¿Qué es el globish? Para mí, todo comenzó en 2005, cuando el Jyllands Posten, un diario danés, publicó unas caricaturas del profeta Mahoma, lo cual desencadenó disturbios que costaron la vida a 139 personas. Quizás la reacción más extraña ante esto haya sido la manifestación de fundamentalistas musulmanes frente a la embajada danesa en Londres. Con lemas en inglés, los manifestantes blandían pancartas con fórmulas tales como “Vikings Beware!”, “Butcher Those Who Mock Islam” y “Down with Free Speech” (“¡Vikingos cuidado!”, “Masacren a los que se burlan del Islam” y “Abajo la libertad de expresión”). Esta colisión entre el Corán y los Monty Python no es más que la expresión de un cambio radical en el modo de expresarse en un mundo unificado por internet. ¿Es posible imaginar una demostración más surrealista de la preponderancia del inglés en el mundo que una manifestación de musulmanes que, en Londres, amparados por una antigua libertad inglesa, reclaman en inglés justamente que esta tradición liberal que les permite manifestarse sea abolida?
Una tercera fuerza lingüística que se impone
Más tarde, en 2007, Jean-Paul Nerrière, un antiguo directivo de habla francesa de IBM, publicó un artículo en el International Herald Tribune, en el que describía al inglés y a su extensión internacional como el “dialecto mundial del tercer milenio” y además le daba un nombre. Mientras trabajaba en Japón en los años 90, Nerrière se dio cuenta de que, durante las reuniones, los hablantes de inglés como lengua extranjera lograban comunicarse mucho mejor con los clientes coreanos o japoneses que los representantes británicos o americanos, para quienes el inglés era su lengua materna. El inglés estándar, claro está, era estupendo para las sociedades de habla inglesa pero, fuera, en nuestro ancho mundo, el “inglés descafeinado”, no autóctono, se había convertido en un fenómeno planetario. Presa de un golpe de inspiración, lo bautizó “globish”. La idea de Nerrière no tardó en encontrar seguidores. Ben Macintyre, periodista de The Times, cuenta cómo, mientras esperaba un vuelo para Nueva Delhi, escuchó una conversación entre un miembro de los cascos azules españoles y un soldado indio.
“El indio no hablaba español, el español no hablaba panyabí. El idioma que hablaban era una forma de inglés totalmente simplificada, sin gramática ni estructura, pero totalmente comprensible, tanto para ellos como para mí. Fue ahí cuando comprendí que lo que hablaban era globish, el idioma más reciente y también el más hablado en el mundo”. Nerrière desarrolló este concepto en dos libros en francés, Découvrez le globish y Don’t Speak English, Parlez Globish, en los que propone un léxico globish: las 1.500 palabras indispensables para la comunicación internacional y los giros no idiomáticos que podrían llegar a utilizar más de dos mil millones de hablantes de inglés no nacidos en un país de habla inglesa. “El globish va a limitar considerablemente la influencia del inglés”, afirmó tiempo después. Dicho de otro modo, el globish no es solamente un idioma vehicular, es una tercera fuerza lingüística, que se impone en los inicios del tercer milenio.
El globish como fenómeno modernizador y liberador
En tiempos del Imperio, el inglés británico tuvo supremacía mundial durante todo el siglo XIX. Luego, América se adueñó de su poder e influencia durante el siglo XX. Durante la guerra fría, la cultura y los valores angloamericanos se transformaron en un elemento de la conciencia planetaria, tanto como el motor a combustión. De 1945 a 1989, no hubo transacción en el mundo moderno que no se realizara en inglés, de una forma u otra. Pero su aura terminaba siempre manchada por la turbia asociación con el imperialismo británico y la Pax Americana. Sin embargo, pareciera que todo esto es parte del pasado. En el siglo XXI, la lengua y la cultura inglesa fueron separadas de su controvertida herencia, fueron disociadas del trauma post-colonial. Una nueva revolución cultural se pone en marcha: la aparición del inglés como herramienta de comunicación global cuyo alcance supranacional lo separa de sus orígenes angloamericanos.
Es por el globish que los indios, chinos y no pocos africanos eligen el inglés como fenómeno liberador y modernizador. El año pasado, el gobierno de Ruanda de habla francesa no solo se presentó como candidato para entrar en la Commonwealth británica, sino que también eligió el inglés como lengua oficial. Fenómenos tales como Twitter, la revolución verde iraní y Slumdog Millionnaire pueden ser percibidos como distintas facetas de la sociedad “globish-parlante”. Desde el punto de vista de internet, su aparición como vector de comunicación a nivel planetario, independiente de sus raíces angloamericanas, podría resultar decisiva. En un momento en que el Reino Unido logra desembarazarse, poco a poco, de la dimensión americana de su política y de su cultura, el globish está prosperando por sí mismo a nivel internacional. Me atrevería a predecir que, sin duda, estamos frente al fenómeno lingüístico del siglo XXI.