El primer ministro húngaro Viktor Orbán (a la izda.) y su homólogo checo Petr Nečas en Praga, el 14 de octubre de 2011.

Budapest, un modelo engañoso para Praga

El Gobierno checo, que no se ha adherido al pacto presupuestario europeo, explica que defiende la libertad del país, al igual que Hungría, que en su opinión recibe un trato injusto por parte de la UE. Pero un cronista praguense estima que esta alianza regional entre partidos conservadores resulta cuanto menos paradójica.

Publicado en 8 marzo 2012 a las 16:18
El primer ministro húngaro Viktor Orbán (a la izda.) y su homólogo checo Petr Nečas en Praga, el 14 de octubre de 2011.

Cuando los políticos del ODS [el Partido Democrático Cívico, conservador liberal y euroescéptico] quieren explicar a los checos hasta qué punto el pacto presupuestario es perjudicial, ponen como ejemplo a Hungría, recordando cómo la Comisión Europea trata injustamente a este país.

El primer ministro [ODS] Petr Nečas lo mencionaba en un artículo de opinión publicadoen el diario Lidové noviny. Otros también lo expresan abiertamente, como el cronista Karel Kříž, que tituló uno de sus artículos publicados en el mismo diario “Lo único que hace Hungría es defender sus intereses”.

Barroso, un maoísta

En resumidas cuentas, afirma que los grandes Estados europeos incumplen a la ligera los criterios de Maastricht y que los burócratas de Bruselas, que tienen debilidad por los postcomunistas húngaros, se vengan del pobre Gobierno de Orbán. Barroso sería un antiguo maoísta y Ashton una activista de Brézhnev. El mensaje es claro: en Budapest, luchan también por Praga. Y si no defendemos a los húngaros, Bruselas podría perfectamente vengarse en breve de otros, por ejemplo, de nosotros.

[Según Kříž,] Orbán reduciría las pensiones, en especial la de los militares, los policías, etc. La supresión del segundo pilar del régimen de pensiones [las pensiones privadas se han nacionalizado] no produciría ningún cambio significativo (aunque al parecer se considere como una falta cometida contra los ricos). La práctica de los pagos de los préstamos en función del tipo de interés inicial sería comprensible. Orbán lo único que hace sería defender sus intereses. Quiere apoyar a la burguesía y al mundo de los negocios, porque su país se convertiría en una simple colonia. Y lo mismo ocurriría con la República Checa, cuyo capital se escurre como el agua de una tubería. Así se expresa Karel Kříž.

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Bache cíclico

Es lógico que la llegada de la violenta crisis de 2008 haya provocado entre algunos de los países miembros más antiguos de la UE un bache cíclico y por lo tanto, el incumplimiento puntual de ciertos criterios. Pero las medidas correctivas se aplican según un plan acordado de antemano y el pacto fiscal ha surgido precisamente con el criterio de que este tipo de situación se puede corregir en el futuro.

Pero el incumplimiento temporal de los criterios no tiene absolutamente nada que ver con la falsificación manifiesta de las estadísticas, la ignorancia de los métodos acordados o incluso la distorsión de las cuentas en la que Hungría se ha extraviado con tal fuerza y tal magnitud que no puede ni compararse con la Grecia ni la Italia de hace 15 años.

Si infrinjo este principio, me quedo fuera de juego. Puede que no me agraden las orientaciones ideológicas de juventud de los representantes de la UE, pero no tienen nada que ver con el asunto. Las sanciones contra Hungría no son políticas, sino que surgen claramente del taller de un burócrata sin rostro (por suerte para él), que únicamente vela por el respeto de las reglas y los métodos comunes. Además, hoy la derecha domina la política europea y nadie duda de que sus representantes están muy atentos para que los funcionarios bruselenses no se rijan por criterios maoístas o marxistas.

Nostalgia nacional

Me parece cuanto menos curioso que el ODS y el primer ministro defiendan con tanta convicción el mercado libre y único y que al mismo tiempo les moleste la libre circulación de los capitales y acojan las sanciones autoritarias al estilo de Hugo Chávez contra el sector financiero privado. ¿Cómo explicar entonces la indignación de Kříž porque "el capital [de la República Checa] se escurre como el agua por una tubería rota"? ¿Significa que el capital sólo debe fluir y que lo contrario es algo muy negativo? ¡Pero es que el mercado libre es así! ¿Sería una nostalgia por el sistema bancario nacional?

Sin duda, nosotros, los checos y los húngaros, podríamos tener un sistema así en nuestros respectivos países, pero como dejamos que se desvalijaran nuestros bancos en los años noventa (en nuestro país, con el Gobierno del ODS), no tuvimos más remedio que venderlos al extranjero (en nuestro país, con el Gobierno de los socialdemócratas).

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