Protesta de Greenpeace contra los OMG durante el Salón de la Agricultura de Berlín, en enero de 2008.

Vía libre a los OMG

Para desbloquear la cuestión de los organismos modificados genéticamente (OMG) en Europa, la Comisión Europea propone que los gobiernos sean los que decidan sobre la prohibición de los cultivos no deseables. Pero para la prensa europea, Bruselas se reserva el derecho de multiplicar los productos nuevos.

Publicado en 14 julio 2010 a las 14:20
Protesta de Greenpeace contra los OMG durante el Salón de la Agricultura de Berlín, en enero de 2008.

"Alto el fuego en la polémica sobre el cultivo de transgénicos en el campo europeo", señala La Vanguardia. El 13 de julio, la Comisión Europea propuso conceder a los Estados el derecho de prohibir el cultivo de organismos modificados genéticamente en su territorio. Según destaca el diario de Barcelona, "con la nueva propuesta, un Gobierno podrá prohibir el cultivo de un transgénico en su territorio alegando no sólo razones agrícolas o científicas, contestadas a menudo desde Bruselas, sino a largo plazo también con argumentos éticos o sociales". La Comisión Europea, añade La Vanguardia, espera que "al recuperar esta libertad los países den su brazo a torcer y dejen de bloquear la autorización de nuevos cultivos transgénicos en Europa". De este modo, España, que produce el 80% del maíz de Monsanto [la principal multinacional del sector] en Europa, "es partidaria de tener reglas unificadas para toda la UE", mientras otros países como Holanda, uno de los más innovadores en la materia, "prefieren pactar una solución que acabe con el actual bloqueo". El diario señala que no va a cambiar "el actual sistema de autorización" [mediante un comité de expertos que depende de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)] , ni tampoco lo harán "las normas sobre coexistencia de cultivos", ya que este es "uno de los caballos de batalla de los ecologistas y cuestión especialmente polémica en las zonas fronterizas".

Austria, donde uno de cada siete agricultores es productor biológico y se genera cada año un negocio de 1.000 millones de euros, estaría más que interesada en realizar acciones de lobby para lograr la prohibición de los OMG, constata Die Presse. Pero los políticos y los grupos de presión prefieren la demagogia anticientífica a "este cálculo legítimo". Unos esgrimen el peligro "de los malvados gigantes de la industria agroalimentaria", otros se alegran por el hecho de que "cada país podrá decidir qué tipo de producción alimentaria desea, una producción industrial desprovista de gusto o una producción diversificada y cercana a la naturaleza". "Como si fuera tan sencillo", exclama Die Presse. "En Europa, la agricultura es desde hace tiempo una industria. La agricultura biológica no puede alimentar al mundo. Por ello resulta tan preocupante que la Comisión ceda su competencia de decisión a los Estados miembros. En lugar de debatir de un modo informado con la ciudadanía sobre ingeniería genética, los políticos […] han cedido a la acción de un lobby grosero y alarmante. Sin duda es pragmático, pero no es una buena política".

Si el Parlamento Europeo y los gobiernos ratifican las propuestas de la Comisión, "soplará un viento nuevo sobre los campos europeos y ese viento transportará más pólenes transgénicos y semillas genéticamente modificadas que nunca", se preocupa Thijs Etty. Este jurista y catedrático de la Universidad Libre de Ámsterdam advierte en el diario De Volkskrant de que "el estatus de la UE como la mayor zona sin OMG del mundo parece llegar a su fin definitivamente". Y ello se producirá "a pesar de las distintas opiniones entre los países miembros y el rechazo de una gran mayoría de los ciudadanos de la UE". Thijs Etty estima que, al presentar sus propuestas como "un gesto hacia los países que se muestran reacios a los OMG como Austria, Italia, Grecia y Luxemburgo [...] la Comisión Europea intenta exponer a los Estados miembros críticos", y que para éstos últimos "las posibilidades de rechazar los OMG serán casi inexistentes. [...] En realidad se trata de una reducción de su autonomía nacional y de una transferencia de poder a Bruselas". Según el catedrático, en los próximos meses "al menos cuatro nuevas semillas de maíz y una de soja transgénica se introducirán en los campos europeos".

Más allá del aspecto moral y de seguridad alimentaria, la liberalización de los cultivos de OMG también es una mala operación económica, señala Dziennik Gazeta Prawna. "La decisión de Bruselas podría trastornar el mercado de productos agrícolas en Europa y asegurar la dominación de potencias en OMG como Estados Unidos, Brasil, Argentina, India, Canadá y China", explica el diario. Los países que, como Polonia, se oponen a los productos transgénicos y han impuesto límites para su cultivo, perderán capacidad de competencia, así como ingresos por exportaciones. Y en lo que respecta a la UE, "esto se traducirá en más subvenciones a los agricultores y en programas de ayuda inflados".

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