Un paciente en convalecencia

Consenso político, acuerdos sociales, reformas que van por el buen camino... Parece que a Portugal le van mejor las cosas que a Grecia. Pero el diario Expresso advierte de que el peligro de quiebra no se ha descartado definitivamente y que no se excluye una nueva vuelta de tuerca en cuestión de austeridad.

Publicado en 14 febrero 2012 a las 15:39

Todos los que hemos visto en Portugal las imágenes de la batalla que han librado los manifestantes y la policía griega en la famosa plaza Syntagma y hemos escuchado las discrepancias de los partidos políticos sobre el nuevo plan de austeridad, sin duda hemos llegado a la conclusión de que no somos Grecia.

Aquí impera un amplio consenso político que reúne a más del 80% de nuestros parlamentarios. Se llegó a un acuerdo social [entre partidos políticos y sindicatos] para aplicar las reformas del mercado laboral exigidas por la troika [Unión Europea, Banco Central Europeo, FMI], en especial las relativas a la flexibilidad de las normas del despido individual.

El Gobierno y los agentes sociales se pusieron de acuerdo sobre una reducción del número de días festivos y de vacaciones. El importe del subsidio de desempleo se revisó a la baja. Se modificó la ley sobre los alquileres [se facilita la expulsión de los inquilinos que no pagan, los alquileres pueden incrementarse y los alquileres congelados están condenados a desaparecer]. Las participaciones del Estado en Energias de Portugal (EDP) y en REN (Rede Eléctrica Nacional) se cedieron a capitales chinos. Todo esto, y mucho más, se ha producido sin problemas y sin alborotos y sobre todo, sin violencia.

Por todos estos motivos, Portugal no es Grecia. Pero esto no basta para convencer a los demás. Existe un temor que empieza a afianzarse, que Portugal no podrá volver a los mercados en 2013.

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La troika va a exigir más sacrificios

La conversación grabada por la cámara oculta de la cadena TVI entre los ministros de Finanzas alemán y portugués fue una prueba clara de ello. El mismo Wolfgang Schäuble menciona la posibilidad de un ajuste del programa de ayuda a Portugal y garantiza a su homólogo luso que Alemania estará a favor de ello. Lo sorprendente es que esta indiscreción ha bastado para calmar a los mercados y ha hecho bajar los tipos de interés de la deuda soberana portuguesa.

Pero no nos hagamos ilusiones. Empieza a asumirse idea de que todo saldrá bien, pero es una idea peligrosa, ya que existen numerosos factores que no controlamos. Entre otras cosas, el hundimiento de Grecia y su salida del euro. O incluso una recesión en Europa más profunda de lo que se espera actualmente. No hay duda de que si el Estado que fue la cuna de la democracia occidental se hunde, la Unión Europea no parará hasta encontrar un ejemplo que demuestre que las políticas de austeridad defendidas por la troika son eficaces.

Portugal podría ser este ejemplo. Pero debemos esperar que nuestros socios, antes de concedernos una ayuda adicional, nos exijan nuevos sacrificios. Es muy fácil saber cuáles serían: basta con revisar los diez mandamientos que la troika ha exigido que firmen los partidos griegos.

Comprobamos entonces que aún no nos han exigido que reduzcamos el salario mínimo (inferior al de los griegos, de 485 en contraposición a 750), que suprimamos las dos pagas extra en el sector privado, que disminuyamos el número de vacaciones pagadas o que se realicen despidos en el sector público. Y no se ha concretado tampoco la voluntad obsesiva de reducir la "taxa social única" [contribución de los asalariados y las empresas a la seguridad social].

Que los mercados crean que Portugal no es Grecia es una noticia excelente. Pero nos hace pensar que aún tenemos mucho camino por recorrer antes de poder afirmar que nos encontramos en un lugar seguro y que el camino será largo.

Crisis de la deuda

El pasito que separa Lisboa de Atenas

El 15 de febrero los representantes de la troika de los acreedores de Portugal (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) desembarcan en Lisboa para llevar a cabo la tercera evaluación de la puesta en marcha de las reformas exigidas a cambio de la concesión en mayo de 2011 de un plan de ayudas de 78.000 millones de euros. De la opinión que manifieste la troika depende el desembolso de un nuevo plazo de 14.900 millones de euros (ya se han aportado 40.000).

Los líderes portugueses, empezando por el primer ministro Pedro Passos Coelho, repiten constantemente que “Portugal no es Grecia” y que cumplirá con los compromisos adquiridos, tal y como recuerda el director de Expresso, Ricardo Costa. Pero para evitar cualquier comparación, Passos anunció que piensa ir “más allá de la troika” y acelerar las reformas estructurales previstas. Una estrategia peligrosa, señala el semanario, puesto que

será difícil conseguir un amplio consenso político cuando sea necesario negociar un nuevo plan de ayuda. […] La ausencia de consenso puede llevar a Portugal a una situación “griega” cuando la troika negocie con los partidos políticos una extensión del plan de ayuda. El consenso del año pasado ya no consta sobre papel. De este malentendido a Grecia, el camino es corto. Muy corto.

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