No es difícil comprender por qué el Sinn Féin vuelve a plantear la cuestión de la unidad irlandesa. El reciente acuerdo sobre la devolución de los poderes policial y de justicia de Westminster a Belfast selló un proceso de quince años con el que los líderes republicanos han llegado a la estructura de poder en Irlanda del Norte. Éstos han realizado reformas ambiciosas, como la retirada de las tropas británicas y otros avances antes impensables en derechos civiles e igualdad.
Pero para muchos partidarios del Sinn Féin, el objetivo central del republicanismo irlandés, es decir, el fin del dominio británico en el norte y la reunificación de Irlanda, parece estar más lejos que nunca. Esto aviva la campaña armada de los republicanos disidentes, que parecen mantenerse por mucho que parezcan marginados políticamente. Tal y como expuso un líder del Sinn Féin en febrero, en la conferencia de Londres sobre la unidad irlandesa, el Acuerdo de Viernes Santo fue "un arreglo, no una resolución" y "la causa subyacente del conflicto persiste".
La situación extrema favorece la unificación
Mientras, los unionistas han aprovechado el derrumbe de la anteriormente elogiada economía del Tigre Celta del sur para burlarse de la posibilidad de cualquier movimiento hacia la unidad irlandesa. Se preguntan qué motivos tendrían ahora los norteños para unirse al caso perdido del sur o el sur para responsabilizarse de las subvenciones de los contribuyentes de Gran Bretaña para el norte desindustrializado. Pero, tal y como argumentó el antiguo economista de la City Michael Burke, la situación nunca ha sido más favorable para la reunificación y la independencia como ahora.
El control y la dependencia con respecto a Gran Bretaña han sido desastrosos para la economía de Irlanda del Norte, donde el nivel de vida era comparable al de Gran Bretaña en el momento de la división en 1921 y más que superior al del sur. Ahora se encuentra muy por debajo de la media británica y es considerablemente inferior al del sur. Incluso después del estallido de la burbuja especulativa de la República, los ingresos medios semanales seguían siendo de 593 € en el sur a finales del pasado año, mientras que en el norte eran de 398 € y de 442 € en Gran Bretaña. Irlanda cuenta con recursos más que suficientes para financiar un servicio sanitario nacional, señaló Burke, sólo es necesario que los políticos se convenzan de que sus amigos también deben pagar impuestos.
Unidad irlandesa para fortalecer la economía
En la conferencia de Londres volvieron a tratarse temas recurrentes como el carácter disfuncional de la división para la economía y la tendencia demográfica hacia una mayoría nacionalista en el norte. Pero el Sinn Féin insistió igualmente en la necesidad de "reconciliación entre el Naranja (los unionistas) y el Verde (los nacionalistas)" así como de convencer a los unionistas de que la unidad irlandesa es en su propio interés económico y social. Incluso después de más de una década de proceso de paz, fue sorprendente escuchar al Sinn Féin insistir en que la Orden de Orange, el azote sectario de los católicos y de los nacionalistas del norte durante décadas, es "parte de nuestra identidad como pueblo".
En la economía global del siglo XXI, sin duda la unidad irlandesa tendrá un significado distinto al que tenía durante el punto álgido del conflicto armado hace una generación. Pero no cabe duda de que es justa la convicción expresada en la conferencia de Londres de que la reunificación irlandesa es inevitable. La cuestión crucial en este lado del mar de Irlanda es si Gran Bretaña contribuirá a este proceso o lo entorpecerá.