Centro de almacenamiento de gas natural de la empresa alemana E.ON en Hajdúszoboszló (Hungría) (AFP)

El largo camino hacia la solidaridad energética

Con el fin de evitar las dificultades de abastecimiento que se han vivido en los últimos inviernos, la Unión Europea estudia un plan de asistencia mutua entre los Estados miembros. Pero según expone Rzeczspospolita, los métodos de intervención no satisfacen a todos y no todos los Estados miembros están dispuestos a aceptarlos.

Publicado en 17 marzo 2010 a las 15:12
Centro de almacenamiento de gas natural de la empresa alemana E.ON en Hajdúszoboszló (Hungría) (AFP)

El 18 de marzo, la Comisión de Industria, Investigación y Energía (ITRE) del Parlamento Europeo debe adoptar la versión final de la proposición de la normativa que tiene como fin garantizar una reacción rápida y eficaz de la UE en caso de crisis energética. El principal problema es que está lejos de estar regulada la cuestión clave, es decir, el límite a partir del cual la UE debe activar el estado de emergencia comunitaria. Las propuestas de compromisos planteadas hasta ahora tan sólo recogen las normas en vigor y no se corresponden con las expectativas, sobre todo con las de Polonia.

"Pensamos que la UE debe activar el sistema de asistencia desde el momento en el que un Estado no disponga del 10 % de su abastecimiento de gas procedente de otro país", declaró al respecto el eurodiputado Jacek Saryusz-Wolski (PPE). Precisa que el compromiso propuesto prevé la activación de la ayuda comunitaria únicamente cuando se registre un descenso del suministro del 20% en el nivel de la UE y que el principio del límite del 10% tan sólo se aplica a ciertas zonas geográficas.

Un sistema de apoyo mutuo

El resto de disposiciones del texto, en especial las relativas a los medios de acción comunitaria en caso de crisis, suscitan menos polémicas. Se trata de establecer un sistema de apoyo mutuo, que permita liberar las reservas de gas y de llevarlo hasta los países que lo necesiten. Algunas de las medidas impulsadas por Polonia ya cuentan con la aprobación de la mayoría, como la función de la Comisión Europea en la gestión de crisis o la introducción del mecanismo de solidaridad energética.

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De este modo, ante una emergencia, los países de la UE deberán desbloquear sus reservas y la función de la Comisión será la de facilitar el proceso. El texto también prevé que, en un plazo de cuatro años, los principales gasoductos de la UE deberán disponer de interconexiones con capacidad para invertir el flujo y poder dirigir el gas donde sea necesario en caso de emergencia energética.

¿A qué se debe la urgencia comunitaria?

En lo que respecta a la polémica cuestión sobre el límite para activar la emergencia comunitaria, es decir, esperar a que el suministro de gas importado se reduzca un 20% para activar las medidas, un gran número de expertos estiman que perjudicaría a Polonia. Si, tal y como se contempla, nuestro país se encontrara en la misma zona geográfica que Alemania y los países bálticos, no habría motivos para implantar el mecanismo de apoyo de la Unión, aunque nos faltaran 1.500 millones de metros cúbicos de gas. Efectivamente, en la escala de esta zona geográfica, sería necesario que se produjera una reducción de alrededor de 7.000 millones de metros cúbicos para que se activara la acción de emergencia comunitaria.

Por otro lado, la ayuda debería garantizarse en la región y por lo tanto debe proceder de uno de los países vecinos. Y en nuestra zona, sólo Alemania tendría esta posibilidad. Tras la primera lectura en el Parlamento, probablemente en mayo, la normativa deberá aprobarse en el Consejo, donde se espera que se realicen más enmiendas. Existen sobradas razones para pensar que los países miembros que no sufran problemas de abastecimiento de gas y a los que no les hayan afectado las recientes crisis energéticas no se mostrarán a favor de la idea de la solidaridad energética europea. Por otro lado, para la mayoría de los países de la UE la seguridad energética de Europa está estrechamente relacionada con el gasoducto Nord Stream construido conjuntamente por los alemanes y los rusos, a los que pronto se unirán los franceses.

El Grupo de Visegrád

Unidos para acabar con Moscú

Ante la hegemonía franco-alemana en el proceso de decisión de la Unión Europea, incluido el sector energético, los países pertenecientes al Grupo de Visegrád (Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría) refuerzan sus vínculos, tal y como destaca The Economist. Su dependencia con respecto al gas y al petróleo ruso les ha impulsado a establecer una serie de interconexiones de norte a sur en los gasoductos que recorren sus países de este a oeste, para enlazar por una parte Hungría a Rumanía y a Croacia y por otra, Polonia a Croacia. Según la revista, el gasoducto Nabucco que debe unir los yacimientos del mar Caspio a Europa pasando por Turquía, deberá completar la red. "Este grupo además plantea la necesidad de una directiva europea sobre la asistencia mutua ante crisis energéticas", escribe The Economist, pero añade que "quedan aún muchos obstáculos que superar y uno de ellos es Rusia, que intensifica su cooperación con empresas energéticas condescendientes en Francia, Alemania e Italia […] y que apoya el proyecto del gasoducto South Stream", competidor de Nabucco. Sin embargo, el principal obstáculo, según concluye la revista, es de ámbito doméstico, ya que "la creciente competencia que plantean las interconexiones socavan las cuotas de mercado de las empresas energéticas acostumbradas a la comodidad de los monopolios nacionales. Los gobiernos de Visegrád pueden quejarse de los europeos occidentales, pero tienen muchas batallas que librar en su frente interno".

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