Grúas paradas en Valencia (España).

La austeridad amenaza los grandes proyectos

La lucha contra el déficit público obliga a los Estados europeos a recortar sus inversiones, sobre todo en infraestructuras.

Publicado en 4 agosto 2010 a las 14:16
anroir  | Grúas paradas en Valencia (España).

En España, el gobierno anunció el lunes 2 de agosto rebajas de hasta el 45% en las tarifas de compra de energía fotovoltaica, lo que podría crear graves problemas para los cerca de 600 operadores que hay en el país. El sector eólico también ha salido tocado, pero el golpe más duro fue anunciado por José Blanco, ministro de Fomento, el 22 de julio: la congelación durante cuatro años de cerca de 200 proyectos de infraestructuras, 112 de ellos relacionados con carreteras y autopistas, y 87 con ferrocarriles.

Púdicamente bautizado como “plan de ajuste”, el anuncio supone un recorte del 17% de los programas y del 40% de los fondos, esto es, 6.400 millones de euros, en 2010 y 2011. A estas congelaciones hay que añadir 32 anulaciones puras y simples de concursos ya adjudicados, de los cuales una docena se convertirán sin embargo en proyectos conjuntos privados-públicos; pero la lista todavía no está cerrada. Sólo se han salvado los puertos y los aeropuertos, y algunas líneas de tren de alta velocidad (AVE).

La brutal reestructuración del sector amenaza 115.000 empleos directos y 1,1 millón de empleos indirectos. Y las soluciones financieras no pueden proceder de las comunidades locales, cuyos recursos han quedado muy afectados por la crisis inmobiliaria. Las tasas sobre las transacciones, que habían llegado a reportar 16.700 millones de euros en 2006, caerán en 2010 a ¡1.800 millones de euros! Por el lado de Europa, el grifo de los fondos estructurales se ha cerrado. La única perspectiva para financiar las autopistas españolas es una tasa propuesta sobre los transportes pesados, el recurso de los peajes y, sobre todo, una reducción del 22% del coste medio de la construcción.

Cárceles y colegios que no se construirán en Gran Bretaña

Gran Bretaña es el otro gran país europeo sometido a una cura de austeridad presupuestaria sin precedentes. Danny Alexander, Secretario de Estado del Tesoro, anunció el 12 de julio la anulación de 12 proyectos públicos, por un importe total de 2.000 millones de libras (2.400 millones de euros) y la suspensión de otros 12, por un importe de 8.500 millones de libras. La lista es heterogénea y va desde el nuevo hospital de Wynyard, al noroeste de Inglaterra, hasta un centro turístico en el emplazamiento histórico de Stonehenge, pasando por un tribunal en Birmingham. A pesar de tratarse de una prioridad para los conservadores, el presupuesto para la construcción de cinco nuevas prisiones quedará reducido a dos nuevas instalaciones. Es una mala noticia para los grupos constructores implicados en estos programas.

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En cambio, las infraestructuras han sido relativamente respetadas, aunque la ampliación de los aeropuertos londinenses de Heathrow, Gatwick y Stansted ha sido abandonada, para gran satisfacción de los ecologistas. El programa de construcción de escuelas va a sufrir también en 2010, con la pérdida de 1.200 millones de euros. En la actualidad, 58 proyectos relacionados con 715 instalaciones han sido abandonados y una auditoría debe pronunciarse sobre la continuación de muchos otros.

Los grandes grupos de la construcción esperaban sin duda algunos ajustes, pero no de esta envergadura: “¡Es catastrófico! Muchos constructores han gastado millones para obtener los contratos. Esto va a afectar a todos los grandes nombres del sector”, señala un directivo de uno de estos grupos.En Francia, los grandes proyectos, en especial las grandes líneas de TGV (equivalente del AVE), se han salvado de la quema. Pero aun sin estar oficialmente congelados, algunos proyectos han quedado severamente tocados.

Contrapunto

Por un déficit europeo

Para evitar la recesión, “el único margen de maniobra consiste en crear un déficit europeo”, opina en Le Figaro Philippe Cayla, presidente del directorio de la cadena europea de información Euronews. Autorizar un déficit aunque sólo fuera del 3% del PIB global europeo permitiría generar 420.000 millones de euros, lo que supondría multiplicar por cuatro los recursos de la Unión. ¿Qué hacer con esos recursos? Invertir en infraestructuras. Un AVE europeo, una red europea de Internet de alto rendimiento, una red paneuropea de centrales eléctricas que “permitan reducir nuestra dependencia del petróleo”, etc.: las ideas no faltan.

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