No se sienten bienvenidos. Vendedor marroquí de hierbabuena en el mercado de Porta Palazzo, Turín.

Los inmigrantes de Turín sienten el cambio

En Italia los cambios se producen despacio y, justo cuando la ciudad industrial de Turín está estableciéndose como una de las administraciones urbanas más progresista en materia de integración, puede que la marea migratoria esté empezando a alejarse.

Publicado en 10 mayo 2010 a las 14:02
Rachel Black  | No se sienten bienvenidos. Vendedor marroquí de hierbabuena en el mercado de Porta Palazzo, Turín.

Por el momento las pruebas son anecdóticas, pero parece ser que, al menos entre la comunidad marroquí (el mayor grupo de inmigrantes no pertenecientes a la Unión Europea que alcanza un número de 30.000 en Turín), la gente está haciendo sus maletas y volviendo a casa. La crisis económica es demoledora y es mucho más difícil encontrar trabajo. Además de todo eso, la nueva legislación ha hecho más difícil para los inmigrantes renovar sus permisos de residencia y la xenófoba Liga Norte, una coalición aliada de línea dura del gobierno de centro-derecha, resurge tras su arrollador éxito en las elecciones regionales del pasado mes.

Conflicto permanente en torno a las mezquitas

Abdelaziz Khounati, el presidente marroquí de una asociación islámica que recibió luz verde para construir una mezquita en Turín, recita una lista de ciudades en las que la Liga Norte ha bloqueado proyectos similares, a veces amenazando con soltar cerdos en las tierras para profanarla. “Primero, la Liga hizo campaña en contra de los italianos del sur que emigraron a Turín hace décadas y luego contra los extranjeros en general. Ahora les toca a los musulmanes”, dice de pie, en medio del gran edificio vacío, parte del cual era un taller de confección regentado por chinos y donde se está construyendo la nueva mezquita Misericordioso.

Será la segunda mezquita en Italia reconocida oficialmente después de la de Roma, financiada por el gobierno marroquí. De momento, los musulmanes afincados en Europa rinden culto en “centros culturales”, que a veces no son más que garajes o bajos. “Defendemos una sociedad abierta, integrada y multicultural en la que se respeten los derechos de todos”, dice. Junto a la mezquita se abrirá un centro cultural que promoverá estudios, iniciativas sociales y el diálogo entre distintos credos religiosos.“La mezquita ha sido una guerra de nervios”, dice Ilda Curty, concejala municipal de integración del gobierno de Sergio Chiamparino, el famoso alcalde de izquierdas de Turín, al describir cómo la Liga Norte ha intentado explotar, aunque finalmente sin éxito, lagunas jurídicas para bloquear el proyecto, que la ciudad sí apoya.

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La victoria de la Liga Norte, mala noticia para los inmigrantes

Turín, descrita por las Naciones Unidas como ejemplo a seguir en Italia, se ha centrado en la integración en los colegios y sigue un esquema que le da a la juventud inmigrante la oportunidad de trabajar como voluntarios sociales, sorteando así las leyes para que puedan conservar la residencia. Pero la Sra. Curti dice que las dificultades para obtener la ciudadanía italiana también están ahuyentando a muchos jóvenes inmigrantes con talento que han superado sus estudios en el colegio pero que ahora se enfrentan a barreras imposibles de superar.

El “corporativismo medieval” de muchas asociaciones profesionales hace que la ciudadanía sea un requisito indispensable para convertirse en miembro. La victoria de la Liga Norte en las elecciones del mes pasado (en las que vencieron a la administración de centro-izquierda de la región de Piemonte, en los alrededores de Turín) son más malas noticias para los inmigrantes. La Liga pretende privar a los no italianos del derecho a las prestaciones por desempleo, una característica única del Piamonte, aunque algunos llevan pagando impuestos durante años.

Mohammad Mouharba llegó con la primera ola de inmigrantes en 1989, cuando Italia ofrecía trabajos y permisos de residencia. El señor Mouharba regenta ahora una famosa panadería especializada en pasteles árabes e italianos junto al Porta Palazzo, el mayor mercado europeo al aire libre, donde muchos puestos de frutas y verduras los llevan marroquíes. Gente que conoce desde hace años se están marchando por no poder renovar sus permisos de residencia. “Te expulsan si no tienes trabajo. Esto es inhumano”, dice. “Y con la Liga será peor”. Sus dos hijos, de 18 y 15 años, tienen nacionalidad italiana y son “más italianos que marroquíes”, dice. “Pero aquí nunca dejas de ser un inmigrante".

Integración

El "modelo San Salvario"

Mientras el barrio turinés de Porta Palazzo continúa arrastrando una pésima reputación, el de San Salvario, antiguamente considerado como "el lugar de desembarco de inmigrantes" en manos de "la pobreza, el tráfico y las camas calientes", está en vías de convertirse en un modelo de integración, señala La Stampa. Según el diario turinés "la reordenación y el compromiso de los ciudadanos, motivados por un fuerte sentimiento de pertenencia", han transformado el barrio. De esta manera, hoy en día "los inmigrantes trabajan en San Sanvario, pero cada vez viven menos allí: el precio de los alojamientos ha subido junto al encanto del barrio, que atrae a jóvenes profesionales, artistas, artesanos, restauradores y lugares de ocio". Sólo falta superar la barrera de la especialización por nacionalidad, apunta La Stampa: "los rumanos trabajan en la construcción, los egipcios en la restauración y los peruanos en la atención al público".

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