''Yo no pago". Manifestación de funcionarios en Atenas el 11 de febrero de 2010 (AFP)

Es la hora del sacrificio

Los Veintisiete se reúnen en Bruselas para intentar salvar la economía griega. En Atenas, la cura de austeridad económica que ha anunciado el gobierno no satisface a todos. Pero en un país en el que el Estado se siente impotente ante el fraude fiscal generalizado, parece inevitable un cambio de costumbres.

Publicado en 11 febrero 2010 a las 16:48
''Yo no pago". Manifestación de funcionarios en Atenas el 11 de febrero de 2010 (AFP)

"Ayer, mi jefe me dijo que me jubilaría a los 60 años, en lugar de a los 58. ¿Qué se cree, que soy español? ¡Qué te apuestas a que al final nos implantan el sistema estadounidense aquí, en Grecia, la cuna de Europa! Es increíble. ¡Prefiero morirme antes de verlo!" Nicos Anvaris, de 52 años, obrero de la construcción, salía a la calle ayer por la mañana [10 de enero] bajo la llovizna y se congregaba en la plaza de la Constitución de Atenas junto a varios miles de manifestantes. Tanto Nicos y sus compañeros, como los 700.000 funcionarios y el sindicato Adedy, afiliado al último Partido Comunista Estaliniano de Europa (el KKE), no aceptan ni la austeridad salarial ni los "sacrificios injustos e ineficaces", como los denomina el sindicato.

En Grecia, la huelga forma parte del día a día. Sin embargo, la de ayer tenía un tono peor del habitual. El Estado griego se encuentra sin fuerzas, arruinado, a la deriva. El primer ministro Papandreu, que acaba de ser elegido, se encuentra entre la espada y la pared. El euro se hunde, porque los especuladores afirman que su administración está en quiebra. La "cuna de Europa" tiene que pedir ayuda a Bruselas. Lo que está en juego es gigantesco: a partir de ahora, las masas de capitales que cazan presas débiles se enfrentan ahora a los Estados.

El divorcio de los griegos y el Estado

Entre la multitud de manifestantes de Atenas, nadie lo ignora. Pero individualmente, les da igual. Es como si el "Estado griego" y "los griegos" fueran dos conceptos perfectamente desconectados. "Desde la posguerra, Grecia no ha tenido Estado", explica Hélène Ahrweiler, presidenta del Teatro Nacional de Atenas. "Los políticos gestionan instituciones e infraestructuras que no funcionan. El gran problema de Grecia es la ausencia de Estado".

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Es cierto, los 11 millones de griegos no son pobres. Pero Grecia sí lo es. Porque nadie o casi nade paga sus impuestos. En el elegante barrio de Kolonaki, cada mañana acuden al café Dakapo médicos, arquitectos, altos funcionarios e industriales que declaran 10.000 euros de ingresos anuales. Cada uno posee al menos una residencia en Miconos, otra en Hydra, apartamentos de lujo en la capital, coches deportivos y residencias, cuentas bancarias en el extranjero. La "élite" griega practica la evasión fiscal con la misma pasión con la que juegan los principiantes al golf. Los menos ricos se las arreglan de otra forma para arruinar a su país a fuego lento.

Una sociedad cada vez más individualista

El Banco Mundial estima que el 35% de la economía griega funciona "en negro". Los economistas locales afirman que este porcentaje está suavizado. Por cierto, cuando se le pregunta a uno de ellos cuál es el salario medio del país, se ríe a carcajadas. El salario mínimo es de 700 euros al mes. "Pero eso no significa nada, porque cada uno tiene dos o tres empleos", explica Richard Someritis, editorialista del diario de centro-izquierda To Vima. Esto ocurre especialmente entre los funcionarios griegos, que representan el 32 % de los asalariados y el 40 % de los gastos públicos. "Siete de cada diez funcionarios no trabajan en este país", afirma Gikas Hardouvelis, profesor de economía en la universidad de Atenas. Y sin embargo, reciben primas por "utilización de ordenador", "responsabilidad"… Los aduaneros griegos incluso han logrado una prima por llegar puntuales al trabajo. La mayoría de estas primas están exentas de impuestos, pero a menudo duplican los salarios. El señor Someritis afirma indignado "En Francia tienen al menos trenes que funcionan. Aquí, lo único que hay son déficits".

Se supone que Papandreutiene la intención de publicar en breve en los diarios las listas de los mayores defraudadores del fisco, un método que podría marcar el fin de la evasión fiscal. Además de la vuelta a un mínimo de justicia en lo que respecta a los impuestos. De momento, Papandreu cuenta con el apoyo del 60 % de los griegos. Queda mucho por hacer, porque la crisis en Grecia no es económica, sino política y social. "Hemos perdido la cohesión social", explica el escritor Takis Theodoropoulos, "hemos pasado de repente de una sociedad comunitaria a una sociedad supuestamente abierta, es decir, individualista, dura y violenta. Es increíble. Los griegos son como niños". Berlín, París y Washington ahora exigen que el niño crezca rápido. Muy rápido.

PANORAMA DE ATENAS

Una cumbre crucial para salvar a Grecia

Esta mañana, todos los diarios griegos recogen la misma imagen en primera plana. Nicolas Sarkozy y Yorgos Papandreu en la escalinata del Elíseo, como símbolo de la ayuda que las grandes potencias europeas están prestando a Grecia. “Un cálido recibimiento en un París cubierto por la nieve” titulaTo Vima, quien también recuerda que “el apoyo político de Nicolas Sarkozy es fundamental para el país”. Asimismo, el diario ateniense evoca el “maratón telefónico” entre los ministros de Economía y los demás responsables europeos que ha precedido a la cumbre extraordinaria de los jefes de Estado y gobierno de los Veintisiete, del 11 de febrero, “para pulir el plan de rescate”. Grecia, que se encuentra entre la espada y la pared, se verá obligada a aplicar medidas draconianas para sanear sus cuentas, afirmasu homólogo conservador, el diario Kathimerini, para quien “el resultado dependerá fundamentalmente de Papandreu: el gobierno ha tardado demasiado en tomar medidas, algo que ha fomentado los problemas económicos” añade el diario. Además, comenta que las medidas que deberán instaurarse “podrían avivar el descontento social”.

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