En la Universidad de Lyon 2. Foto: mafate69/flickr

Aulas autogestionadas

Estudiar por el placer de estudiar, elegir los temas, organizar los cursos y compartirlos: una universidad autogestionada y al mismo tiempo un nuevo modelo educativo que conforman un sueño.

Publicado en 13 noviembre 2009 a las 16:39
En la Universidad de Lyon 2. Foto: mafate69/flickr

“Hey! Teachers! Leave them kids alone!“, ya basta de la jerarquía en las universidades. Basta de de enseñanzas unidireccionales, de notas, de los fuori corso (como se denomina en Italia a los que tardan más años de los previstos en terminar los estudios) y a una visión utilitarista de los estudios: este viejo sueño sesentayochesco ha sido recuperado en la pasada primavera, un nuevo modelo educativo trata de imponerse, aquel que piensa en una universidad autogestionada. “No es ni anarquista ni tampoco lo contrario, sino que está muy cerca del principio de autogestión”, explica Edouard Piron, 22 años, estudiante en la Universidad de Lyon 2.

En esta ciudad hay dos proyectos nacidos en la primavera de 2009, en el momento final de la lucha contra la ley de reforma universitaria (la conocida como LRU, libertés et responsabilités des universités) promovida por el ministro Valérie Pécresse. “Tuvimos la impresión de que la batalla no llevaría a nada y muchos estudiantes queríamos proponer un proyecto que fuera una alternativa a la ley y al sistema actual”, cuenta Edouard. Así nació la Universidad compartida ‘Lyon Zéro‘, de la que es miembro Edouard Piron y la ‘Universidad autogestionada‘ (UA). Son los frutos de las acciones de “dos grupos diferentes que tienen los mismos objetivos pero no los mismos medios”, apunta. El primero tiene un estatuto asociativo, un cuadro jurídico y busca cooperar con la Universidad Lyon 2, mientras el segundo quiere conseguir una autogestión total.

En la escuela de Bakunin

En la base de estos proyectos hay dos conceptos simples: la ausencia de jerarquía y el intercambio de conocimientos, y por tanto no quieren algo “consumido y distribuido de modo unilateral, sino que queremos ser un sistema en el que todos aprendemos y enseñamos, porque todos tenemos un conocimiento que compartir”, explica Piron. Por otra parte considera que “el problema es que en la Universidad se estudia solo con el objetivo de conseguir un empleo. Nosotros no queremos suprimir este objetivo, sino ayudar a la gente a aprender solo por el placer del conocer”.

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Como ya apuntaban algunas doctrinas anarquistas, en estas universidades la sanción se sustituye por la motivación, y las notas por la autoevaluación, como sucede en las Escuelas Steiner-Waldorf, que recibe el nombre del filósofo austríaco Rudolf Steiner. No hay que pensar que las normas están ausentes: “Al principio son necesarias, y después, cuando el proyecto funciona, las quitamos”, dice citando un concepto del filósofo revolucionario Bakunin. Y, al menos en lo que respecta a los miembros ‘Lyon Zéro’, no hace falta pensar siquiera que estos proyectos están destinados a sustituir el sistema tradicional: “Queremos mostrar una forma diferente, complementaria”. Sus cursos son también complementarios a la enseñanza tradicional: “El tipo de clases depende de la gente que participa y además, como somos alternativos, las materias son nuevas, nunca tratadas antes en la Universidad”. Una reflexión sobre el concepto del tiempo y la velocidad, otra sobre la discriminación sexual, un taller de micropolítica de grupos, de danza contemporánea, o de nomadismo. Estos son solo algunos ejemplos de los temas tratados. Y si se no se tienen muchas ideas, hay un remedio: “Siempre se puede estudiar en grupo un tema, realizar una investigación colectiva y después discutirla conjuntamente”.

La universidad de la línea 14

‘Lyon Zéro’ cuenta con casi treinta miembros activos en la organización y muchas personas que siguen el proyecto: estudiantes, investigadores, profesores, jubilados, desempleados e incluso trabajadores. Otros están interesados en seguir los cursos. A veces, algunos profesores, los más abiertos, apoyan y participan en el proyecto. En Francia se han puesto en marcha diversas experiencias similares, en su mayoría sin resultado. Al principio del movimiento estudiantil contra la LRU , en noviembre de 2007, en la Universidad París 3 nació la ‘Unidad de formación e investigación (UFR) autogestionada‘. En 2008, fue el turno de ‘UFR Cero‘ en París 8. Un año después, cuando los universitarios e investigadores italianos tenían las clases en la calle como protesta contra los recortes de financiación de las universidades, en la línea 14 del metro parisino, los compañeros franceses crearon ‘La Universidad Paris 14‘, la última creación de una universidad después de la fundación de Paris 13 en 1971. Como en la línea 14 [la más moderna de la red de París, conducida por ordenador], la universidad “no tiene ni conductor, ni presidente ni dirigentes. Es autónoma, autogestionada, crítica, nómada y abierta a todos”. Ahora su calendario académico es un folio en blanco, pero no quiere decir que el sueño se haya acabado: “No estamos muertos – informa Guillaume Lachenal, asistente en la Universidad Paris VII – solo hemos disminuido debido a la ausencia de huelgas generales en este período”.

Andrea Giambartolomei, traducción de Joaquín Sarrión Esteve

EN ALEMANIA

Demasiado radical para servir al movimiento

El 12 de noviembre, numerosas aulas magnas alemanas (en Berlín, Hamburgo, Munich, Heidelberg) fueron ocupados por estudiantes que reivindicaban una mejora de sus condiciones, la supresión de los gastos de escolaridad y la democratización de las universidades. Un gesto idéntico al de los estudiantes austriacos que ocupan el Audimax de Viena desde hace 3 semanas. La ministra de Educación federal ha pedido a sus homólogos de los Länder la implantación de la última reforma universitaria así como la relajación de unas licenciaturas (denominadas Bachelor en el sistema de Bolonia) que se estimaban demasiado densas. Según la Süddeutsche Zeitung, estas ocupaciones espectaculares son contraproducentes y no cuentan con el beneplácito de todos los estudiantes. Entre los que quieren estudiar tranquilamente y los que están descontentos pero se muestran en contra de “los activistas al más puro estilo revolucionario profesional”, el movimiento sigue siendo débil. El diario anima a la comunidad estudiantil a desmarcarse de forma unánime “de una organización de estudios (Studienordnung en alemán) insuficiente y de las reivindicaciones de los radicales insaciables”.

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