Entrevista Género y feminismo

Cómo el género y el feminismo se convirtieron en un pilar del discurso de las derechas

Las cuestiones de feminismo y género son el foco de atención de un resurgente debate público; hasta el punto de estar siendo asumidas por la derecha neoliberal y radicalmente rebatidas por la extrema derecha. Presentamos aquí una entrevista sobre la historia de este debate con la socióloga polaca Elzbieta Korolczuk.

Publicado en 3 marzo 2023 a las 16:28

Krystyna Boczkowska: ¿Qué quiere decir cuando habla de “género” y “estudios de género”?

Elżbieta Korolczuk: La categoría de “género” nos permite ver que nuestro cuerpo y nuestra biología no definen plenamente nuestras vidas. Los Estudios de Género muestran que la masculinidad o la feminidad se conforman y negocian socialmente. Una cosa era ser una mujer en tiempos de mi abuela, por ejemplo, y otra bien distinta es ser una mujer hoy en día. Una cosa es ser una mujer o un hombre en Polonia y otra cosa es serlo en Irán, tal como estamos viendo con las protestas que se están produciendo allí. En otras palabras, las ideas de lo que deben hacer las mujeres, cómo se deben sentir y presentar son muy diferentes y cambiantes a lo largo del tiempo.

Tal como razona la filósofa Judith Butler, ser una mujer o un hombre se conforma por la repetición de ciertos gestos, comportamientos y reacciones emocionales. Tal como Simone de Beauvoir lo resume, una persona llega a hacerse mujer en vez de serlo simplemente por haber nacido como tal. El género no es una categoría binaria, sino una lineal: una persona puede sentirse una mujer, pero también puede ser una persona no binaria, puede ser una persona trans o queer.


Elzbieta-Korolczuk

Elżbieta Korolczuk trabaja en la Universidad Södertörn en Estocolmo y da clases en el American Studies Center de la Universidad de Varsovia. Estudia los movimientos sociales (incluyendo los movimientos antigénero y populistas), la sociedad civil, la categoría de género y paternidad. Es también una activista social y comentarista. 


Desde la década de 1990, el concepto de género y la idea de que este se conforma socialmente han sido refutados por el Vaticano y otros movimientos religiosos, pero el concepto en sí mismo no formaba parte de la lucha política.

El ala derecha emplea el término “género” primordialmente para promover temores morales sobre cuestiones relacionadas con la sexualidad, la reproducción y la identidad de género. La derecha define el “generismo” como una ideología peligrosa que contribuye a la sexualización de los menores, a la desintegración de las familias (heterosexuales, naturalmente), a la promulgación de legislaciones que privilegien a las mujeres a costa de los hombres, etc. La palabra “género” ha pasado a ser sinónima de decadencia moral, corrupción y locura de las izquierdas. En Polonia la “ideología de género” se describe como una locura procedente de occidente y que representa las exigencias de grupos supuestamente elitistas de feministas y personas LGBT. Género, sexualidad y reproducción han pasado a ser un campo de batalla política.

¿Por qué el feminismo liberal fue brutalmente atacado por el movimiento global contrario al “género”, a pesar de las décadas de logros en materia de derecho al aborto, educación sexual, matrimonio homosexual y tratados internacionales sobre la violencia de género?

Fue un proceso largo. Una gran parte del relato en torno al feminismo y sus supuestos peligros se ha tomado de las guerras culturales norteamericanas. Los alegatos de que el feminismo es malo para las mujeres porque las priva del gozo de la maternidad y de que al no engendrar prole propia las personas homosexuales tienen que buscar criaturas a las que sexualizar ya fueron propagados por activistas conservadores norteamericanos como Phyllis Schafly y Anita Bryant allá por los años 70.

El segundo momento de gran importancia fue en la década de los 90 cuando tanto organizaciones como mujeres de la política cabildearon con éxito en la esfera política dando origen a conferencias de la ONU en México y Beijing. En aquellos tiempos, había instrumentos jurídicos que reconocían la discriminación contra las mujeres y las niñas. En segundo lugar, nuestras ideas acerca de lo que es el género son fuente de discriminación contra las mujeres tanto en la vida profesional como en la privada. Y en tercer lugar, los derechos de las mujeres son derechos humanos y como tales deben ser protegidos por los Estados y los organismos internacionales.


“El neoliberalismo no lo forman solamente los principios económicos del libre mercado, sino que incluye también un cierto régimen emocional que economiza las relaciones sociales y excluye a las personas que, por diversas razones, no se pueden encontrar a sí mismas transitando la senda que lleva al éxito”


Este fue el momento en que el Vaticano se sintió amenazado como institución no solo religiosa sino también política. A fin de cuentas, el Vaticano es un actor político que tiene carácter de observador en la ONU, y que bloquea activamente todas las actividades de igualdad, en especial las relacionadas con los derechos de reproducción y minorías. La Iglesia Católica entendió que su posición como intermediadora en las esferas de género, sexualidad y reproducción estaba siendo socavada. Por ello, empezó a propagar el infundio de que el género es una terrible amenaza y que las mujeres deben protegerse contra él. 

El hecho de que la guerra contra el “género” estallara definitivamente en la segunda década del siglo XXI se debe a varios factores. Hoy en día, la tendencia hacia la culturización de la política, que se remonta a las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado en Estados Unidos, es muy claramente visible, también en Europa. Es una situación en la que las divisiones políticas y el apoyo para ciertos partidos  se forman en gran medida en relación con los puntos de vista del pueblo sobre asuntos relativos a familia, aborto, sexualidad, etc.

En la década de 1970 todavía era posible ser republicano y apoyar el derecho al aborto. A día de hoy, esto ya no sucede, tal como describen Pipa Norris y Ronald Inglehart en el libro Cultural Backlash (Contraataque Cultural). El eje de las divisiones políticas está cambiando; mientras que en el pasado los votantes discutían a propósito de cuestiones económicas o políticas, hoy en día el principal criterio para la división lo forman las opiniones sobre familia, sexualidad, globalización y apoyo a valores tales como el individualismo frente a la comunidad.


Recibe lo mejor del periodismo europeo en tu correo electrónico todos los jueves

¿Sostiene usted que la fricción en torno al género no es un tópico substitutorio sino una lucha por el futuro de la economía?

En nuestra opinión, las controversias concernientes a sexualidad, familia o a la definición de identidad de género se están convirtiendo en la principal fuente de divisiones políticas y el principal ámbito en el que se están negociando las políticas de base. Esto es claramente visible en el caso de la generación más joven que construye su identificación política sobre la base de puntos de vista sobre sexualidad e identidad de género. Y lo que es más, los conflictos en torno a la política económica o social se están abordando en esta área. La cuestión de género es esencial para negociar soluciones políticas relativas a política social, redistribución, cuidados y trabajo. Se necesita una perspectiva de género en materia de vivienda, transporte y planificación urbanística – todas ellas áreas de gran importancia para la sociedad.

El gran problema, especialmente para los liberales, es que la derecha comprende que el género ha pasado a ser una cuestión clave en el debate político. Además, en países tales como Polonia y Hungría la derecha hace promesas para mejorar el bienestar de las mujeres, las familias y los vástagos y no encuentra contrapropuesta alguna suficientemente fuerte. El momento populista que surgió en el contexto de los efectos a largo plazo de la crisis económica de 2008, a falta de una izquierda fuerte, todavía persiste y me preocupa mucho la forma en que está desarrollándose esta tendencia.

La Europa Oriental y Rusia desempeñan un papel muy significativo en la lucha por el nuevo orden mundial. Desde la caída del muro de Berlín los países del Este repentinamente aparecieron como vanguardias del conservadurismo y quizás como salvadores de Occidente en la retórica de los antigeneristas. ¿De dónde nos llegó esta inesperada mutación?

El cambio no es tan inesperado si tenemos en cuenta la política de las emociones. Países tales como Polonia han mantenido siempre una actitud ambigua hacia Occidente. Por una parte, nos sentimos parte de Occidente pero, por la otra, nos sentimos molestos por la acusación de atraso y por el hecho de que teníamos muchísimo terreno que recuperar en lo económico.

Pienso que apelar a nuestro papel como líderes del mundo conservador provoca una mezcla de orgullo y vergüenza que es característica de los países que comparten una categoría de segunda en la Europa moderna. Aprovechándose de estas emociones los antigeneristas aducen que del mismo modo que Polonia salvó a Europa del Imperio Otomano durante el reinado de Juan III Sobieski, salvará a Occidente de la decadencia y, naturalmente, de la supuesta invasión islámica por migrantes de países musulmanes.

Más :

¿Eres un medio de comunicación, una empresa o una organización? Consulta nuestros servicios editoriales y de traducción multilingüe.

Apoya el periodismo europeo independiente

La democracia europea necesita prensa independiente. Voxeurop te necesita a ti. ¡Únete a nosotros!

Sobre el mismo tema