Ya no se trata del "poder gay" invocado a grandes gritos por los militantes monotemáticos, cuyo activismo político se definía por su sexualidad y cuyo programa se limitaba a "ayudar a la causa", como Peter Tatchell, el único occidental que tuvo el valor de atacar y lanzar una "orden de arresto ciudadano" contra Robert Mugabe, el dictador africano más homófobo.
Se trata de políticos de primer nivel cuya sexualidad tan sólo es, en diferentes grados, uno de los elementos de su lucha política. En los últimos días, en Europa hemos sido testigos del triunfo de dos personalidades destacadas de la "lista Gay" que han accedido al "número dos" de sus respectivos gobiernos. Por un lado, el gélido Peter Mandelson, que siempre se ha mostrado muy discreto sobre su sexualidad ("Mi vida sexual es privada, pero no secreta", declaró en la BBC en 1999, tras la sonada afirmación de que era gay por parte de Matthew Parris, periodista y antiguo consejero de Margaret Thatcher), pero que en los últimos años se ha mostrado más distendido y se le reconoce finalmente como un auténtico héroe del Partido Laborista británico. Además, a finales de septiembre, se presentó a los militantes del congreso de Brighton con un discurso exuberante, cargado de alusiones a su orientación sexual.
Guido Westerwelle: "Gay-Do"
Por otro lado, tenemos a Guido Westerwelle, líder de los liberales alemanes, que, tras haber sido durante años objeto de todas las habladurías por su silencio, confesó su identidad sexual en julio de 2004. Se presentó a la fiesta del cincuenta cumpleaños de su amiga y a partir de ahora compañera de gobierno Angela Markel, con su acompañante, el empresario Michael Mronz, al igual que se hace con toda naturalidad en los países de liberalismo tranquilo como en Países Bajos o los países escandinavos, donde los diputados y los consejeros municipales gays tienen el viento a su favor desde hace veinte años.
Más que a Mandelson, a Guido (que se pronuncia en alemán tal y como se escribe, pero que algunos llaman "Gay-Do") se le ha visto muy cómodo durante la campaña electoral, sin negarse a bromear sobre sus gustos homosexuales. Como número dos del futuro gobierno de Merkel, tiene todas las posibilidades de convertirse también en ministro de Asuntos Exteriores. Le veremos recorrer el mundo, cautivando a unos y espantando a otros.
En la "lista gay" también se encuentran importantes alcaldes, como Klaus Wowereit, burgomaestre de Berlín, que ha alcanzado la primera posición en la carrera (de mil obstáculos) para ocupar el liderazgo de los socialdemócratas alemanes, tras su estrepitosa derrota del 27 de septiembre. En la alcaldía de París sigue reinando el imperturbable Bertrand Delanoë, que, aunque no tenga la prestancia de Wowereit, es un excelente recurso para el Partido Socialista, tal y como ha destacado el libertino y heterosexual François Mitterrand, en el caso de que llegara a flaquear el entusiasmo hacia las damas de primera línea Martine Aubry y Ségolène Royal.
"Salir del armario", más frecuente en la izquierda
Tras la victoria de 1997 y según el programa de los diferentes gobiernos de Blair que han acabado con todos los obstáculos sociales para los gays, el Reino Unido ha visto aflorar toda una serie de ministros y diputados de tendencia rosa, comenzando por el ex ministro de Cultura Chris Smith, que fue el primer homosexual que acudió con su acompañante a una cena en Buckingham Palace, acogido por las sonrisas de todos y las risas sarcásticas del príncipe Felipe. Actualmente, este ministerio lo ocupa el antiguo cronista de la BBC Ben Bradshaw, el primer ministro europeo que se ha "casado" con su pareja [en un pacto civil]. Así, mientras se dirige paso a paso hacia el poder e imitando a su ídolo Tony Blair, el posible próximo gobierno del conservador David Cameron reservará un sitio a sus amigos homosexuales (Nick Herbert, Nick Boles e Ivan Massow se encuentran entre sus consejeros íntimos).
Pero siempre volvemos al mismo punto: ser homosexual que ha "salido del armario" es sinónimo de militante de un partido de izquierdas, o al menos, liberal. Los de derecha (o los católicos de cualquier tipo) se ocultan. Aunque hay excepciones: en un país en el que desde hace lustros los gays lib-lab están ampliamente representados en las instancias locales y nacionales, destaca especialmente el caso del joven ministro de Economía del tercer gobierno de Jan Peter Balkenende, el firme católico Joop Wijn, nacido en 1969. El anterior precedente neerlandés, breve aunque sonoro, es el de Pim Fortuyn, líder de la derecha anti-inmigración asesinado en 2002. ¿Y qué podemos decir del austriaco Jörg Haider, fallecido en un accidente de tráfico en 2008, que nombró a su joven amante Stefan Petzner, de 26 años, líder de su partido?