Radosław Sikorski, el 22 de marzo de 2010 en Bruselas.

Radosław Sikorski, Europa a marcha forzada

El jefe de la diplomacia polaca se posiciona cada vez más como una figura influyente en el ámbito europeo. Pero su activismo a menudo va acompañado de una impulsividad y de unas posturas que recuerdan mucho a un tal Nicolas Sarkozy.

Publicado en 13 abril 2012 a las 10:16
Radosław Sikorski, el 22 de marzo de 2010 en Bruselas.

A juzgar por el discurso que pronunció Radosław Sikorski ante la Dieta [Cámara polaca, el 29 de marzo], se podría creer que Polonia se está convirtiendo en una pequeña superpotencia europea: con una situación política estable, con Alemania como socia privilegiada, una sucesión de éxitos en la Unión y una creciente influencia en el Este.

En su discurso de una hora de duración, el jefe de la diplomacia no se limitó a autopromocionarse, sino que además hizo comentarios sobre la noción de soberanía nacional y sobre su visión de una Europa federal, con obligadas referencias a Valéry, Havel, Kołakowski, Hume, Juan Pablo II, San Juan, Wittgenstein y cómo no, a Sikorski.

Sin embargo, no hizo ninguna referencia a Nicolas Sarkozy. El ministro polaco no es ni mucho menos un admirador del presidente francés. Pero esto no impide que estos dos hombres tengan más de una característica en común: tanto uno como otro son personas hiperactivas que multiplican iniciativas con resultados modestos.

Son profesionales, pero su impulsividad a veces les juega malas pasadas. Unas veces seducen con su galantería y otras sorprenden por su grosería. Los dos son tan capaces de describir visiones políticas de gran alcance como de atribuirse el resultado de un trabajo colectivo. No se privan de dirigir críticas a los demás, pero no soportan recibirlas.

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Un ministro omnipresente pero con límites

Es cierto que al ministro Sikorski no se le puede reprochar que sea inactivo, pues, por así decirlo, ha reconstruido el ministerio de Exteriores tras la salida de Anna Fotyga [ministra entre 2006 y 2007] y ha modernizado la política exterior con respecto a la época de Bronisław Geremek [ministro de 1997 a 2000]. Sikorski es omnipresente, pero el poder de Polonia en el ámbito internacional, que depende de factores exteriores y no controlables, no parece aumentar al mismo ritmo que la energía de nuestro ministro.

No obstante, éste sigue confiando en sus capacidades y claramente le cuesta reconocer sus límites. Así, al evaluar el impacto de su "discurso de Berlín", (un discurso titulado “Poland and the future of the European Union", Polonia y el futuro de la Unión Europea, pronunciado el 28 de noviembre de 2011 en Berlín), insinuó que su intervención fue lo que hizo que Alemania modificara su postura sobre la función del BCE en el rescate de los bancos y que incluso influyó en la elección de Joachim Gauck como presidente alemán. Nada más y nada menos.

Visiones alentadores del futuro pero poca lucidez

Al igual que Sarkozy, Sikorski ha vivido momentos de gloria: este discurso de Berlín hizo que se escuchara a la presidencia polaca de la UE, algo que no había sucedido antes. Sin embargo, esta parte positiva se contrarresta con otra negativa, ya que ciertos comportamientos del ministro nos dejan literalmente sin palabras: uno de los ejemplos más recientes fue su "intervención diplomática" en el Hotel Adlon de Berlín, ante la ausencia de cadenas polacas en la oferta televisiva del hotel. Cuando por una razón similar el ministro se sirve de un correo oficial y luego se jacta de ello en Twitter, esto hace pensar que para él este es el significado de la diplomacia. Pero esto sólo sería un malentendido.

Sería preferible que el ministro dejara a los demás que elogien su política y se limitara a precisar cuál será la medida de su éxito en los próximos meses. Tal y como declaró el propio ministro: "Necesitamos una evaluación pragmática de nuestro potencial y de nuestras posibilidades de acción". Sin embargo, su exposición carecía de lucidez; y a poco que Polonia se lleve una sorpresa desagradable, por ejemplo, que los fondos que se le concedan en el futuro presupuesto comunitario sean considerablemente inferiores a lo que se espera, la propaganda de los éxitos futuros se volverá en contra de su creador. Recordemos que Sarkozy también presentó visiones muy alentadoras del futuro. Pero no se han hecho realidad y por ello hoy paga un alto precio.

Contrapunto

Varsovia, nuevo grande de Europa

“Hay que leer y escuchar”: es lo que afirmó Sikorski ante la Dieta polaca, asegura Le Monde. El diario parisino opina que este discurso

“consagra el lugar inédito que ocupa Polonia dentro de la UE; refleja una visión de Europa y de su periferia que apenas se encuentra entre la clase política francesa, acechada por el egocentrismo. La integración que desea Varsovia se aleja del "federalismo utópico", según Sikorski. Nada de crear un "súper-Estado burocrático". Polonia apuesta por la fusión de los puestos de presidente de la Comisión Europea y de presidente del Consejo, elegido por el Parlamento o por sufragio universal.

Le Monde señala que Varsovia ha realizado “un acercamiento entre Varsovia y Berlín, vertiginoso si se tiene en cuenta la historia”, se erige como “heraldo de la virtud presupuestaria” y dirige “una política menos compleja, simbolizada por la asociación oriental iniciada con Suecia y dirigida a los países del vecindario postsoviético”. En resumen, Polonia se convierte en una “nuevo grande de Europa”.

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