Colegio electoral en Budapest durante las elecciones de la UE de 2009.

Centroeuropa, ¡a votar!

Las urnas están que arden en el antiguo imperio austrohúngaro y en Polonia. El próximo mes se celebrarán elecciones en Hungría, en la República Checa, en Eslovaquia y Austria, así como en Polonia, donde elegirán a su presidente en otoño. Cinco intelectuales comentan las próximas elecciones en sus respectivos países.

Publicado en 31 marzo 2010 a las 14:24
Colegio electoral en Budapest durante las elecciones de la UE de 2009.

Hungría (Elecciones legislativas convocadas para el 11 y el 25 de abril): la izquierda se queda sin fuerzas

En Hungría las elecciones son un “deporte nacional” que dispara la adrenalina. Los espectadores se reúnen delante de la televisión con un pack de cervezas y movidos por la misma pasión que durante la copa de Europa de fútbol, siguen y comentan el desarrollo de las elecciones en las distintas župa (provincias). La derrota del partido socialista después de ocho años en el poder parece inevitable. Al parecer, la diferencia de votos entre el principal partido de la oposición, el Fidesz, y la derecha radical será el elemento clave de las próximas elecciones parlamentarias. En este momento la izquierda se dedica literalmente a mendigar los votos. Utiliza el argumento de la amenaza fascista. Vocifera con las manos y los bolsillos vacíos preguntándose por qué la opinión pública no sabe valorar el europeísmo de los socialistas y de los liberales. Pase lo que pase, los futuros vencedores no dispondrán de un gran margen de maniobra debido a la ingente deuda del Estado. Pero, ¿qué importa quien gane las elecciones? Ya que en previsión de estas dos veladas —durante las cuales la televisión retransmitirá durante toda la noche el recuento de votos y el anuncio de los resultados oficiales— las cervezas ya están enfriándose en la nevera. Attila Pató (Eeditor y profesor de filosofía en la Universidad de Pardubice y en la Universidad de Nueva York en Praga.

Polonia (elecciones presidenciales previstas para finales de septiembre o principios de octubre): un pequeño presidente y un gran jefe de gobierno

El primer ministro Donald Tusk podría hacerse en un año con más poderes que cualquier político polaco desde 1989. Entonces, ¿a quién le molesta hoy el nombre del presidente alemán? A nadie. Polonia seguirá igual si Tusk, que dirige también el partido Plataforma Cívica, actualmente en el poder, consigue poner en marcha su plan. Las incesantes peleas que lo enfrentan al presidente de la República, Lech Kaczyński, a quien la Constitución actual otorga el poder de paralizar el trabajo del gobierno, lo han convencido de que debía elegir: o bien se convertía en presidente de Polonia, o bien limitaba los poderes del jefe del Estado. Y parece haber optado por la segunda solución. Según los sondeos, contaría con el apoyo de un número suficiente de parlamentarios para reformar la Constitución en este sentido. Poco importará entonces si Lech Kaczyński (lo cual no se descarta) o uno de los dos candidatos de Plataforma Cívica ganan las presidenciales, ya que los tres comparten la misma opinión sobre la mayoría de los asuntos: el papel de Polonia en la Unión Europea y en la OTAN (que hay que reforzar), la adopción del euro (pero sin prisas), las relaciones con Rusia (falta de motivación), la lustración (sí, es necesario descubrir a los antiguos hombres del régimen comunista), la “descomunización" (¡a “desconmunizar”!), la Iglesia católica (hay que protegerla), el aborto (más bien prohibirlo), los gays (¿gays? ¿dónde?). Aleksander Kaczorowski (Periodista y bohemista especializado en lengua y cultura checas y redactor jefe adjunto de la edición polaca de Newsweek).

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Austria (presidenciales el 25 de abril): una candidata al más puro estilo alemán

Heinz-Christian Strache es el joven líder de ojos azules del Partido de la Libertad (FPÖ) que ha tomado el testigo tras la muerte del histórico líder del partido populista, Jörg Haider, y esconde un as en la manga. Ha decidido presentar su propia candidatura a las próximas elecciones presidenciales federales que se celebrarán el 25 de abril; elecciones que, de por sí, no tienen demasiada importancia. Por su parte, Barbara Rosenkranz, procedente de sectores nacionalistas, es especialista en el arte de la provocación. Cuando se le pide que defina su profesión responde “mujer de mi casa”, y es que tiene diez hijos, todos ellos con un nombre elegido de entre los del panteón germánico. En la próxima batalla electoral, su anti-europeísmo debería valerle el apoyo del Kronen Zeitung, el periódico más leído en Austria. ¿Una madre “germanizante” dispuesta a desafiar al presidente saliente Heinz Fischer? Las aguas políticas, cada vez más revueltas, azotan una isla que desde hace ya muchos años no es, en absoluto, la de la felicidad. Barbara Tóth (Escritora y periodista. Trabaja para la revista austríaca Falter).

Eslovaquia (elecciones legislativas el 12 de junio): un panorama que recuerda a Vancouver

Las elecciones parlamentarias bien podrían ser la primavera de la esperanza. El primer ministro saliente, el populista Robert Fico, probable vencedor, deberá buscar a sus socios de coalición fuera del HZDS, el partido nacionalista de Vladimír Mečiar hoy en día debilitado. Al parecer su actual socio no obtendría ningún escaño en el Parlamento, al contrario de lo que sucedería con el amb icioso partido de nueva creación Libertad y Solidaridad (SaS), así como con otros dos partidos de la minoría húngara que podrían superar la barrera del 5% de los votos. En la escena política nos encontramos con un panorama que recuerda al de Vancouver: al igual que sucedió con el hockey sobre hielo en los últimos Juegos Olímpicos, reina el miedo a que suceda lo peor, la esperanza del éxito inesperado y, finalmente, unos magníficos resultados dignos de celebración oficial y con los que sólo es posible sentirse decepcionado [Eslovaquia obtuvo el cuarto puesto, tras Estados Unidos, Canadá y Finlandia] Juraj Kušnierik (Redactor jefe adjunto del semanal Týžden).

República Checa (legislativas, 28-29 mayo): el fin del orgullo

Los dos personajes más destacados de la política checa contemporánea, Václav Havel y Václav Klaus, han escondido durante mucho tiempo, gracias a su carisma, el estado real en el que se encuentra la sociedad checa. No ha sido sino con el líder de los socialistas y probable futuro vencedor de las legislativas, el populista Jiří Paroubek, que la verdadera situación ha salido a la luz. Tras las elecciones, la élite nacional podrá encontrarse finalmente cara a cara con la verdad: la población, en su mayoría, no ve con buenos ojos ese nivel de cooperación con Occidente, considerado omnipotente. Tampoco quiere la vigilancia americana, ni que se envíen solados a Afganistán. Prefiere que el dinero que se invierte en tanques y aviones de combate les sirva para poder comer bien. La mayoría de la población no tiene ganas de ahorrar para la vejez ni quiere tener que poner de su bolsillo en las farmacias o en la consulta del médico. Se siente como una víctima a quien las élites han de cuidar. Es muy probable que los populistas checos no lleguen a venderle a los electores esta historia de un "zar bueno que se ocupa de las bábuška [abuelitas rusas] y de las condecoraciones", pero mucho me temo que estamos mucho más cerca de la Eslovaquia de Fico de lo que hemos querido reconocer en el transcurso de estos últimos veinte años. Petr Kamberský (Periodista y columnista en el diario Lidové Noviny).

REPÚBLICA CHECA

Movimientos a la derecha

A nueve semanas de las legislativas, la derecha checa, a la que los sondeos otorgan la derrota, es presa de cambios radicales: el líder del Partido Democrático Cívico (ODS), Mirek Topolánek, ha sido conminado a abandonar el frente del movimiento. El ex-primer ministro se ha visto "acribillado" por sus camaradas de partido, tras la proliferación de meteduras de pata y escándalos referentes a su persona o al ODS. El número dos del partido Petr Nečas, mucho más presentable, ha ocupado su lugar, lo que no ha impedido a su nuevo adversario de derechas, el TOP 09, lanzar su campaña con un cartel alusivo a Topolánek, donde aparece una radiografía del líder del TOP 09, el ex-ministro de Asuntos Exteriores, Karel Schwarzenberg, reconocible por su célebre pipa, acompañado del eslogan “El primer ministro tiene que ser transparente”. El 30 de marzo, el TOP 09, al que los sondeos sitúan en cuarta posición a nivel nacional, presentó su programa, que, según apunta Lidové Noviny, el ODS —su socio potencial en el caso de una eventual coalición— se ha apresurado a criticar junto al Partido Social Demócrata, al que se da por vencedor en los sondeos. Ambos acusan al programa electoral del TOP 09de “populismo de derechas”, y a los recortes presupuestarios previstos, de “antisociales”.

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