Viñedos de la bodega Kir-Yianni en Naussa, Grecia.

Tesalónica muestra el camino que tomar

Mientras la capital griega se estanca en una letanía de quejas sobre la recesión y las manipulaciones del extranjero, más al este del país, en la región de Tesalónica, los proyectos se multiplican y germinan nuevas esperanzas. Die Zeit ha conocido a algunos de estos griegos que están intentando vivir de los frutos de su duro trabajo.

Publicado en 8 marzo 2012 a las 16:40
Kir-Yanni  | Viñedos de la bodega Kir-Yianni en Naussa, Grecia.

El líquido rojo encarnado llena la copa hasta el borde. Remover, oler, probar, paladear en la boca y escupir. Stellios Boutaris prueba la última cosecha de las bodegas Kir-Yanni. "¡Aquí tenemos algo!", se entusiasma con el vino espumoso rosado en gestación con el que pretende conquistar Europa del Norte. "Alemania es un país de vinos espumosos, allí encontraremos clientes".

En la pequeña población de Yannkohori, a una hora al oeste de Tesalónica, se siente este optimismo. Un tímido sol de invierno flota sobre la finca vitícola de Kir-Yanni. A lo lejos se percibe la nieve en la cumbre de los cerros verdes y grises de formas suaves.

Aquí es donde está surgiendo lo que Stellios Boutaris considera el modelo económico de Grecia: "Hacer lo que sabemos lo mejor posible". Como por ejemplo, un buen vino. El Retsina, el famoso vino de mesa que se compra en las pequeñas tiendas de alimentación griegas forma parte del pasado. Kir-Yanni suministra vino a los restaurantes de alto nivel de Atenas, de Tesalónica y cada vez más a clientes extranjeros.

Griegos que no esperan nada del Estado

Kir-Yanni se convierte en una marca. La nueva Grecia aflora en este pequeño pueblo de Macedonia y en las calles de la capital de la región, Tesalónica, impulsada por unos griegos que ya no esperan nada del Estado. Quizás sea el motivo por el que es tan difícil que esta iniciativa surja en Atenas. Allí están los jefes de los sindicatos del pasado. Los políticos corruptos que hacen que fracasen las reformas por clientelismo. Los diputados que esconden millones en el extranjero. Conozcamos a estos griegos que quieren trabajar por su cuenta.

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Este hombre ha esperado a llegar a la edad de jubilación para presentar su candidatura al Ayuntamiento de Tesalónica. Yannis Boutaris, de 69 años, es el padre de Stellios. Hace algunos años, dirigía él mismo la finca vitícola que fundó en 1996. Luego se pasó a la política y fue elegido hace poco más de un año para ocupar la alcaldía de la segunda ciudad de Grecia. Un empresario de éxito, un hombre que no debe nada a nadie: la antítesis del político.

Gracias a las reformas que ha emprendido, Yannis Boutaris cuenta con el aprecio de sus ciudadanos y de los visitantes de la Unión Europea. Ha puesto orden en los servicios de la ciudad, ha reducido el número de concejales y ha hecho algo inédito: ha hecho que se preparen las descripciones de los puestos de cada empleado municipal. Para que se sepa quién hace qué. "¡Es mi mayor desafío!", reconoce. De él se espera que abra nuevos horizontes a los habitantes frustrados de Tesalónica.

"Small is beautiful"

Esta ciudad costera del Mediterráneo fue en otra época el equivalente a Manchester en Macedonia. Pero las fábricas de textiles, de curtido de pieles, de hilados o de tintes de lanas emigraron hacia el norte tras la caída del Telón de Acero, hacia la antigua Yugoslavia y Bulgaria. Las declaraciones públicas de algunos ministros alemanes con las que sugerían la salida de Grecia de la eurozona no han solucionado nada. Porque Tesalónica no exporta productos baratos de gran difusión.

Entonces ¿de qué se supone que va a vivir en el futuro la segunda ciudad de Grecia? "Small is beautiful (lo pequeño es bello)", comenta Yannis Boutaris. Los griegos tienen que concentrarse en las pequeñas cosas, en lo que dominan, y llegar a la excelencia en su fabricación. "No nos vendemos lo suficiente ni vendemos lo suficiente nuestros productos". Yannis Boutaris sugiere tomar como modelo a los italianos, que cuidan la calidad y sus marcas.

Son muchos los que comparten esta opinión. En un congreso económico organizado no lejos del Ayuntamiento se reunió un grupo de empresarios del norte del país. Aquí apenas se escuchan las lamentaciones atenienses sobre los planes de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional. Es un congreso contra Atenas, la capital estancada, contra un Estado central apático, una crítica liberal de una administración paralizada por su obesidad.

"Nuestra crisis es el Estado", confiesa el profesor de economía Moise Sidoropoulos. "No queremos empresarios que busquen la protección del Estado: queremos empresarios que salgan al mercado y que luchen". Algo que parece realmente audaz. Queda por saber qué mercados están hechos para los griegos.

Una combinación de paraíso protegido y de modernidad

Moise Sidoropoulos enumera algunos de ellos. Las grandes flotas de armadores griegos deben regresar al país y para ello es necesario reducir los impuestos y tributos. Debe favorecerse la producción de energía renovable: Grecia posee sol y viento para vender. El país cuenta con una industria farmacéutica modesta pero enérgica, que se ha especializado en la fabricación de medicamentos genéricos.

La agricultura debe exportar más productos de calidad, las explotaciones piscícolas tienen que aliviar los mares víctimas del exceso de pesca. No obstante, el primer sector de la economía sigue siendo el turismo. El principal atractivo del país es su belleza.

Yannis Boutaris no ve las cosas de otro modo. Desde su Ayuntamiento, intenta recuperar el prestigio de Tesalónica en el extranjero. Ha convencido a algunas compañías aéreas de que creen conexiones directas con la ciudad. Los índices de visitas aumentan rápidamente. También intenta atraer a las compañías de cruceros y hace poco se desplazó hasta Hamburgo para inspirarse en el éxito de la ciudad, que acoge a los grandes navíos.

La finca vitícola de Kir-Yanni simboliza también esa combinación de paraíso protegido y de modernidad. Su hijo no tiene nada que ver con los toscos campesinos de antaño. Recorre las muestras de vino de Europa y América. Y acaricia el proyecto de vender sus vinos en China. Hace ya tiempo que se lanzó al comercio por Internet. En el futuro, el Kir-Yanni llegará hasta su hogar con un solo clic de ratón. La Grecia del futuro podría parecerse a esto. Si logra elegir bien su camino.

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