Un grupo de obreros termina de pintar el puesto fronterizo Kapitan Andreevo, entre Bulgaria y Turquía, en 2011.

Últimos retoques para Schengen

La Comisión Europea ha retrasado la incorporación de Bulgaria a la zona de libre circulación por falta de avances en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado. Y aunque Sofía se jacta de cumplir todas las condiciones, una investigación llevada a cabo por Troud lo desmiente.

Publicado en 10 abril 2012 a las 10:00
Un grupo de obreros termina de pintar el puesto fronterizo Kapitan Andreevo, entre Bulgaria y Turquía, en 2011.

“Una fina capa de pintura nos separa todavía de Schengen”. El primer ministro se refirió con estas palabras a nuestra adhesión al espacio de libre circulación hace un año. Aquel día, Boïko Borissov enfureció cuando una periodista austriaca le planteó si Bulgaria estaba realmente preparada, dado que se considera que es el país más corrupto y con mayor índice de criminalidad de toda la Unión Europea (UE).

“Nuestra frontera está mejor vigilada que la de muchos otros países de la UE”, respondió enfadado. Explicó que no quedaban más que unos “pequeños retoques” antes de cumplir todas las condiciones impuestas, como “una capa de pintura en un edificio administrativo”, haciendo alusión al centro de acogida de inmigrantes ilegales en la frontera turca.

Aunque ahora que el centro se ha pintado y está operativo, la decisión sobre la entrada de Bulgaria en el espacio Schengen se ha vuelto a retrasar una vez más. En esta ocasión, hasta septiembre.

Mientras tanto, según la opinión de todo el mundo, incluida la Comisión Europea, Bulgaria cumple las condiciones “técnicas” para adherirse. Es decir, cuenta con los sistemas de información, el equipo de programas informáticos, la formación de los mandos de la policía fronteriza, las herramientas de vigilancia… Todo lo que debía proveer el ministerio del Interior está listo.

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Sin agua en los puestos fronterizos

Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer, especialmente en lo relativo a la infraestructura y a la renovación de los puestos fronterizos. En este capítulo de la adhesión, las obras apenas están dando sus primeros pasos, tal y como ha podido comprobar la investigación de Troud.

En Vrachka Tchuka y Bregovo, por ejemplo, los dos puestos fronterizos con Serbia en el noroeste del país, se calcula que son necesarios 500.000 leva [la mitad, 250.000, si se piensa en euros] para obras de acondicionamiento. Cuando llegamos a Vrachka, los funcionarios nos informan de que no tienen agua por una avería en la red de suministro. Por lo visto, es algo que sucede con frecuencia. A eso se añade que dispone de una instalación eléctrica obsoleta, baños en un estado lamentable y habitaciones con puertas desvencijadas. “Todavía nos queda mucho por hacer”, reconoce el prefecto Tzvetan Videnov.

Hace falta asfaltar, volver a poner señalización y, last but not least, construir una nueva garita, tal y como lo atestigua el boquete abierto para acoger sus futuros cimientos… La situación es idéntica en Bregovo, pero allí las obras ni siquiera han comenzado. “Se hará para verano”, se compromete el prefecto.

Obras muy caras

El puesto fronterizo de Malko Tarnovo con Turquía se abrió el 16 de mayo de 1970. Desde entonces no se ha reformado. Y todo data de aquel entonces: los muebles, el papel pintado de la pared, la pintura… También deben realizarse reformas en Kapitan Andreevo, el puesto de paso más importante con Turquía.

Hoy en día, el edificio de la antigua tienda de productos exentos de impuestos se ha transformado en almacén. En su momento, acogerá las oficinas del nuevo Centro de Contacto entre Bulgaria, Turquía y Grecia, que se ocupará de las situaciones de crisis, como las inundaciones o los flujos masivos de inmigrantes. Está previsto que las obras comiencen el próximo mes de septiembre y tienen un presupuesto de medio millón de leva [alrededor de 257.000 euros].

En la otra punta de Bulgaria, en Dunav Most, el principal puesto fronterizo con Rumanía, sobre un puente del Danubio, esperan conseguir también más medios. En la vertiente rumana, está previsto realizar obras sobre el puente, lo que preocupa tremendamente a los responsables búlgaros. “A la fuerza se van a producir atascos monstruosos y se generarán filas interminables de camiones”, se queja Vesko Marinov, adjunto del prefecto de Roussé.

Con Schengen en perspectiva, el conjunto de este puesto fronterizo deberá replantearse para poder satisfacer las necesidades de control único entre los Estados miembros. Las instalaciones se han quedado obsoletas, por lo que la construcción de otras nuevas se considera un imperativo. En este caso, se calcula que las obras costarán unos cinco millones de leva, la cantidad más alta, con diferencia, para conseguir la etiqueta de “Estado miembro de la zona Schengen”.

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