Noticias ¿Cuál es el futuro de Europa? / 4

De vuelta a la cruda realidad

Durante años, la Unión ha vivido una ficción políticamente correcta: todos los países tenían los mismos derechos. Pero según el politólogo búlgaro Ivan Krastev, para defender el modelo europeo, los ciudadanos y las élites deben hablar el mismo idioma de la verdad.

Publicado en 28 mayo 2010 a las 14:30

¿Es grave la crisis griega? ¿La zona euro corre peligro de desintegrarse?

Sí, es grave. Es la primera vez que surge el riesgo de insolvencia de un Estado en la zona euro. Grecia es el primer examen del euro. Ha demostrado la contradicción que constituye el núcleo de esta crisis: que el ámbito económico necesita el refuerzo de la integración europea. Pero la tendencia política va en dirección opuesta y la opinión pública europea es más euroescéptica que nunca.

¿Hasta qué punto ha dividido esta crisis a Europa?

Ya no se trata de la división Este-Oeste. Ahora se ha sustituido por la división Norte-Sur. Países como Estonia y Polonia se encuentran mucho más próximos a Alemania que a Italia o a España. Los países del norte están menos dispuestos a la redistribución interna y no quieren recompensar a Grecia por lo que ha hecho. La división Norte-Sur tan sólo es la división más importante entre otras muchas. Asistimos a la creación de nuevas alianzas, en cuyo centro intenta posicionarse Francia. La segunda división se encuentra entre la zona euro y el resto. En este momento existen dos Europas. Y sin embargo, los nuevos países de la UE y otros países periféricos han luchado para que esto no ocurra.

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La otra división es la que existe entre grandes y pequeños países. Durante diez años, hemos vivido una ficción que presentaba la ventaja de ser políticamente correcta: se hacía creer que Alemania y Grecia tenían los mismos derechos. Ahora, ya no podemos fingir que los grandes no son grandes y que los pequeños no son pequeños. La cuarta división y la más importante es la que separa a los países gobernables de los que no lo son.

Aparte de Grecia, ¿qué países incluye en esta última categoría?

España, Italia y luego Bulgaria y Rumanía. Estos dos últimos están algo más preparados para apretarse el cinturón, ya que es lo que han estado haciendo en los últimos diez años para entrar en la Unión. Pero no es el caso de Grecia ni de Portugal. Estos países se caracterizan por una disfunción política, sus sindicatos son poderosos y la sociedad politizada piensa en términos de privilegios, no en términos de realidad.

En el norte de Europa, hay un sentimiento antieuropeo relacionado con el hecho de que la UE no trata a todos los miembros del mismo modo. Los alemanes han castigado a la canciller Merkel en las elecciones de Renania del Norte-Westfalia [el 9 de mayo], por el tratamiento tan indulgente del caso griego. Algo similar ha ocurrido en Países Bajos en las últimas elecciones [municipales, en marzo]. Los partidos radicales están diciendo: basta ya de redistribución. La protesta griega es distinta, lo que viene a decir en esencia es: quieren hacer con nosotros un protectorado. Es un comportamiento típicamente anticolonialista.

En política, estas dos tendencias van a ser dominantes, lo que significa que la UE está perdiendo sus fundamentos políticos. Si a ello se añade el problema demográfico, pues la economía europea necesita más inmigrantes de los que la política europea puede soportar, entonces está claro que tenemos un gran problema.

¿Qué deben hacer los políticos para salvar a la Europa común, suponiendo que aún sean capaces de hacerlo?

Los expertos coinciden en que es necesaria una integración más fuerte de las políticas económicas. Pero la cuestión es cómo vender este principio a la opinión pública. En los últimos países que se han unido a la UE, ha sido posible durante mucho tiempo, sin que se castigue a los políticos en las elecciones.

Porque tenían algo que prometer, no sólo sangre, sudor y lágrimas.

Y ahí está el principal problema. Casi todo el mundo asusta y nadie promete nada. Ante nuestros ojos, Europa se margina, se trata como marginal. Ella misma se considera así. Sólo hace dos años, todo el mundo sabía que Europa era probablemente el mejor lugar del mundo para vivir, pero no el mejor lugar para tener sueños. Europa es el presente, no el futuro.

Debemos decir a los ciudadanos europeos cómo será su vida en el futuro próximo. Los europeos están acostumbrados a su modo de vida, a los derechos cívicos, pero también a su nivel de vida. La defensa de este modo de vida es la defensa de la Unión.

Entonces, si quieren seguir viviendo como antes, irse de vacaciones a países exóticos, tener un buen coche y una vivienda decente, hay que apoyar la Unión.

Hay que dejarlo muy claro. Alemania no puede defender por sí sola su modo de vida, sin hablar de Bulgaria o de Rumanía, para los que este modo de vida tan sólo es una aspiración. El discurso dominante en la Unión no puede limitarse a discutir sobre procedimientos y sobre la transparencia de las instituciones.

Debemos volver a la política antigua, generar confianza, dar explicaciones a los ciudadanos. Aún existe una cierta oportunidad para ello, ya que, si hay algo que hacer en la economía e intentamos hacerlo a espaldas de la opinión pública, ésta se enfada, no porque esté en contra, sino porque es más fácil protestar contra el complot de las élites que hacer algo constructivo. Las élites deben comprender que el único medio de salvar el proyecto europeo es reconocer que no pueden lograrlo solas. En los años 50, se confiaba en las élites, compartían una experiencia común con el resto de ciudadanos. Hoy es distinto.

Ivan Krastev

Politólogo Este-Oeste

El politólogo Ivan Krastev es el presidente del Centro de Estrategias Liberalesde Sofía, Bulgaria. También es miembro fundacional del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Colabora frecuentemente con importantes publicaciones europeas y americanas como The Wall Street Journal, Frankfurter Allgemeine Zeitung, Le Mondey The Financial Times, entre otras. Editor jefe de la edición búlgara de Foreign Policy, entre sus libros en inglés destaca The Anti-American Century (El siglo anti-americano) de 2007.

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