación rusa adoptó esa misma idea. En el debate sobre el Brexit, también se ha atacado a Alemania por querer controlar y dominar la política europea, de nuevo como una continuación del Tercer Reich. 

¿Quién fomenta estas teorías?

Se benefician de ellas diversos grupos: figuras políticas populistas tanto de izquierda como de derecha. Porque uno de los principales ingredientes del discurso populista es la idea de que existe una élite contra el pueblo. Un líder fuerte habla en nombre del pueblo y canaliza un antagonismo entre el pueblo y la élite. Tal y como hemos observado en la última década, los movimientos populistas de extrema derecha en concreto son los que sacan ideas de las teorías conspirativas. Porque se puede señalar a expertos, al Estado de derecho, a responsables de la toma de decisiones supranacionales o a la clase política como el enemigo clave y eso atrae a muchas personas. Por ello, las teorías conspirativas tienen sentido en diversos contextos políticos nacionales, ya sea Podemos en España, Syriza en Grecia, la AfD en Alemania, el Rassemblement National en Francia o la campaña del Brexit en el Reino Unido. El otro aspecto es que otros agentes extranjeros utilizan las teorías conspirativas como parte de operaciones de desinformación. Rusia es el origen de muchas de estas narrativas y China en menor medida, como cuando difunde inseguridad sobre las vacunas. Pero los principales agentes son los medios de comunicación y las redes sociales fieles al Gobierno ruso. Porque las teorías conspirativas son muy poderosas: se pueden implantar como una explicación de eventos políticos en curso y socavar así a los oponentes políticos. Es una forma barata de hacerlo, porque está en el nivel de la narrativa. Este nivel narrativo cobra cada vez más importancia. Y fuera de la UE también está QAnon, que ha comenzado a invadir el debate europeo, sobre todo dentro del movimiento negacionista de la COVID.

¿Hay alguna región en Europa en la que estén más extendidas las teorías conspirativas?

Depende de lo que se quiera analizar. En lo que respecta a los países que son vulnerables a la desinformación rusa, se puede observar que, por ejemplo, en las elecciones generales de principios de julio en Moldavia, el bando anti-UE vendía teorías conspirativas contra la Unión Europea y los valores liberales occidentales. Sucede lo mismo con Viktor Orbán y la disputa sobre las leyes anti-LGBT+. Ese tipo de narrativa, que relaciona al colectivo LGBT+ con valores europeos conspirativos, tiene mucha fuerza en sureste de Europa. Hay una zona, desde Polonia hasta el mar Negro, donde existe una interpretación alternativa de lo que son los valores europeos. En esa región, están muy presentes las campañas de desinformación rusas. En cuanto al movimiento antivacunas y a los negacionistas del coronavirus, son muy fuertes desde Berlín a Londres, donde cientos de miles de personas han protestado en las calles. Existe un movimiento similar activo en Dinamarca. Así pues, resulta difícil afirmar que las teorías conspirativas son más fuertes en un lugar o en otro. Debemos analizar cada tipo de narrativa por separado.

Las teorías conspirativas son estupendas en ese sentido porque, no solo explican los hechos, sino que además plantean la ética subyacente. Siempre dan respuesta a las preguntas de quiénes son los responsables, quiénes han hecho algo malo.

¿Hay algún evento concreto que haya dado pie a teorías conspirativas en los últimos años? 

Sí. Las teorías conspirativas siempre surgen tras las crisis en Europa. Cuando se producen crisis, la gente quiere respuestas: ¿por qué se producen? Las teorías conspirativas son estupendas en ese sentido porque, no solo explican los hechos, sino que además plantean la ética subyacente. Siempre dan respuesta a las preguntas de quiénes son los responsables, quiénes han hecho algo malo. Este es el patrón que hemos observado en los últimos diez años. Cuando vivimos una crisis financiera global, era fácil acusar al capital internacional y a los globalistas de manipular la economía. Posteriormente, la crisis de los refugiados se convirtió en el terreno ideal para la imaginación y algunas personas creían que no era algo que sucediera por casualidad, sino que alguien lo estaba dirigiendo. Y, ahora, tenemos la Covid-19, que es el objeto perfecto para distintas narrativas explicativas.

¿Estas teorías son peligrosas?

Sí, por supuesto. Existe una diferencia según los ideales políticos que tengamos. Si creemos que la política debe estar impulsada por la pasión, entonces podemos aceptar mejor expresiones de ira y temor, ya que la pasión es parte de la movilización política en una democracia. En cambio, si consideramos que la democracia se basa en la razón, entonces contamos con el Estado de derecho y los expertos que preparan la base para tomar decisiones sensatas. Esto es una oposición clave en la democracia. ¿Qué es lo que queremos? ¿Una política de pasión o una política de razón? Las teorías conspirativas son peligrosas porque se basan íntegramente en la política de pasión. No hay nada racional en las teorías conspirativas. Intentan imitar argumentos racionales, pero se pueden desmontar. Nunca superarían un juicio en un tribunal, ni el método científico. Hacen descarrilar a la política de la razón. Por ejemplo, cuando, durante la campaña del Brexit, se calificó a los jueces del Tribunal Supremo como “enemigos del pueblo”, la política de la pasión se estaba volviendo muy peligrosa. Hemos visto durante las protestas anticovid en Berlín, y por supuesto con lo sucedido el 6 de enero en Washington DC (el asalto al Capitolio por parte de defensores de Donald Trump), el significado de la idea de que la violencia es una herramienta para atacar y derrocar a nuestros políticos. Las protestas anticovid son muy peligrosas.

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