El presidente del IPCC Rajendra Kumar Pachauri en la sesión de Bangkok del Grupo, en 2007. (AFP)

El poderoso lobby del clima

Si ya nadie o casi nadie pone en duda el calentamiento climático, es gracias a ellos. Desde hace 20 años, el grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático forma a la opinión pública. Hoy es objeto de una encuesta en Internet.

Publicado en 25 noviembre 2009 a las 17:11
El presidente del IPCC Rajendra Kumar Pachauri en la sesión de Bangkok del Grupo, en 2007. (AFP)

Corren malos tiempos para el IPCC. Desde hace algunos meses, el Grupo intergubernamental de expertos sobre la evolución del clima (IPCC, por sus siglas en inglés) es el objetivo de una serie de críticas en Internet. He aquí una antología de las críticas más destacadas: "El calentamiento climático no es sino un fantasma izquierdista", "Una mistificación para impulsar un capitalismo ecológico", etc. ¿A qué se deben estos ataques? Un grupo de investigadores (británicos del famoso Centro de investigación sobre meteorología Hadley y la universidad de East Anglia y alemanes de la universidad de Kiel) ha rebatido el mensaje que lleva recalcando desde hace veinte años el IPCC sobre el calentamiento climático.

El IPCC afirma que el fenómeno es consecuencia de la acumulación de los gases de efecto invernadero (GEI), en parte producidos por la actividad humana. Pero según estos laboratorios alemán y británico, la temperatura terrestre se habría casi estabilizado entre 1998 y 2008. E incluso sostienen que podría volver a descender durante uno o incluso dos decenios. Una nota discordante que llega en el peor momento, días antes de que se celebre la conferencia de la ONU sobre el clima en Copenhague, en la que se debatirá el dispositivo internacional que debe ponerse en marcha contra el cambio climático.

La obsesión por disminuir las emisiones de CO2

El IPCC, creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) a petición del G7, es responsable de cuatro informes que han dado forma a la opinión pública. "Dar la voz de alarma, esa es nuestra misión", se vanagloria hoy Jean Jouzel, co-presidente de uno de los grupos que componen esta amplia red de expertos formada por meteorólogos, ecógolos, biólogos, geógrafos, sociólogos y economistas. A lo largo de un decenio, el IPCC ha logrado que se unieran a su causa los altos dirigentes políticos del mundo, decididos a transformar costosamente nuestros modos de vida y de consumo con la esperanza de reducir las emisiones de CO2. Y ha convencido a la prensa, convertida en el repetidor de sus informes de "acontecimientos".

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El primer informe, en 1990, confirmó los datos científicos que fueron el origen de la preocupación sobre el cambio climático y que llevaron a la creación de la Convención sobre el cambio climático de la ONU durante la cumbre de Río (1992); el segundo, cinco años más tarde, aporta las bases necesarias para la adopción del protocolo de Kioto (1997), el primer tratado internacional contra el calentamiento; el tercero, en 2001, constituye por primera vez una síntesis destinada a los dirigentes políticos; el último, en 2007, enciende los debates durante la conferencia sobre el clima de Bali. El mundo debe a este informe la obsesión por la reducción de las emisiones de CO2 de los países industrializados del 25 % al 40 % de aquí a 2020, si la humanidad desea impedir que la temperatura mundial suba más de 2 °C de aquí a finales del siglo. Gracias a este informe, la humanidad vive atemorizada por la amenaza de fenómenos climáticos extremos (huracanes, lluvias torrenciales, sequías, etc.).

Los mártires de la causa climática

El IPCC logra su temible eficacia mediante una misión inédita. "En cada informe del IPCC se realiza una evaluación de las investigaciones mundiales más conocidas sobre el clima", explica Jean Jouzel. Se trata de una megasíntesis negociada palabra a palabra. "El total, que asciende a alrededor de 3.000 páginas, es objeto de los comentarios de la comunidad científica y posteriormente de los representantes de las instancias gubernamentales", añade Stéphane Hallegatte, investigador de Météo France y miembro del IPCC. De este total se extrae una primera serie de resúmenes y después una segunda aún más condensada para los dirigentes políticos. "Luego se pasa a la fase de adopción del informe por parte de los representantes gubernamentales y cualquier posible modificación deberá apoyarse en el informe completo, lo que garantiza que el resumen adoptado expresa el contenido del mismo", prosigue Jean Jouzel. En el caso del cuarto informe, "la redacción corrió a cargo de 800 científicos que firmaron con su nombre y además participaron 2.000 revisores o comentaristas", recuerda Stéphane Hallegatte.

¿Quiénes son los mártires de la causa climática? Los encontramos en los dos bandos. En el bando de los escépticos, Richard Lindzen, profesor del MIT, acabó por dar un portazo al IPCC, tras considerar que se hacía caso omiso a sus objeciones sobre las retroacciones climáticas. En un artículo publicado hace tres años en el Wall Street Journal, recuerda cómo se marginó a sus colegas Henk Tennekes (Países Bajos), Aksel Winn-Nielsen (WMO-OMM), Alfonso Sutera y Antonio Speranza (Italia), culpables de haber planteado sus dudas sobre la tesis del calentamiento. Por otro lado, en el bando de los convencidos del calentamiento, James Hansen, investigador del Goddard Institute for Space Studies (Nasa), tuvo que soportar las presiones de la administración Bush, contrariada por sus llamamientos a reducir las emisiones de C02 que producían el calentamiento. En el origen de las dudas nos encontramos a Margaret Thatcher, la ex Primera ministra británica que desde el principio fue acusada de instrumentalizar los interrogantes sobre el clima para disimular mejor su estrategia de emancipación energética de Oriente Medio. Pero, "de ahí a pretender que el mundo esté manipulado por un grupo de científicos...", comenta enojado Stéphane Hallegatte.

Calentamiento global

Consternación en Gran Bretaña por el "ClimaGate"

En Gran Bretaña al menos una cosa es segura: definitivamente la temperatura ha subido unos cuantos grados en el llamado asunto “ClimateGate”. El 20 de noviembre, cientos de mensajes de correo electrónico privados que se intercambiaron en los últimos 13 años algunos de los principales científicos del mundo expertos en el clima fueron robados por piratas informáticos y su contenido se desveló en Internet. En uno de estos mensajes, un científico hace referencia a un “truco” que empleó para ocultar la prueba de que las temperaturas mundiales en realidad estaban descendiendo. En otro, alude al fallecimiento de un escéptico del cambio climático con las palabras "en cierto modo, son buenas noticias".

Los escépticos ante el cambio climático se han apoyado en éste y otros mensajes para probar que los científicos han manipulado adrede los datos y han destruido pruebas que se opondrían a sus teorías. Mientras destacadas voces de ambos lados del debate sobre el cambio climático demandan que se lleve a cabo una investigación pública, el activista George Monbiot ha confesado en las páginas de The Guardian que se siente “consternado y sumamente impresionado” por las revelaciones. Sin embargo para “sepultar el concepto del cambio climático causado por el hombre, tendría que revelarse una conspiración aún mayor”. El sociólogo Frank Furedi en Spiked parece estar de acuerdo y expone que al centrar la atención en las conspiraciones se crea un panorama “inhóspito para la clarificación intelectual y la búsqueda de la verdad”, una posición a la que debe oponerse cualquier persona “que esté realmente interesada en que la humanidad amplíe sus conocimientos sobre el funcionamiento del clima del planeta”.

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