El primer ministro entrante de Eslovaquia, Robert Fico (Smer-SD).

No a otro todopoderoso en Europa Central

En Eslovaquia gobernará un solo partido por primera vez desde 1989. Pero tal y como expone un columnista de Pravda, al primer ministro entrante, el socialdemócrata Robert Fico, no le conviene seguir el ejemplo de su homólogo Viktor Orbán en la vecina Hungría.

Publicado en 13 marzo 2012 a las 16:27
El primer ministro entrante de Eslovaquia, Robert Fico (Smer-SD).

Además de la excepcional oportunidad de dar la forma que desee a la política gubernamental, el partido Smer-SD es ahora el único responsable de lo que haga el Gobierno. Su líder, Robert Fico sabe cómo enfrentarse a sus oponentes. Pero para él el desafío ahora vendrá de la opinión pública.

Aunque el Smer logre aplicar medidas para reforzar la cohesión social, por ejemplo, introduciendo un régimen fiscal progresivo o reforzando el control estatal sobre el sistema sanitario y el de las pensiones, el descontento con los impopulares recortes en el gasto público que se avecinan se dirigirá exclusivamente a este partido.

Robert Fico parece ser consciente de que tal y como se están desarrollando los acontecimientos en Europa, será necesario un mayor consenso social. Por ello, además de su deseo de disipar los temores de que se repita el caso de Budapest, el ganador de las elecciones está invitando a los perdedores a que se sienten a la mesa de negociaciones. Aunque debido a la mayoría que ha obtenido, no puede realizar un reparto de la responsabilidad.

La mayoría absoluta en la política eslovaca produce un reflejo casi atávico de colonizar todas las estructuras estatales, desde la administración pública y esos elementos estatales que generan el verdadero poder, hasta empresas de propiedad estatal, contratos públicos y medios de comunicación. Sin embargo, el descrédito internacional del Gobierno húngaro de Orbán y el propio informe Gorila de Eslovaquia deberían servir de elementos disuasorios.

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Un nuevo consenso

Si la corrupción y la arrogancia del poder superan los límites tolerables, la legitimidad de la élite política eslovaca podría quedar hecha trizas de la noche a la mañana. Por último, el impacto tras la publicación del informe Gorila incluso ha ayudado indirectamente al Smer a obtener una victoria sin precedentes. El Smer debería ser consciente de que la agenda de un Estado del bienestar debería incluir también la eliminación del riesgo de corrupción, que en última instancia perjudica a los estratos más débiles de la sociedad.

El hecho de que el SNS [partido nacionalista eslovaco] y el SMK [coalición eslovaca-húngara que representa a la minoría húngara] no hayan logrado volver al parlamento confirma que la tensión étnica no es una prioridad de la sociedad eslovaca. El reto ahora es más bien cómo ofrecer trabajos y oportunidades laborales a la juventud de habla húngara en Eslovaquia.

Las elecciones han confirmado el fracaso de las políticas basadas en la división social y étnica y en el enraizamiento de los conflictos. Los conservadores eslovacos divididos tendrán que reflexionar sobre el hecho de que los partidos de derecha con mejores resultados en las elecciones han sido los que hablaron más sobre la necesidad de más alternativas sociales ante las políticas existentes. Tras el consenso neoliberal, que incluso la izquierda postcomunista en Europa Central aceptó y ayudó a crear en las últimas dos décadas, es evidente que se está gestando un nuevo consenso, cuyo resultado será una mayor responsabilidad para lograr la cohesión social que recaerá en los más acomodados de la sociedad y en los grandes grupos empresariales.

Desde Austria

¿Político populista o de consenso?

En Austria, Der Standard señala que el escándalo de corrupción "Gorila" es el que ha decantado las elecciones. El diario vienés apunta igualmente que pese a la desconfianza general que los eslovacos muestran ante su clase política,

Robert Fico sigue siendo el político más popular. Al contrario que en su primer mandato, ha defendido una línea pro-europea y por ello obtuvo antes incluso de celebrar las elecciones el visto bueno político de Hannes Swoboda, el líder del grupo de socialdemócratas austriacos en el Parlamento Europeo. Parece realmente improbable que se convierta en un 'Orbán de izquierda', a pesar de su mayoría absoluta.

La principal "piedra de toque" que atestiguará la metamorfosis de Fico, de populista a político de consenso, será la política que aplique hacia la minoría húngara (el 9,7% de la población), afirma Der Standard:

Tras su victoria, Fico podría adoptar un enfoque más tolerante hacia una minoría húngara cada vez menos numerosa, algo que la UE espera y que no está presente desde hace tiempo, y así aislar a los extremistas de ambos bandos.

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