Bruselas por fin pone una buena nota

Para el editorialista estrella del influyente diario Radikal, el último informe acerca del avance en las negociaciones sobre la adhesión de Turquía a la UE por fin es objetivo y debería generar un debate sereno entre la opinión pública turca sobre la relación con la Unión.

Publicado en 18 octubre 2013 a las 11:36

La lectura del último informe del avance de las negociaciones sobre la adhesión de Turquía a la UE permite dejar a un lado la polarización que reina en Turquía. Al leer este texto podemos evaluar el camino que ha recorrido nuestro país. Efectivamente, al leer en este informe que “las fosas comunes descubiertas en el Este no han sido objeto de una investigación suficiente”, no podemos evitar alegrarnos de que haya acabado esa pesadilla que vivimos durante los años noventa [en las regiones orientales de mayoría kurda]. Por entonces, cada día se asesinaba a personas y sus cuerpos se arrojaban a la calle.

Cuando la Comisión Europea se alegra de que las “actividades en Turquía para celebrar el aniversario del genocidio armenio [el 24 de abril] pudieran desarrollarse pacíficamente y sin problemas”, recordamos que no hace mucho tiempo, en 2005, un coloquio universitario sobre la cuestión armenia celebrado en Estambul provocó importantes tensiones.

Los problemas abordados en este informe tampoco son los mismos de hace diez o veinte años. De este modo, en el capítulo del informe relativo a la tortura, se menciona el uso excesivo de la fuerza y de gases lacrimógenos, en lugar del recurso sistemático a la tortura. Al escribir esto, es evidente que no deseo minimizar los problemas que se plantean actualmente en este ámbito.

Autocrítica

Así, y esto no figura en el informe de la Comisión Europea, las organizaciones de defensa de los derechos humanos mencionan numerosos casos de violaciones cometidas contra jóvenes en las comisarías durante los sucesos de Gezi. Seis de nuestros jóvenes murieron y todo ello se produjo durante y después de lo sucedido en Gezi.

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Los sucesos de Gezi también caracterizan a este informe, que menciona hasta en catorce ocasiones las “manifestaciones de Gezi”. Al recordar el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía, las limitaciones a la libertad de expresión impuestas en las redes sociales y las advertencias de la autoridad turca de los medios de comunicación a las cadenas de televisión que emitían imágenes de las manifestaciones de la plaza Taksim, el informe de la Comisión trata sobre lo acontecido alrededor del Parque Gezi.

La Comisión también menciona en el contexto de la autocensura de los medios de comunicación los despidos o las dimisiones forzadas de periodistas que habían criticado al Gobierno por la gestión de esta crisis. Por lo tanto, cabe esperar que eI Gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista-conservador, en el poder en Ankara) lea este informe con tranquilidad y que le inste a realizar alguna forma de autocrítica.

[[Este informe también demuestra lo que sigue sin cambiar en nuestro país desde hace veinte o treinta años]]. Sobre todo lo relativo a los no musulmanes [armenios, griegos, judíos] que, como recuerda la Comisión, siguen sin gozar de personalidad jurídica, lo que impide a estos colectivos procedentes de estas comunidades acceder a la propiedad, realizar colectas de dinero o contratar a religiosos que no tengan la nacionalidad turca.

La imposibilidad del patriarca ortodoxo de Constantinopla de valerse de su título de “ecuménico” y la negativa a permitir que se abra el Instituto de Teología Ortodoxa de Halki (Estambul) [cerrado desde 1971] son otros ejemplos de lo que decididamente sigue sin cambiar en Turquía.

Insuficiencias judiciales

También podemos destacar en este informe de la Comisión las insuficiencias del sistema judicial turco relativas a las capacidades de los fiscales, la ausencia de un tribunal de apelación o el acceso muy limitado de la defensa a los informes de los acusados. Pero el informe también menciona algunos progresos en este ámbito, sobre todo la importante disminución del número de personas encarceladas.

Por lo tanto, este informe crea un contexto propicio para los que quieran comprender Turquía más allá de la polarización impuesta por los que consideran que Turquía es obligatoriamente una “democracia avanzada” o un “régimen fascista” e impiden cualquier análisis. Por consiguiente, ante estas condiciones, debemos esperar que este informe en los próximos días sea objeto de un debate sereno entre la opinión pública turca.

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