El apoyo pasivo del Partido para la Libertad (PVV) de extrema derecha es algo que nadie desearía ni a su peor enemigo. Una vez más, el Gobierno minoritario del VVD/CDA [liberal y cristianodemócrata] se enfrenta a las desagradables consecuencias de la mano amiga del PVV.
En breve, los partidos políticos de la Cámara Baja holandesa recibirán una carta cargada de ira de diez embajadores de países de Europa Central y del Este: Polonia, República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Bulgaria y Rumanía.
El motivo de la discordia es la nueva página web del PVV, un sitio en el que los ciudadanos holandeses pueden quejarse sobre las molestias que sufren en su país por los rumanos, los búlgaros y otros individuos procedentes de Europa Central y del Este. Se trata de Estados que son miembros de la UE desde 2004 o 2007 y cuyos residentes en parte tienen derecho a vivir y a trabajar en otro lugar de la Unión. Al igual que los holandeses que han trasladado sus actividades económicas a Polonia, por ejemplo.
Rutte ha dado muestra de falta de valentía
Se trata de una iniciativa inútil. Pero no debe sorprender de un partido que expresa abiertamente sus opiniones xenófobas. Nadie niega el hecho de que la inmigración de Europa Central y del Este genera dificultades. Y todo el mundo sabe que negar esta idea es contraproducente. Por lo tanto, el problema tendrá que tratarse con efectividad.
El despectivo comportamiento del PVV no contribuye al debate y es condenable. Por desgracia, el primer ministro Rutte ha dado muestras de una gran falta de valentía. La semana pasada, en la Cámara Baja afirmó que no haría comentarios sobre “las posiciones concretas adoptadas por partidos específicos”. El 13 de febrero expresó la misma opinión.
Está claro que el primer ministro no tiene que responder a todo lo que diga o haga el PVV; es preferible que no lo haga. Sin embargo, existen situaciones, como la actual con este sitio web, en las que el Gobierno simplemente no puede adoptar una postura apática. Por ejemplo, cuando están en juego los intereses del país en el extranjero.
Sería de esperar una condena del Gobierno holandés
El cuarto Gobierno liderado por Balkenende (Balkenende IV) lo reconoció cuando se distanció claramente de la película Fitna [en 2008], realizada por Wilders, el líder del PVV, y en la que insultaba al islam. En ese momento, Maxime Verhagen, entonces ministro de Exteriores y ahora viceprimer ministro, declaró que “Fitna no refleja de ningún modo la opinión del Gobierno holandés”.
Expuso por escrito en el periódico de lengua árabe Asharq Al-Awsat que “Todos somos responsables de demostrar respeto por los derechos y la reputación de los demás”. Unas declaraciones acertadas, que hoy podrían ser las adecuadas sobre el sitio web discriminatorio del PVV, y más ahora que el partido se considera más o menos parte del Gobierno.
Ahora que otros Estados miembros de la UE exigen una aclaración por parte de Países Bajos, Rutte no puede seguir ocultándose tras este enfoque formal. Sería de esperar una condena del Gobierno holandés, algo que no tendría que requerir tanto coraje.
Now that other member states of the EU are demanding clarification from the Netherlands, Rutte cannot continue to shelter behind this formal approach. A clear and approbatory standpoint should be expected from the Dutch government. This would not require that much courage.