Mario Monti, presidente del Gobierno de Italia, y Herman van Rompuy, presidente del Consejo de la Unión Europea, lanzaron el sábado la idea de una cumbre extraordinaria en Roma para hablar del futuro de la idea de Europa y contrarrestar el crecimiento del populismo y el euroescepticismo.
La cuestión es importante en un momento en que partidos populistas de distinto signo crecen no solo en cuotas de poder, sino sobre todo en capacidad de conformar el discurso público, haciendo bandera de su oposición a la integración europea en nombre del pueblo y su soberanía. Pero la iniciativa proviene de dos dirigentes de endeble legitimidad democrática y puede resultar equivocada si intenta poner en un mismo paquete a los distintos populismos con la crítica necesaria al actual proceder de la UE.
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