El laboratorio de ideas Demos presentó a principios de noviembre un estudio atípico titulado “El nuevo rostro del ciberpopulismo”, en el que publicaban los resultados de más de 10.000 encuestas a militantes de extrema derecha de toda Europa en las que se les preguntaba cómo veían la evolución de la sociedad.
Demos ha localizado a estos activistas en el medio en el que interactúan, es decir, en las redes sociales, con el objetivo de realizar un análisis de la "nueva derecha" a partir del razonamiento de sus propios actores. Estos últimos se muestran eminentemente activos en la web, incluso aunque voten, se manifiesten y se comprometan de vez en cuando por otros medios. El movimiento agrupa tanto a los provocadores de la Liga de Defensa Inglesa como a responsables políticos consolidados, como Geert Wilders en los Países Bajos o Jimmie Åkesson en Suecia.
Un cibermovimiento transfronterizo
Sus miembros no confían en los responsables políticos ni en el sistema jurídico. Acuden a las urnas, pero dudan de que su voto pueda alterar el resultado. Entre sus filas encontramos eminentemente a hombres (únicamente un cuarto de los militantes son mujeres), y en su mayoría son jóvenes (dos tercios de los ciberactivistas son menores de treinta años). Es un cibermovimiento transfronterizo que, paradójicamente, milita para restablecer las fronteras. Una "Internacional" formada por individuos que no quieren a los extranjeros.
La extrema derecha europea engloba a numerosas tendencias y movimientos, y siempre es fácil caer en la trampa de generalizar. Pero tampoco existe en Europa un grupo relativamente numeroso de personas que tengan miedo de que desaparezca su identidad nacional o que se asuste ante la integración europea y la globalización.
Europa ya ha vivido la experiencia del nacionalismo – la que condujo a la guerra y al genocidio. Por lo tanto, se supone que debería mantenerse en guardia. Pero no parece que sea así.
Las botas están listas para volver a usarse
Con respecto al déficit, a menudo se oye hablar de que lo primordial es restaurar la confianza de los mercados en Europa y en sus Estados miembros. Sin embargo, la confianza de los ciudadanos importa más, en particular, la de los jóvenes, a pesar de que los dirigentes políticos europeos no parezcan saber cómo ponerle remedio.
Hasta el momento, la gestión de la crisis económica ha aumentado las desigualdades y la marginalización de sectores completos de la sociedad. Grecia ha sufrido los peores efectos del tratamiento de austeridad: en un año, 400.000 personas han perdido el empleo. Una cuarta parte de la población vive ya por debajo del umbral de la pobreza.
¿Quiénes serán los siguientes en la lista? ¿Qué va a pasar en Italia ahora que Berlusconi se ha ido? La situación actual parece ser el ejemplo tipo de cómo no hay que tratar a la gente si se quiere evitar una revuelta social. En los armarios de zapatos de toda Europa, las botas están ordenadas y listas para volver a usarse.