Cada año, la Unión Europea dicta varios cientos de leyes, que van desde directivas de amplio alcance hasta decisiones en casos individuales. El número de leyes se ha incrementado de forma exponencial desde la década de los ochenta, porque Bruselas ha ido asumiendo más y más tareas: no sólo la apertura del mercado interno, sino todo tipo de áreas de la legislación transfronteriza, desde la ley medioambiental y agrícola, hasta el transporte y la protección del consumidor.
En 2007, Open Europe calculó que si toda la legislación europea en vigor en ese momento se colocaba en fila, superaría la distancia de una maratón. Una “persona media” tendría que correr durante cuatro horas para recorrer la fila de legislación. ¿Qué significa esto? No tenemos ni idea. Pero el mensaje subyacente está claro: todas esas leyes tienen que aplicarse a nivel nacional.
¿Qué margen deja esto para la propia política de un país? Un 20%, a juzgar por lo que exponen muchos periodistas, grupos de expertos y sobre todo, los políticos. Todo el mundo repite lo que dicen los demás y afirman que el resto procede de Bruselas.
“Es curioso que tanto a los defensores como a los oponentes les interese que parezca que la influencia de Bruselas sea muy grande”, afirma Sebastiaan Princen, profesor de administración pública en Utrecht. “Para los defensores, es un indicio de que protestar no tiene sentido y que no tenemos otra opción sino seguir lo que dicte Europa. Para los críticos es la prueba de que se está creando un nuevo super-Estado en el que ya no tenemos cabida”. Pero la cifra no se basa en nada en concreto. Es un mito.
Una predicción de Jacques Delors
Hace unos años, se generó un acalorado debate académico sobre la influencia de Europa en la legislación nacional. Los juristas y los eruditos en administración pública analizaron el número de leyes que hacían referencia directa a las normas europeas. Los resultados fueron similares en diferentes estudios, incluso en otros países europeos: Europa influía en alrededor de una de cada cinco leyes.
Aunque el método no era infalible, la cifra del 80% resultaba un disparate. Además, los estudios revelaron grandes diferencias en función de las distintas áreas de la ley: el Asser Instituut calculó que Europa influía en dos tercios de la legislación medioambiental, mientras que en la legislación relativa a la educación, la cifra sólo llegaba al 6%.
Entonces ¿de dónde ha salido este 80%? ¿Quién creó ese mito? En 1988 Jacques Delors, entonces presidente de la Comisión Europea, predijo que transcurridos diez años, el 80% de la legislación en el área económica, y quizás también en el área fiscal y de la seguridad social, procedería de Europa. Y entonces esta cifra cobró vida propia.
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