Noticias ¿Cuál es el futuro de Europa? / 9

A pesar de todo, sigue adelante

Con la crisis griega, la austeridad alemana y el nuevo equilibrio mundial, en estos últimos meses la UE se ha sometido a una dura prueba. Pero, en opinión del periodista y politólogo Josef Joffe, esto no le impedirá evolucionar de forma algo diferente.

Publicado en 12 julio 2010 a las 13:28

En los últimos meses, se ha comparado a menudo a Angela Merkel con Helmut Kohl. Timothy Garton Ash afirma que Kohl tenía sentido de la historia y que siempre elegía la mejor opción en el momento adecuado. Actualmente, no es el único que critica a la canciller alemana por carecer de una visión histórica y por no haber sido capaz de hacer sacrificios en nombre de Europa en el momento crítico de la crisis griega.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del muro de Berlín, la Europa de los cancilleres alemanes era totalmente distinta a la Europa actual. Su país, aferrado al flanco de la Europa libre, soportaba el peso de la herencia de la Segunda Guerra Mundial y era un potencial campo de batalla durante la Guerra Fría. La principal ambición de los políticos alemanes de la época era volver a ganarse la confianza y el respeto de sus vecinos, algo que lograron con total éxito los cancilleres sucesivos. Kohl comprendió que debía proponer una contrapartida a la reunificación rápida de Alemania y el refuerzo del poder germánico. Por eso estuvo dispuesto a financiar la transición al euro. Era el precio a pagar por la reunificación alemana.

Actualmente, la situación es totalmente distinta. En veinte años, Alemania ha sabido ganarse la confianza de sus vecinos en su calidad de democracia y socio fiable, algo totalmente inconcebible en 1945. La misma Angela Merkel es más que consciente de que, por el pasado del país, siempre se observará a Alemania con mucha atención. Pero ¿qué le reprochan exactamente todas las personas que la critican?

Garton Ash, por ejemplo, le reprocha haber apagado el "motor" alemán que impulsaba a Europa hacia delante. Ha optado por no ir contra la opinión de los electores alemanes y no ayudar a Grecia ante su quiebra, en nombre de Europa.

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Pero si analizamos los hechos con más detenimiento, nos damos cuenta de que en realidad Kohl no sacrificó nada por la unificación europea. Impusimos a los demás países europeos el Pacto de Estabilidad y una estricta disciplina financiera, una disciplina típicamente alemana. El problema es que este sistema no funcionó. No todos los países de la Unión Europea adoptaron esta disciplina y muchos mintieron sobre sus cuentas públicas.

¿Hasta qué punto necesita Alemania a la Unión Europea? ¿Por qué debería seguir haciendo sacrificios financieros?

Alemania necesita a la UE incluso más que el resto de grandes países europeos. El hundimiento de la UE tendría consecuencias nefastas para Alemania, cuya economía depende de las exportaciones casi en un 50%. La desaparición del euro produciría un aumento del valor de la moneda alemana y destruiría así nuestro modelo económico, que depende de las exportaciones.

Pero en cualquier caso, ¿no debería haber hecho caso omiso Angela Merkel de la opinión de los electores alemanes y haber salvado a Grecia mucho antes?

Creo que la canciller alemana ha actuado con responsabilidad. Ha querido presionar en cierto modo a los Estados con dificultades y demostrarles que Alemania no va a pagar todo. En mi opinión, ha funcionado. España, Portugal y Grecia han prometido que, a partir de ahora, aplicarán una disciplina presupuestaria austera. No entiendo las acusaciones de egoísmo y de nacionalismo en contra de Alemania. Más aún cuando sabemos que ahora son los contribuyentes alemanes quienes financian la mayor parte del plan de salvamento, lo que constituye cualquier cosa menos un comportamiento anti-europeo...

¿Qué conclusiones saca de la crisis griega para Europa?

En mi opinión, la principal conclusión que saco de la crisis es que Europa funciona. Es cierto que hemos pasado largas semanas de estancamiento, de tergiversaciones y de incertidumbre, pero al final, Europa ha desbloqueado en total 750.000 millones de euros. Después de eso, nadie puede decir que la UE es incapaz de reaccionar.

¿Cuáles cree que serán las principales amenazas para la UE el próximo año?

Serán de carácter geopolítico. Son todas aquellas cuestiones sobre las que Europa no logra presentar un frente común. Turquía se aleja de Europa y pretende convertirse en una potencia dominante en Oriente Próximo. Egipto se encuentra estancado actualmente. Sobre la Unión pesa la amenaza de hundirse en el caos. Hay países belicosos como Irán o Siria. El eje crítico se extiende de Ankara a Kabul. Y la UE no sabe qué posición adoptar. A los políticos europeos les resulta más fácil ponerse de acuerdo sobre cuestiones económicas que sobre cuestiones estratégicas.

Cada vez más comentaristas, sobre todo el reputado historiador económico Niall Ferguson, afirman que la UE se enfrenta actualmente a un gran dilema: o logra realmente entablar un proceso de unificación política, o bien tarde o temprano acabará desapareciendo.

Creo que no es necesario ver las cosas de un modo tan extremista. Ha quedado claro que no podemos tener una moneda única, el euro, sin una mayor coordinación económica, lo que en realidad constituye un paso hacia la unificación política. Los que por este motivo criticaron la introducción del euro, y yo mismo me encontraba entre ellos, ya lo decían hace 15 años. Pero es falso el argumento que plantea la alternativa siguiente, es decir, o la creación de los Estados Unidos de Europa, o bien la desaparición de la UE.

¿Cuál es entonces la realidad política y económica de Europa?

No debemos considerar a Europa en los términos de esta alternativa. No es una especie de catedral que se construya según un plan concreto. Es más bien como un arrecife de coral que crece de forma caótica. Así es como surgió Europa y así es como seguirá evolucionando.

En su opinión, ¿hasta dónde llegará la centralización de la UE?

De momento, creo que se definirá sólo con un mayor respeto al Pacto de Estabilidad, que será más estricto. La aspiración de Nicolas Sarkozy de crear una Unión Europa totalmente centralizada con una política económica común no podrá realizarse, ya que aquí se enfrentan dos culturas: la alemana y la francesa. La primera aboga por más reformas internas, de mercado y de disciplina y la segunda, por una mayor centralización, más intervencionismo y más expansión. Los sueños de Sarkozy no podrán hacerse realidad.

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