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Imagen de la película "El proceso" de Orson Wells (1962).

Un monstruo burocrático a sus pies

Tras su nombramiento como Alto Representante para la Política Exterior de la UE, Catherine Ashton se ha convertido de la noche a la mañana en una de las mujeres más poderosas del mundo. Pero su cargo, considerado incluso más prestigioso que la presidencia de la UE, no deja de tener sus puntos ciegos según el periódico Der Spiegel.

Publicado en 20 noviembre 2009 a las 15:40
Imagen de la película "El proceso" de Orson Wells (1962).

La ministra de Asuntos Exteriores, encargada de representar al continente en el plano internacional y ser la voz de los 27 países miembros, heredará la posición de Javier Solana como secretaria general del Consejo, al tiempo que asumirá la cartera del comisario de Asuntos Exteriores de la UE y la función de vicepresidenta de la Comisión Europea. Nadie había ostentado hasta ahora un cargo en ambas instituciones, el Consejo y la Comisión. Para cumplir con sus objetivos, Catherine Asthon dispondrá de una poderosa administración, que promete ser a la vez cara e inmensa. El nuevo “Servicio Europeo de Acción Exterior” podría terminar disponiendo de un personal de entre 6.000 y 7.000 eurócratas. La UE incorporaría de este modo otro inflado cuerpo burocrático, que sin embargo no eliminaría ninguna posición permanente en los ministerios de Asuntos Exteriores de los 27 Estados miembros.

Alto Representante con corto alcance

Los europeos más entregados llevan décadas soñando con una política exterior unificada. Cabe esperar que hayan terminado los días en los que Solana, el máximo representante diplomático de la UE, denunciaba el fraude electoral en Kenia, mientras el comisario de Desarrollo de la UE transfería millones de euros a las cuentas de aquellos que habían amañado las elecciones. Para poner las cosas aún más difíciles, se impondrán estrictos límites a la autonomía de Ashton, de acuerdo con lo apuntado en un documento de diez páginas aprobado el pasado mes de octubre en la cumbre de la UE. En las consultas regulares de la UE con los líderes de Rusia, China o Estados Unidos, los que hablarán serán los presidentes del Consejo y de la Comisión. La ministra de Asuntos Exteriores sólo tendrá “una función de apoyo,” como dicen en Bruselas.

Además de estar atada en corto en esas cumbres, la jefa de la diplomacia europea tampoco podrá excederse en su actividad política diaria, cuyos límites han sido estrictamente definidos. Ashton podrá hablar con el gobierno turco de sus relaciones con Irak, pero tendrá estrictamente prohibido tratar con Ankara los prerrequisitos para un posible ingreso en la UE, como por ejemplo la libertad de prensa y el respeto por los derechos humanos. En el futuro, la cuestión de la adhesión de Turquía seguirá estando reservada a la Comisión. En los Balcanes, Ashton puede hablar de cualquier tema que se le antoje, pero tendrá estrictamente prohibido mencionar alguna posible ayuda financiera por parte de Bruselas. Todo lo relacionado con la ampliación de la UE entra dentro de la jurisdicción de la Comisión. También tendrá que evitar cuestiones clave como las ayudas extranjeras y el comercio internacional.

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Sólo para hombres, y mujeres

El enorme ejército de ayudantes de los que dispone —un grupo bastante heterogéneo— también podría contribuir a aumentar la confusión. Varios centenares de expertos del Consejo Europeo formarán equipo con 3.000 colegas de la Comisión. A este grupo se unirán hasta 2.000 diplomáticos y expertos adicionales procedentes de todos los Estados miembros. Los jefes de Estado y de gobierno reclaman que la selección de un tercio de este personal esté guiada por el criterio de buscar una adecuada representación de la amplia geografía europea: no debe olvidarse ningún país. La distribución regional de los miembros del personal, así como la distribución por géneros, debe ser equilibrada. Más importante aún, los planes prevén que los miembros sean reemplazados cada cuatro años y que roten regularmente sus tareas durante su periodo de servicio.

Mientras tanto, los trabajadores de la Comisión Europea en Bruselas parecen más preocupados por sus propios intereses. No tienen por qué preocuparse demasiado. En el peor de los casos, serán transferidos a una cómoda posición en alguno de los departamentos de la UE que ya disponen actualmente de numeroso personal, con relativamente poco trabajo que hacer.

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