Roumiana Jeleva durante su audición en el Parlamento europeo, el 12 de enero 2010. (PE)

Jeleva o la excepción cultural búlgara

Rumina Jeleva, a quien se puso en tela de juicio por sus dudosas conexiones financieras, ha renunciado a su puesto de comisaria de Ayuda humanitaria el 19 de enero. Pero la testarudez de su gobierno por apoyarla demuestra el abismo existente aún entre Sofía y Bruselas.

Publicado en 19 enero 2010 a las 15:57
Roumiana Jeleva durante su audición en el Parlamento europeo, el 12 de enero 2010. (PE)

En ocasiones, el espíritu de contradicción, el famoso inat balcánico, puede tener una cualidad positiva. Pero en este caso concreto, no es precisamente la forma más elegante de salir del caos producido por Bulgaria en Bruselas. ¿Por qué se ha empeñado durante tanto tiempo en apoyar la desafortunada candidatura de Rumina Jeleva, que ha puesto en apuros no sólo a Sofía, sino también a la nueva Comisión Europea? Los contrafuegos encendidos por aquí y por allá, en forma de tentativas de comunicación de crisis, para decir que "la culpa era de los demás" tan sólo han complicado la tarea de las autoridades búlgaras [Kristalina Georgieva sustituye a Jeleva como candidata a la Comisión].

Sobre todo si los medios de comunicación europeos se toman en serio este asunto y se centran en algunas de las declaraciones del primer ministro Boyko Borissov que hace unos días afirmaba que "Jeleva se había desenvuelto a la perfección" [en su audiencia ante los diputados europeos el 12 de enero]. Y que él personalmente había llamado por teléfono a los dirigentes europeos para comunicárselo. "He hablado con varios jefes de Estado europeos para convencerles de que contamos con una buena candidata. He hablado con quien es necesario, no se preocupen", proseguía el primer ministro, como si se tratara de un asunto entre amigos, como si estuviera en su casa, almorzando o hablando por teléfono, y no de normas comunes que se deben respetar.

Por ello, la atención pasó de Jeleva hacia quienes la apoyan en el Parlamento: el Partido Popular Europeo (PPE, de derecha) y el jefe de la Comisión, José Manuel Barroso. Porque es evidente que todo el mundo se pregunta con quién ha hablado exactamente Borissov para convencerles de las cualidades de la candidatura búlgara. Y qué ha hecho para "echar un cable". Una vez más, hemos logrado disgustar a Europa. Nuestra falta de mesura con respecto a lo que podemos permitirnos y hasta dónde podemos llegar va a acabar con desconcertar y avergonzar seriamente a los que quieren nuestro bien e intentan ayudarnos. Dicho de otro modo, tres años después de la adhesión de Bulgaria a la familia europea, este hecho sigue siendo un choque cultural, tanto para nosotros como para nuestros socios europeos.

La audición de Jeleva ante el Parlamento europeo, el 12 de enero 2010

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PUNTO DE VISTA

El precedente búlgaro

Poco después de su nombramiento para ocupar la cartera de Asuntos Exteriores, Rumina Jeleva se comprometía a "situar a Bulgaria en el centro de la política europea". Hoy, subraya la página de información mediapool.bg, podemos decir que ha logrado su objetivo, pero sin duda no de la manera que habría deseado. Jeleva y Bulgaria se encuentran en el centro de un escándalo sin precedentes en Bruselas. Es verdad que la situación no es una novedad: no es la primera ni será la última vez que el Parlamento Europeo sustituye a un candidato. Pero es la primera vez que una candidatura demuestra una incomprensión tan evidente de los mecanismos europeos y de las costumbres en vigor en las instituciones en Bruselas. Se trata de un error de casting que puede costar muy caro al gobierno de Borissov, elegido precisamente para acabar con las prácticas dudosas de sus predecesores. Y además corre el riesgo de perder su capital de confianza tanto en Bruselas como en su propio país.

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