La guerra no declarada de Europa a Irán

Ahora que la UE ha decidido aplicar sanciones sin precedentes a las importaciones de petróleo iraní en un intento de frustrar su presunto programa de armas nucleares, un politólogo de Tel Aviv se pregunta sobre las posibles consecuencias.

Publicado en 26 enero 2012 a las 14:49

Esta semana, la Unión Europea ha entrado en guerra con Irán. Por supuesto que no se ha hecho ninguna declaración formal, ni siquiera un uso no declarado de la fuerza militar. Pero la decisión de la UE de aplicar un embargo a las importaciones de petróleo iraní, prohibir los nuevos contratos y congelar los activos del Banco Central de Irán es sin duda un acto de guerra y podría perfectamente provocar las hostilidades militares que se pretenden impedir con las sanciones.

Las exportaciones de petróleo representan más del 50% de los ingresos del Gobierno iraní y alrededor del 80 por ciento de sus ingresos en divisas. Y la UE, en su conjunto, es el segundo mayor cliente de Irán, ya que supone alrededor de un cuarto de sus exportaciones. Por consiguiente, a menos que otros clientes neutralicen las acciones de la UE aumentando sus propias importaciones de Irán (y según los indicios que llegan desde China, Japón y Corea del Sur probablemente no sea el caso), la decisión de la UE, junto a las medidas existentes de Estados Unidos, pueden llegar casi a imponer las “sanciones paralizantes” con las que amenazó la secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton, pero que no podía lograr sin la cooperación europea.

La amenaza de cerrar el estrecho de Ormuz

Si al final sucede esto, entonces el régimen iraní, que ya se enfrenta a una alta inflación y a una rápida depreciación de su moneda, se verá obligado a reaccionar. Una de las posibilidades es que ceda y básicamente desmantele su programa de armas nucleares. Este obviamente sería el resultado que los europeos y otros esperan lograr con las sanciones (o incluso con la amenaza creíble de las sanciones).

Pero es igualmente posible que Irán, sintiéndose atrapado, ataque en un intento desesperado de asustar a los europeos para que den marcha atrás en su postura o, al menos, genere tanta histeria en el mercado del petróleo que con la subida de los precios podría obtener los mismos ingresos incluso con un volumen menor de exportaciones.

Recibe lo mejor del periodismo europeo en tu correo electrónico todos los jueves

Uno de los medios para lograrlo sería intentar cerrar el estrecho de Ormuz, algo con lo que Irán ya ha amenazado. Pero probablemente este gesto esté fuera de su capacidad y en cualquier caso anularía la propia capacidad de Irán de exportar a cualquier mercado que logre mantener.

Algo menos complicado sería sabotear o atacar a las refinerías, los oleoductos y otras instalaciones en lugares como Abqaiq y Ras Tanura en Arabia Saudí. Estos ataques podrían realizarse como operaciones de “bandera falsa” llevadas a cabo por los insurgentes chiíes locales concentrados en la Provincia Oriental de Arabia Saudí, aunque no lograrían engañar a nadie y los riesgos de que se genere un conflicto a gran escala con Irán serían importantes.

La "primavera" de la Defensa europea

En este contexto, el enfrentamiento militar que muchos europeos han intentado evitar se volvería ineludible, aunque los responsables iraníes de la toma de decisiones no se hacen ilusiones ni piensan que en última instancia vencerían.

Antes de que estos supuestos se descarten como situaciones alarmistas e irrealistas basándose en el argumento de que serían contraproducentes, cabría recordar que el Japón Imperial no atacó a Estados Unidos porque los estadounidenses le atacaran físicamente, sino más bien porque se le estaba presionando económicamente (como sucederá con Irán ahora) hasta el punto de que consideró que una guerra era preferible al estrangulamiento a cámara lenta. Y de nada sirvió que muchos líderes militares japoneses, incluido el almirante Isoroku Yamamoto, principal organizador del ataque a Pearl Harbor, estimaran que Japón estaba predestinado a la derrota.

Resulta difícil imaginar que los miembros de la UE que han adoptado la decisión de aplicar estas sanciones no sean conscientes de esta posible dinámica. Precisamente el hecho de que una serie de buques británicos y franceses acompañaran al portaaviones estadounidense Abraham Lincoln a su paso a través de los estrechos y de vuelta al Golfo, en un descarado desafío a las advertencias iraníes, insinúa todo lo contrario: que los Gobiernos de la UE, sobre todo los dos con mayor capacidad de proyección de fuerza, son perfectamente conscientes de las posibles consecuencias y están preparados para enfrentarse a ellas.

Y esto indica que la Unión Europea, dejando a un lado sus tribulaciones económicas, está viviendo su propia “primavera” en política exterior y de defensa y que aquellos que en el pasado solían tacharla de mentidero y pensaban que tan sólo era capaz de adoptar poses insustanciales, ahora tendrían que revisar su opinión.

Tags
¿Te ha gustado este artículo? Nos alegra mucho. Se encuentra disponible para todos nuestros lectores, ya que consideramos que el derecho a la información libre e independiente es esencial para la democracia. No obstante, este derecho no está garantizado para siempre, y la independencia tiene su precio. Necesitamos tu apoyo para seguir publicando nuestras noticias independientes y multilingües para todos los europeos. ¡Descubre nuestras ofertas de suscripción y sus ventajas exclusivas y hazte miembro de nuestra comunidad desde ahora!

¿Eres un medio de comunicación, una empresa o una organización? Consulta nuestros servicios editoriales y de traducción multilingüe.

Apoya el periodismo europeo independiente

La democracia europea necesita prensa independiente. Voxeurop te necesita a ti. ¡Únete a nosotros!

Sobre el mismo tema