Manifestación de estudiantes en Berlín. En la pancarta : "Mis estudios me pertenecen". (AFP)

Una reforma a la boloñesa


La reforma europea de los estudios universitarios trastorna regularmente los campus. Desde hace varias semanas, los estudiantes alemanes vuelven a protestar por unos estudios que consideran demasiado densos y que imponen condiciones inaceptables. El debate sobre la pertinencia del “proceso de Bolonia” ocupa los periódicos de todo el país.

Publicado en 26 noviembre 2009 a las 16:21
Manifestación de estudiantes en Berlín. En la pancarta : "Mis estudios me pertenecen". (AFP)

Después de Austria, Alemania. Diez años después de que se pusiera en marcha, el proceso de Bolonia, el ideal de un espacio universitario europeo, vuelve a generar protestas. Süddeutsche Zeitung recuerda que es la primera vez desde la época revolucionaria de los años 60 y 70 en que estudiantes, líderes estudiantiles y profesores hacen frente común. El periódico de Múnich explica que los estudiantes deben soportar “unos estudios sobre-reglamentados”, en los cuales resulta imposible colmar las lagunas culturales creadas en los institutos. Los profesores deben soportar a su vez ser “esclavos de la eficacia”, la cual les somete a clasificaciones internacionales que les obligan a investigar, a publicar tanto como sea posible y a “desperdiciar enormes capacidades en términos de enseñanza e investigación” en la búsqueda de financiación.

En opinión de Süddeutsche Zeitung el movimiento está totalmente justificado, por más que “los estudiantes mezclen política educativa y política social. [...] Las protestas contra los costes de matrícula —por otro lado muy moderados en Alemania en comparación con otros países— son un error.” El Tageszeitung de Berlín va más lejos y afirma que “los estudiantes no persiguen únicamente objetivos racionales (“Unos padres ricos para todos”)”. “Protestan contra unas reformas largo tiempo esperadas: unas reformas que pondrán punto final a concepciones de la educación que datan del siglo XIX. La licenciatura remite a la idea de que todos los que van a la universidad quieren o deben convertirse en profesores. Es justo pues dividir los estudios en porciones para volverlos ‘estudiables’.”

Realizar estudios necesita de esfuerzos

El periódico alternativo reconoce sin embargo que "los estudiantes actúan en nombre de una noción muy elevada de la educación”, según la cual “la educación debe ser desinteresada y servir únicamente al desarrollo de la personalidad. Refugiarse en concepciones románticas y mantenerse lejos de ideales educativos poco democráticos son actitudes típicamente alemanas.” Eso sí, el número de estudiantes alcanza cifras récord. Süddeutsche Zeitung observa que en el primer semestre se han matriculado 423.000 estudiantes, “más de los que ha habido nunca”. Esta cifra representa el 43,3% de los jóvenes alemanes. El periódico Handelsblatt considera que esta evolución convierte en indispensable el proceso de Bolonia desde un punto de vista económico. “Nadie se atreve a decirles a los estudiantes que estudiar siempre ha sido cansado. ¿Cómo iba la cosa antes? Un gran número de estudiantes perdían el tiempo porque les habían abandonado a su suerte”. El periódico económico admite que la organización de los estudios es demasiado estricta, pero que el acortamiento y la flexibilidad de los estudios introducidos por Bolonia son ideas con futuro.

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También sería deseable, comenta Jürgen Kaube en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, que los gobiernos conocieran bien el asunto. Hablando de la ministra de Educación alemana Anette Schavan, se pregunta: “¿Acaso conoce las universidades? ¿Sabe que los profesores que se ven empujados a la investigación por los ‘programas de excelencia’ renuncian muchas veces a la enseñanza a nivel de Grado? ¿Ha oído hablar de que Bolonia reduce el peso de los factores morales en las decisiones de los estudiantes, pues incita en general a adoptar actitudes puramente tácticas para obtener las notas necesarias? ¿Que el placer de estudiar se reduce porque no se ve otra cosa que una carrera de obstáculos?” Y también “¿sabe que en Oxford o en Zúrich la gente se ríe cuando alguien muestra su titulación alemana para imponer su derecho a acceder a estudios superiores?”

¿Es pues Bolonia una reforma neoliberal? Al contrario, asegura el sociólogo Armin Nassehi en el Frankfurter Allgemeine Zeitung. “Lo que se percibe es más bien el olor a azufre de los planes quinquenales socialistas”, escribe. “Igual que en la economía planificada del bloque del Este, donde se calculaba la cosecha de zanahorias de los próximos cinco años y hasta la última raíz, el nuevo ideal de estudios universitarios parece ser el de un recorrido totalmente controlado”. Nassehi considera que los estudiantes deberían estar interesados en reivindicar una reforma auténticamente liberal, que les permitiera desarrollar trayectorias académicas individuales. Pues en Europa, no todo tiene por qué ser igual.

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