Francia también acaba de presentar un presupuesto de austeridad. Un esfuerzo de 37.000 millones de euros para volver a situar el déficit público por debajo del límite del 3%, la obligación que se fijaron los países miembros de la eurozona. Aunque la actividad económica ya ha sufrido una grave disminución, los programas francés, italiano, español y portugués, al significar una desaceleración simultánea, no tienen más remedio que desembocar en un año 2013 todavía más difícil que 2012, con su récord de desempleo. Reabsorber ese paro debería ser la prioridad absoluta. Las recientes manifestaciones en España, la aparición en Grecia de un partido auténticamente neonazi, el ascenso en grandes sectores de la opinión pública europea de un sentimiento antieuropeo: todo es en vano. Sin embargo, cada vez más economistas, entre ellos Paul Krugman, premio Nobel y editorialista de The New York Times, aseguran que sumar más austeridad a la austeridad no puede sino hacer que Europa, en lugar de despegar, se empobrezca aún más. Y quizás entre en un ciclo que podría parecerse, esta vez sí, a la gran depresión de los años treinta.
Encontrar el camino acertado, la dosis correcta entre lo que es obligatorio para liberarse de las deudas públicas paralizadoras y las medidas de recuperación necesarias para reencontrar la vía del crecimiento y devolver la esperanza es hoy lo más difícil de todo.
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Visto desde París
Los ciudadanos se rebelan
Cerca de 50.000 personas se manifestaron el 30 de septiembre en París en contra del pacto fiscal europeo, justo la víspera de que el Parlamento empezase a debatirlo. “Es la primera vez desde que los socialistas llegaron al poder que quienes se oponen al tratado europeo se han echado a la calle en todo el país, pretenden tener cierto peso en la discusión parlamentaria sobre el ‘pacto presupuestario’”, señala La Croix, que vuelve a mencionar que es “la primera manifestación de izquierda contra un Gobierno de izquierda”, tal y como lo califica el editorialista del diario católico.
Aunque el propio diario francés recoge que la manifestación no sido tan multitudinaria como las que han llenado las calles de Atenas, Madrid o Lisboa a lo largo estas últimas semanas, recuerda que
sin embargo, el pacto es, de hecho, una etapa esencial para mostrar que los europeos tienen capacidad de imponer orden en sus finanzas, de devolver la confianza a la zona euro y a la economía francesa. Es necesario para que se puedan poner en marcha los mecanismos de solidaridad hacia los Estados más débiles.
Una posición que parece que comparten la mayoría de los franceses. Según una encuesta exclusiva publicada por Aujourd’hui en France - Le Parisien, “si el tratado europeo se sometiese a referéndum, el 64% de los franceses votaría a favor y el 36% en contra”.