Guía del autoestopista de la crisis del euro

¿Y si la crisis del euro no fuera más que una prueba a gran escala, elaborada por un superordenador que gobierna el planeta? El cómico berlinés Horst Evers aplica a la situación actual las reglas del universo paralelo imaginado por Douglas Adams. Y la Humanidad no sale airosa de la prueba.

Publicado en 2 marzo 2012 a las 15:47

En la "Guía del autoestopista galáctico", Douglas Adams representa a la Tierra como una especie de superordenador ideado por una inteligencia superior para dilucidar los problemas eternos del universo. Con el fin de determinar las aptitudes y el grado de evolución de la Humanidad, esta inteligencia superior extraterrestre la somete sin cesar a complicados desafíos siguiendo complejos protocolos experimentales.

Si la hipótesis de Douglas Adams fuera acertada, es decir, que enfrentarse a esos desafíos constituye la razón de ser de la existencia del Hombre, nuestra gestión de la crisis del euro nos lleva a las profundidades de la clasificación interplanetaria en materia de inteligencia.

Desde hace varios meses, la eurozona pasa por las mismas fases que este programa experimental, cada vez con más rapidez y con más pánico.

Siete fases inmutables

Fase 1: los países de la eurozona constatan que las medidas adoptadas hasta ahora no son en absoluto suficientes, que las necesidades de tesorería son bastante más elevadas de lo previsto y que la situación es aún más crítica de lo que nos gustaría admitir. Lo que nos lleva a la...

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Fase 2: se organiza una cumbre, que debe desembocar imperativamente en una solución o al menos en un avance decisivo hacia una salida de la crisis. Se nos recuerda que la situación es gravísima, que no tenemos derecho a una segunda oportunidad y que tenemos que acabar con nuestros tabús mentales. Para dar buena imagen y para complacer a los medios de comunicación, fingimos hablar con claridad. De ahí la necesidad imperiosa de la...

Fase 3: se adoptan medidas de austeridad severas (recortes oscuros, programas drásticos), con los que supuestamente retomaremos el control de la deuda y podremos aportar garantías para pagarla. Una transición natural hacia la…

Fase 4: los políticos lamentan tener que haber aplicado el rigor, pero no obstante, apreciamos la voluntad de poner en marcha medidas impopulares. A partir de ahora, ya no viviremos por encima de nuestras posibilidades. Las bolsas respiran, los Estados endeudados se sienten humillados y maniatados, pero acaban por aceptar lo que todos consideran como una gran victoria y como un avance decisivo. Pero rápidamente pasamos a la...

Fase 5: los economistas señalan que los recortes drásticos y otras medidas de austeridad frenarán en gran medida la coyuntura. Las economías de la eurozona sufren las consecuencias del golpe, si es que no llegan a hundirse. La perspectiva de una recesión les asusta y así llegamos a la...

Fase 6: contra todo pronóstico, las agencias de calificación comparten este punto de vista. A pesar de las medidas de austeridad drásticas, no les gusta el cariz general que toman los acontecimientos. No les gusta en absoluto y por ello no ven otra solución que revisar de nuevo a la baja las previsiones y las calificaciones de un gran número de Estados y de bancos de la eurozona. Lo que nos lleva a la…

Fase 7: la rebaja de las notas como es evidente produce una nueva subida de los costes y de los gastos asociados al desbloqueo de nuevos créditos y a la aplicación de nuevas medidas. La confianza en la eurozona se desvanece, en especial en los países endeudados. Muchos bancos sufren graves dificultades. Poco a poco, nos vamos dando cuenta de que las medidas adoptadas hasta ahora no son en absoluto suficientes, que las necesidades de tesorería son bastante más elevadas de lo previsto y que la situación es aún más crítica de lo que nos gustaría admitir…

Dicho esto, acabamos de pasar de nuevo por la fase 1 y por lo tanto podemos pasar directamente a la fase 2: hay que convocar otra cumbre...

Como un hámster en su rueda

Es difícil determinar si la inteligencia superior que imaginó para nosotros esta serie de experiencias se divierte o se deprime con este panorama. Sin duda, observa con indiferencia que la Humanidad, y más en concreto la eurozona, aplica siempre los mismos medios para intentar esquivar su destino, como un hámster en su rueda. Y como un hámster, no hace sino acelerar el curso de los acontecimientos y agravar su problema aferrándose con valentía y de forma imperturbable a sus reflejos de siempre.

Seguro que esta inteligencia superior se aburre tanto que simplemente ha decidido hacer más interesante el experimento acentuando el estrés de sus dos principales cobayas. A la primera*, le impone una campaña electoral especialmente ardua, a la segunda**, un escándalo que implica la expulsión de un presidente federal inofensivo y que se sustituye por otro con una personalidad claramente más compleja.

Puede que en breve escuchemos propuestas más radicales y voluntaristas a favor del rescate de la eurozona. Puede que Grecia llegue a sugerir la venta a China de su puesto en el campeonato de Europa de fútbol. Otros expertos europeos podrían llegar incluso a proponer el trueque de Gran Bretaña por China, por ejemplo.

Sin duda mucha gente está dispuesta a echar una mano a Grecia. Por supuesto a condición de que los griegos den muestras de buena voluntad y se comprometan por ejemplo a poner todo el país, su mano de obra y toda su economía a nombre de sus acreedores hasta el fin de los tiempos. Puede que Europa cree también su propia agencia de calificación o bien una agencia de calificación encargada de calificar a las agencias de calificación.

Por cierto, la novela de Douglas Adams no resuelve las cuestiones del universo. Todo lo contrario: el superordenador Tierra se destruye para dejar paso a una autopista hiperespacial. En el caso de la crisis del euro, estas medidas sin duda serían exageradas.

*Nicolas Sarkozy **Angela Merkel

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