Entrevista Guerra en Ucrania

Svetlana Aleksiévich: “Estamos haciendo frente al fascismo ruso”

En esta entrevista (transcrita por Nasha Niva) para Freedom TV, un canal basado en Ucrania, la exiliada bielorrusa nacida en Ucrania y ganadora del Premio Nobel de Literatura habla sobre la mortal cultura imperialista rusa, la guerra en Ucrania, el fracaso del levantamiento democrático de 2020 en Bielorrusia y sobre por qué todavía está dispuesta a conversar con los partidarios de Lukashenko y Putin – todos estos elementos se abordan en el libro que está escribiendo actualmente.

Publicado en 23 febrero 2023 a las 09:48

Saken Aymurzaev: Svetlana, desde 2014 usted se ha referido claramente a lo que está sucediendo en la región ucraniana oriental de Donbás como una guerra, ha hablado de esto como ya una tragedia. ¿Esperaba usted que eventualmente se expandiese y resultase en la invasión a gran escala que tomó lugar el 24 de febrero de 2022?

Svetlana Aleksiévich: La verdad es que siempre observé lo que estaba sucediendo en Donbás con prudencia y, para ser sincera, con miedo, y cuando ya tantos tanques comenzaron a acumularse en la frontera ucraniana, obviamente recordé los libros que había escrito y a las personas con las que había hablado. Me di cuenta de que somos gente de guerra. Esta es nuestra cultura.

La gente habla de la gran cultura rusa, pero el elemento principal de esta “gran cultura rusa” es la cultura de guerra. 

Me acuerdo de mi generación, incluso de la de mi nieta que ahora tiene 17. Se les enseña a matar y a morir. Nada más. Esa es nuestra principal experiencia.

Por eso observé lo que estaba sucediendo en la frontera con tanto horror. Pese a haber recibido numerosas llamadas de corresponsales extranjeros y preguntas sobre si habría guerra, solía responder con la ingenuidad de una persona que nunca había presenciado una verdadera guerra (es cierto que había vivido la guerra de Afganistán, pero eso había sucedido a miles de kilómetros de distancia), una persona que pensaba que la guerra era imposible, es algo demasiado descabellado para el siglo XXI – algo medieval. Pero, como es evidente, aquí estamos ahora, viviendo una guerra. Y ustedes también están viviendo una guerra.

¿Es realmente posible que en este intervalo, un período sin guerra, no se haya logrado nada? ¿Por qué nadie sacó conclusiones de este período? 

Creo que las élites políticas y humanitarias tienen la culpa. No estaban preparadas para esta nueva vida. Nos manifestamos en las plazas, gritamos “libertad, libertad”, pero nadie entendió el verdadero significado de la libertad, ni que esta requiere un tipo de ser humano distinto, una persona libre con conceptos diferentes. Hicieron malabares con las palabras de Occidente, pero en realidad esto fue un completo malentendido sobre lo que estaba pasando. Y, por supuesto, el elemento de la sociedad que se fortaleció lo hizo precisamente porque utilizó su experiencia militar, su experiencia de violencia, para controlar la vida diaria. Podría haber presentido todo esto, pero de alguna manera, como una ingenua representante de las artes, me aferré todavía a la esperanza de que esto no sucedería.


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Cada vez que hablaba con la gente, su agresividad me tomaba por sorpresa constantemente.  Era la agresividad de los humillados y los infelices, de personas que han sido engañadas durante los últimos treinta años.

No sé...probablemente el Kremlin ha podido desviar este golpe de sí mismo, y de una manera bastante astuta. Como siempre, se necesita un enemigo externo para la conservación del poder personal. Es una historia común en la cultura rusa.

Ahora que la guerra ha comenzado, sin duda alguna estoy impactada, más que nada, ante la incomprensible crueldad.

La primera vez que me enfrenté a esta crueldad fue cuando comencé a escribir un libro sobre nuestra revolución bielorrusa de 2020. Desde los primeros días, había personas que perseguían y atrapaban a sus conciudadanos y los golpeaban hasta más no poder; entre las víctimas perfectamente podía haber excompañeros de la escuela o amigos de la universidad. Cuando me mostraron las fotos de la gente que las ambulancias habían recogido, me di cuenta de que los miles, o incluso millones, de libros no habían hecho nada para cambiar a la humanidad.

Incluso ahora, cuando uno mira vídeos de Bajmut [N. del E.: una ciudad en Ucrania oriental donde la batalla entre los defensores ucranianos y el ejército ruso es particularmente feroz en el momento de la escritura], se pueden ver tantos cadáveres que el pensamiento se me viene a la mente – las personas de ambos bandos seguramente deben de enloquecer.

Solo en la Segunda Guerra Mundial era así. Una mujer – una cocinera del ejército – me dijo que a veces preparaba una gran olla de gachas y no había nadie para comérselas: solo dos hombres llegaban. Ahora mismo está sucediendo algo similar. No tengo idea de cómo las personas en el frente pueden lidiar mentalmente con todo esto. Lo que está sucediendo es simplemente inconcebible.

Evidentemente, diría yo, ahora estamos viviendo en una guerra. Al comienzo del día, te fijas a ver qué está sucediendo por ahí, durante el día, tus ojos miran constantemente hacia esa dirección, y en la noche vuelves a mirar una vez más.


Cada vez que hablaba con la gente, su agresividad me tomaba por sorpresa constantemente.  Era la agresividad de los humillados y los infelices, de personas que han sido engañadas durante los últimos treinta años


Lo más sorprendente es nuestra...bueno, no es exactamente impotencia, pero la mayoría de las personas están en una situación de impotencia. Yo dejé mi país. No había nada que pudiese hacer ahí. Aquí caminas de un lado a otro y sientes que no puedes hacer nada. Me siento tan avergonzada ante vosotros, los ucranianos, que estáis muriendo ahí. Y no hay respuestas.

En respuesta a la pregunta “¿Cómo sobreviviste, por qué sobreviviste?” uno de sus personajes responde: “Fui muy amado durante mi niñez”. Esta oración me afectó profundamente. Teniendo esto en mente, en estos momentos estoy tratando de entender cómo hay gente que apoya la guerra y no logra darse cuenta de la crueldad bestial en la que se ha sumido. ¿Podría ser, quizá, porque no recibieron suficiente amor?

No lo dudo. Para mí también era importante. En nuestra cultura no hay nada que esté basado en el amor. Y lo podemos ver. La violencia es más que una operación militar. Tenemos violencia doméstica, violencia entre vecinos. Hay muchas variedades de violencia, y creo que esa es la cultura en la que hemos crecido. Es probable que incluso los padres no estén completamente conscientes de esto. 

No sé cuánta gente realmente lee libros estos días. Solíamos jactarnos de ser un país tan espiritual. He estado en Occidente con frecuencia, y ahora nunca diría que somos “el país más espiritual”.

Lo digo porque aquí [N. Del E.: en Alemania] veo a gente que valora más su vida y la vida en general. Aquí hay jóvenes que se van a salvar pingüinos o especies raras de aves. Se está formando una filosofía de vida completamente diferente. Y nada de ese tipo está sucediendo entre nosotros. Es como si siguiésemos viviendo en la Edad Media. Sacamos los tanques de donde estaban guardados y comenzamos a…

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