Seguramente ni en sus peores pesadillas la comunidad china en España habría imaginado un suceso tan negativo para su imagen como la Operación Cheqian-Emperador.Para un grupo que hace de la discreción el elemento fundamental de su modo de vida —y una de sus fortalezas—, la información que ha llegado a la opinión pública no puede ser peor: historias rocambolescas de cómo los grupos criminales habrían defraudado a la Hacienda española hasta 35.000 millones de euros, violencia ejercida por el clan del cabecilla Gao Ping para extorsionar, corrupción y negocios vinculados con la prostitución y la venta de droga.
Una realidad que sorprenderá a muchos españoles, acostumbrados a percibir una imagen de los chinos de grupo trabajador, emprendedor y místico capaz de rentabilizar negocios condenados a la quiebra.
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Contexto
Gao Ping, el "Pequeño Emperador" que quería ser Guggenheim
La "Operación Emperador", que desplegó a 500 agentes en toda España, detuvo el 17 de octubre a decenas de personas, entre ellas a 53 chinos y 17 españoles, presuntos miembros de una organización que blanqueó unos 1.200 millones de euros en cuatro años de presunta actividad. La investigación sacó a la luz una inmensa red que blanqueaba dinero que procedía de la prostitución y de la extorsión, a través de sociedades como bares karaoke o restaurantes. Según el ministerio fiscal, el dinero negro también se trasladaba a paraísos fiscales, con ayuda de intermediarios españoles o israelíes, o bien se trasladaba en coche o en tren hasta China. Entre las personas detenidas se encuentra Gao Ping, uno de los presuntos cabecillas de la red, que controla buen parte de las actividades de comercios chinos generadas en polígono industrial de Cobo Calleja (Fuenlabrada), en el extrarradio de Madrid, el más importante de ese tipo en Europa. Gao, de 45 años de edad, llegó a España en 1989 y mantenía buenas relaciones con personas conocidas tanto del mundo de la política como del de la economía española. Además, era un conocido coleccionista de arte, según recogeElPaís, puesto que
no se dedicaba solo a la venta al por mayor. […] Su ambición era otra: el arte. […] inauguró el Centro de Arte Contemporáneo Iberia, uno de los mayores espacios privados dedicados al arte de la capital china.
Y para ello contaba con un modelo:
Gao Ping aspiraba a emular a los Guggenheim, la familia de industriales y filántropos estadounidenses que comenzó importando bordados de su Suiza natal a mediados del siglo XIX para amasar fortuna más tarde con la minería y las fundiciones.