No hace tanto, si alguien hubiera dicho que un personaje como François Hollande podía encarnar la esperanza de millones de europeos en un comienzo de rebelión contra el asfixiante estado de las cosas, habría sido tomado por loco.
Nada en su físico de probo funcionario o comerciante, en su carácter pragmático y consensual o en su visión política de tibio centroizquierda, hacen de Hollande un genio del panache como Cyrano de Bergerac, un gigante histórico como De Gaulle o un artista florentino de la política como Mitterrand. Y sin embargo, signo de estos tristes y mediocres tiempos, Hollande es ahora percibido a lo largo y ancho del Viejo Continente como el único Astérix posible que, desde la siempre indómita aldea gala, se alce contra el imperio germano de la austeridad y los recortes, y proponga el estímulo del crecimiento y el empleo como primer objetivo económico colectivo.
Para leer el artículo completo visite El País.
Contrapunto
La misma vieja receta francesa
“Al contrario que el resto de los países mediterráneos, Francia sigue aferrándose a la idea de que la actual crisis europea se debe a la globalización, al libre mercado y al capitalismo anglosajón”, escribeRzeczpospolita. A pesar de todas las diferencias que pueden establecerse entre los distintos candidatos a las elecciones presidenciales francesas, todos creen que “la mejor manera de salir de la crisis es subir los impuestos, vender más bonos del Estado y combatir la competencia de los fontaneros polacos (o del mendigo romanos o del parado tunecino)”.
Según el diario conservador polaco, esto puede acarrearle problemas a Europa, especialmente si Francois Hollande se alza con la victoria, porque tiene una visión radicalmente distinta de Europa de la que defiende Angela Merkel y pretende estimular la economía subiendo los impuestos y aumentando el gasto público. Si resulta ganador, recoge Rzeczpospolita, también podría “avivar los ánimos de la izquierda europea” y anunciar un “viraje radical de la política [hacia la izquierda] en Europa”, según se desarrollen las próximas elecciones en Grecia y, posteriormente, en Holanda y Alemania en 2013.