El Partenón de Atenas (Dimitris Tsakanis)

¿Debe salvar la UE a Atenas de la quiebra?

En Berlín y Bruselas dudan cada vez más de que Grecia pueda solucionar sus problemas de endeudamiento sin ayuda externa. Si no se hace nada, el país corre el riesgo de quebrar, lo cual tendría consecuencias imprevisibles para la moneda europea.

Publicado en 15 diciembre 2009 a las 16:27
El Partenón de Atenas (Dimitris Tsakanis)

Una ola de nerviosismo inunda las bolsas, las capitales de la UE, los ministerios de economía y finanzas, el centro financiero de Alemania en Frankfurt e incluso la sede del Fondo Monetario Internacional en Washington. Todo el mundo se hace la misma pregunta: ¿Qué ocurre cuando un país, incluso un miembro de la Unión Monetaria Europea, cae en quiebra? ¿Puede permitirlo la UE? En cualquier caso, la UE no puede expulsar a Grecia de la zona euro y dejar que el país se las arregle solo, aunque los griegos engañaran para entrar en el club de la moneda única con la ayuda de cifras de presupuesto amañadas.

La alarmante naturaleza de esta situación se refleja en el hecho de que el Fondo Monetario Internacional se va a hacer cargo del asunto. El FMI tiene serias dudas sobre si el déficit proyectado para este año en Grecia —que fue modificado del 6 al 12,7 %— es realista o si, en realidad, es mucho más alto. Según las normas aplicables a las personas físicas, Grecia ya sería insolvente en la actualidad, a pesar del hecho de que ha seguido amortizando todas sus deudas. Esto se debe a las grandes e importantes deudas que tienen las agencias del gobierno y los ministerios en el sector privado. Estas reclamaciones ascienden a más de diez mil millones de euros (14.000 millones de dólares estadounidenses). Si se toman en cuenta estas sumas el déficit de Grecia se incrementaría todavía más. Entretanto, la UE ha descubierto que el gobierno griego tarda una media de 165 días en pagar sus facturas, y ese plazo también está aumentando.

El espectro de los disturbios políticos

Además en la UE reina cierta desconfianza ante las promesas de Grecia. Los griegos ya han prometido demasiadas veces en el pasado que harían mejoras. En Berlín y Bruselas, los políticos se enfrentan cada vez más con la pregunta de cómo ayudar a los griegos de una manera efectiva. Parece no haber demasiadas dudas de que la UE tomará cartas en el asunto. Después de todo, está en juego el futuro del euro y, quizá, incluso el de toda Europa. Si la UE permite que un Estado miembro quiebre podría generarse una reacción en cadena.

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Quizá Europa podría permitirse dejar que un país quiebre, al igual que EE.UU. cuando California entró en bancarrota. Pero, ¿qué pasaría si esto le ocurriese a varios países de la UE? Eso desencadenaría lo que los euroescépticos advirtieron desde el principio: que la moneda común europea se desplomaría. Pero los problemas no terminarían ahí. Cuando los vínculos gubernamentales que se consideraban una inversión segura de repente no valiesen la pena, los bancos volverían a tambalearse, solo que en esta ocasión ya no habría gobiernos lo suficientemente fuertes para apoyarlos. Sin embargo, la quiebra única y aislada de Grecia sería suficiente para causar estragos tanto a nivel político como económico. Grecia ya está sufriendo manifestaciones violentas y no habría que descartar los disturbios políticos si el país se precipitase al caos económico.

Desbordada de deudas

¿Qué se debería hacer para evitar esta tragedia griega? A muchos jefes de Estado y de gobierno, incluida Merkel, les gustaría evitar que el FMI se involucrase en la zona del euro. Esto se debe principalmente a que consideran que los europeos deben solucionar sus problemas monetarios por sí mismos. La ayuda externa minaría la confianza en el euro. En lugar de eso, la canciller aboga por establecer un instrumento a nivel europeo que se parezca al que ha puesto en práctica el FMI. En otras palabras, el flujo de dinero sólo tendría lugar a cambio de condiciones previas severas y de gran alcance. Esto limitaría en gran medida la soberanía de cualquier país.

Los griegos, por ejemplo, podrían no aceptar una inspección de presupuestos, o verse obligados a subir los impuestos para poder recaudar una suma de dinero predeterminada mediante ingresos adicionales. Pero nadie sabe si esto sería suficiente, o si estas medidas llegarían incluso demasiado tarde. Grecia está desbordada de deudas, pero no sólo hacia sus obligacionistas, sino principal y especialmente hacia empresas extranjeras.

Esto incumbe sobre todo a defensa. Aunque ese no es el único sector en el que las empresas tienen problemas para que los griegos les paguen las facturas. En el sector sanitario, los pagos pendientes de Grecia son inmensos. Hace unas semanas, la organización paraguas europea para la industria farmacéutica informó a sus miembros del tremendo retraso en los pagos de las agencias de gobierno griegas. La organización indicó que, a finales del 2008, Grecia debía 2.700 millones de dólares sólo en fármacos y medicamentos. "Estamos totalmente a merced de los griegos", dice un miembro de un lobby farmacéutico alemán, "porque las entregas no se pueden cancelar sin más. La vida de muchas personas depende de ello. No es como si se tratase de un coche, en cuyo caso uno puede decir: ‘Si no pagas no lo entregamos y punto’".

Programa

Medidas a raudales

“Bruselas quería medidas arriesgadas y Yorgos Papandreu se ha sacrificado —constata To Vima—. En su discurso dirigido a los interlocutores sociales, el primer ministro griego anunció el 14 de diciembre 80 medidas para sanear la economía del país y ahuyentar el riesgo de quiebra. Su ambición, de aquí a 2013, es rebajar el déficit del 12,7 al 3% del PIB. Para ello, piensa recurrir a medios mayúsculos: congelación salarial, freno a la contratación y creación de una unidad policial especial que ponga cerco al fraude fiscal y a la corrupción, los dos grandes lacras del país”.

Sin embargo, “tras la oleada de pánico desatada por los mercados internacionales, no ha cesado la presión —advierte el diario ateniense—. Los auditores del FMI llegaron a Atenas a principios de semana, junto a un equipo de la agencia de calificación Moody's. La oposición y la opinión pública ejercerán, sin lugar a dudas, la presión más importante. Yorgos Papandreu se reúne hoy con los principales partidos políticos y con el presidente de la República para hablar de economía, pero las voces discrepantes ya se están haciendo escuchar. Ahora, las protestas deberían oírse a pie de calle con la huelga general convocada para el 17 de diciembre, cuya movilización se prevé importante”.

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