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Dejemos que Grecia quiebre y después Irlanda...

Los rumores cada vez más frecuentes sobre la quiebra de Grecia han espoleado los mercados, en lugar de empujarles a una caída libre. Lo cual sugiere que peor que la quiebra es la agonía y el nerviosismo sobre el futuro de la eurozona, según el economista irlandés David McWilliams.

Publicado en 28 septiembre 2011 a las 15:45

Durante los dos últimos días, ¿ha notado algo raro en los mercados financieros? Las bolsas europeas repuntaron ante el rumor de que iba a permitirse que Grecia se declarase en quiebra “controlada”. Ahora reconsidérelo, porque la posición 'oficial' tanto de los irlandeses como de la élite política europea es que cualquier quiebra, en cualquier ámbito, consentida por cualquiera sería un desastre e implicaría una masiva fuga de capitales y una carnicería financiera atroz.

Si fuese cierto, ¿por qué durante los dos últimos días los mercados han lanzado precisamente la señal contraria? Según el último movimiento del mercado financiero, la quiebra realmente apacigua el ambiente de cara a los inversores. Parece que tiene sentido enfrentarse a la realidad de que un país como Grecia no tiene dinero y, por tanto, debe declararse en quiebra. Si se impide que se accione este mecanismo básico del capitalismo (en el que los inversores pagan sus propios errores), todo el sistema se desmorona.

Prestemos atención a la percepción del riesgo del sistema bancario europeo en las últimas semanas. Se ha disparado. Cabe señalar un apunte interesante, en los preliminares de la crisis de Lehman [Brothers], el riesgo percibido se incrementó enormemente. Después se estabilizó, tras la quiebra y el colapso de Lehman [Brothers]. Por eso es importante analizar qué pasó tras su quiebra.

Una quiebra desprestigia

La única forma de zanjar todo esto es a través de la quiebra de Grecia y, obviamente, de otros países que tampoco puedan hacer frente a sus pagos. Tal y como refleja la reacción del mercado, si dejamos de pagar las deudas contraídas y articulamos un fondo para garantizar que no vuelva a suceder, ya podríamos mirar hacia delante. Éste es el fundamento de los procedimientos de bancarrota – asar a los viejos acreedores que cometieron el error y dejar que los nuevos unten la salsa de la parrillada.

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¿Por qué entonces los políticos no aceptan esta lógica? Porque el ámbito político está preocupado por el prestigio y por cómo la quiebra de Grecia puede influir en la percepción del poder de Europa.

Obviamente, no pinta bien a corto plazo que un país de la zona supuestamente más rica del planeta quiebre. Para esa otra parte del mundo que históricamente ha sido importante y que rivaliza con Estados Unidos respecto a la consideración de mejor exponente de las viejas superpotencias tampoco pinta bien contar con un país delincuente entre su círculo de amistades. Así que todo es cuestión de prestigio político.

Los mercados no tienen memoria

Parece que muchos líderes políticos defienden el prestigio, a pesar de que haga que las hojas de balance europeas empeoren. Abogan por la opción de apoyar a entidades crediticias, a bancos en quiebra o, de hecho, a países en quiebra, es decir, que en última instancia abogan por el 'dinero muerto'. Al contrario que los mercados, que se preocupan por las futuras ganancias y no por el prestigio pasado. Los mercados financieros no tienen memoria. Les guía la oportunidad de lo que está por llegar en lugar del reproche del pasado.

Por eso, la decisión de un Estado (pongamos Irlanda) de pagar las deudas de sus bancos no hace que el país incurra en un riego menor, sino mayor. La lección que debemos aprender del comportamiento de los mercados financieros en estos dos últimos días es bien simple: si Michael Noonan [ministro de Finanzas de Irlanda] no pagase el próximo plazo a los tenedores de bonos de Anglo [banco tóxico irlandés], el mercado en Irlanda repuntaría.

Ello se debe a que cada vez que desembolsamos 700 millones de euros a los tenedores de bonos de Anglo se trata de dinero muerto. Este gasto no conseguirá aumentar la productividad irlandesa en el futuro, como sí lo haría si ese dinero se invirtiese en los colegios. De hecho, así se retardará el crecimiento de la productividad porque ese dinero deberá sufragarlo la próxima generación a través de impuestos más altos. Para salir de esta situación, necesitamos que se produzca un gran cambio al máximo nivel en Europa y ello exige que nos enfrentemos al mundo tal y como es, no como nos gustaría que fuese.

Si Grecia puede, Irlanda también

Esta generación de líderes europeos hace que el mariscal alemán Paul von Hindenburg y Neville Chamberlain parezcan hombres resueltos. Ante la crisis, el continente se ha decantado por negarla. Primero fue la vacilante Comisión Europea que sugería que todo saldría bien; después, Angela Merkel afirmando que no se permitiría que Grecia se declarase en quiebra; y, ahora, nos quedan las filtraciones, que se convirtieron en realidad el lunes con los imprudentes comentarios estadounidenses de que la verdadera clave para solucionar el problema de la deuda en Europa pasaría por contemplar algún tipo de quiebra controlada en Grecia.

Que no les sorprenda que en los próximos días se permita de alguna manera que los griegos vayan a la quiebra. Lógicamente, esto da pie a que se plantee la siguiente pregunta: si Grecia puede declararse en quiebra por sus deudas, ¿por qué los bancos irlandeses no pueden hacer lo mismo respecto a sus tenedores de bonos? Eso nos ahorraría decenas de miles de millones de euros. Al fin y al cabo, el BCE se encuentra en un atolladero en Grecia, y también aquí. Lo que es bueno para los griegos también lo será para los celtas.

Desde Alemania

Merkel cuenta sus tropas antes del voto decisivo

"Los cristiano-demócratas bajan la nota a Merkel", ironiza el diario Frankfurter Rundschau, la víspera de la votación sobre el rescate de Grecia, el 29 de septiembre, en el Bundestag, donde se decidirá si la contribución alemana al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) alcanzará los 211.000 millones de euros (sobre un total de 440.000 millones). Al igual que el resto de la prensa alemana, el diario de izquierdas hace cálculos sobre la mayoría amenazada de Angela Merkel: 13 diputados de su partido, la CDU, se negarían a seguir a la canciller, que correría el riesgo de sufrir "la mayor derrota de su mandato". El diario conservador Die Welt tan sólo cuenta 11 votos y el Süddeutsche Zeitung, de centro-izquierda, eleva el número hasta 18 y concluye que "Merkel puede contar con la mayoría". La canciller dispone de una mayoría de 19 votos en el Parlamento.

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