Liverpool (Reino Unido). Un mural conmemora a la irlandesa Agnes Jones (1832 – 1868) que fue la primera enfermera en dirigir el hospicio de Liverpool.

Los irlandeses regresan a Liverpool

El desempleo en Irlanda, tan afectada por la crisis, ha hecho que la emigración alcance su nivel máximo de los últimos 20 años. Muchos están eligiendo la ciudad portuaria británica como destino, un lugar en el que más de tres cuartos de su población nativa posee raíces irlandesas.

Publicado en 16 marzo 2012 a las 16:11
Richard Carter via Flickr CC  | Liverpool (Reino Unido). Un mural conmemora a la irlandesa Agnes Jones (1832 – 1868) que fue la primera enfermera en dirigir el hospicio de Liverpool.

Al igual que Boston y Glasgow, Liverpool ha sido durante mucho tiempo sinónimo de emigración procedente de la isla Esmeralda. Durante un tiempo, el Tigre Celta rugía y el recorrido se hacía a la inversa, a través del mar de Irlanda. Pero el panorama económico ha vuelto a cambiar y el condado de Merseyside es ahora el destino de una nueva generación de emigrantes.

Se estima que en 2012 emigrarán hasta 75.000 ciudadanos irlandeses, un nivel superior al registrado a finales de la década de los ochenta. En un país con una población de 4,5 millones de habitantes, estos cambios generan un gran interés y el Irish Times incluso ha creado el blog GenerationEmigration (Generación de emigrantes), cuyo encabezado simula un panel de salidas de vuelos en un aeropuerto.

Debido al creciente desempleo, los jóvenes, sobre todo hombres al final de su adolescencia o veinteañeros, se marchan a otros países europeos, a Australia y a Oriente Próximo para buscar trabajo. Las últimas cifras de la Oficina Nacional de Estadística indican que actualmente existen 356.000 ciudadanos irlandeses viviendo en Reino Unido, un número sólo superado por los inmigrantes polacos.

La emigración no había alcanzado unos niveles tan altos desde 1989, cuando salieron del país 44.000 personas. Su impacto quedó de manifiesto cuando la Asociación Gaélica de Fútbol no pudo formar equipos el pasado invierno porque no había suficientes hombres en la península de Dingle.

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Liverpool, con un largo historial de inmigración procedente de Irlanda, pues hasta tres cuartos de sus residentes poseen genes irlandeses, está viviendo una nueva oleada de emigración irlandesa.

Dar el paso

Michael Mulqueen, catedrático adjunto, académico y experiodista, junto a su mujer, Fidelma, compraron la casa de sus sueños en Irlanda en 2008, cuando impartía clases en la Universidad de Limerick. Sus dos hijos estaban asentados en el colegio y tenían familiares cerca, en el condado de Clare.

Entonces, le ofrecieron un trabajo como director del departamento de política y medios de comunicación en la Universidad Hope de Liverpool. “Fue una decisión muy difícil para la familia, porque no queríamos desarraigar a mis hijos”, comentaba Mulqueen. “Temíamos la inestabilidad, pero el trabajo me atraía”.

Al principio, Mulqueen iba y venía a Irlanda cada semana y contaba con el apoyo del decano de su facultad, que había vivido una situación similar. Se marchaba el domingo por la tarde y volvía junto a su familia el jueves. “Fue una época muy ajetreada, con días muy largos y desafiantes”, recuerda. “Durante la semana, hablábamos a través de Skype, pero los niños confesaron que no les gustaba mucho esta situación. Al final tomamos la decisión y optamos por emigrar”.

La familia llegó a Liverpool en febrero de 2011. Su mujer seguía trabajando en Limerick, por lo que empezó a ir y venir en la otra dirección durante unos meses. Encontrar plazas en el colegio idóneo para los niños resultó ser una tarea compleja y cree que hubiese sido mucho peor si hubiesen tenido inglés como segundo idioma. La familia ha celebrado su primera Navidad en Liverpool, están haciendo nuevos amigos y afirman que se han asentado rápidamente.

Mulqueen comenta que existen similitudes entre Liverpool y Limerick. “Aunque la regeneración de Liverpool aún no ha finalizado, se han hecho grandes avances desde que visité la ciudad a principios de los noventa. En cambio, Limerick es una ciudad que está viviendo problemas idénticos de privación social y vivienda y existen zonas en las que impera la desesperación”. Mulqueen creció en el condado de Galway, que tenía focos de exclusión social a principios de los noventa y, tras la universidad, un buen número de sus compañeros emigraron.

¿Se siente culpable por haberse marchado? Comenta que el Gobierno irlandés se ha dado cuenta de la enorme influencia de la educación en el crecimiento económico y por ello ha invertido en gran medida en este ámbito, por lo que cree que no será un problema para las generaciones futuras.

El hundimiento irlandés

Michael Noonan, ministro irlandés de Finanzas, provocó un gran revuelo en enero, cuando calificó la emigración como “una opción de estilo de vida” y dijo que no tenía nada que ver con la crisis económica. Noonan, que tiene tres hijos que viven en el extranjero, afirmó: “En Irlanda siempre ha habido jóvenes que van y vienen y algunos son emigrantes en el sentido tradicional del término. Otros sencillamente quieren salir de la isla durante un tiempo”. Luego dijo que sus palabras se habían sacado de contexto.

Alan Barrett, del Instituto de Investigación Social y Económica, describió la vuelta a la emigración como uno de los elementos más traumáticos del hundimiento irlandés. “Aparte de los años del Tigre Celta en la década de los noventa, la gente que nacía en Irlanda nunca pudo asumir que trabajaría en el país. Es algo que cambió con el Tigre Celta, pero que ahora ha vuelto a dar un giro”.

“Al igual que en anteriores épocas de emigración, Reino Unido sigue siendo uno de los principales destinos para los emigrantes irlandeses. Sin embargo, las precarias condiciones del mercado laboral de Reino Unido y la relativa fortaleza de la economía australiana hacen que Australia esté atrayendo a más irlandeses en esta oleada”, concreta Barrett.

No comparte la preocupación de que este flujo migratorio limite la posibilidad de que Irlanda vuelva a crecer económicamente. “La experiencia de las décadas de los ochenta y de los noventa nos indica que aunque la gente se marche cuando se producen épocas malas, volverán cuando las cosas mejoren”.

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