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Parque eólico en Cadafaz, norte de Portugal.

Una nueva frontera para la energía limpia

Portugal ha sido el país pionero en reducir drásticamente su dependencia de los combustibles fósiles. Este año, casi la mitad de su electricidad provendrá de las energías renovables.

Publicado en 20 agosto 2010 a las 14:59
A. Oliveira/EDP  | Parque eólico en Cadafaz, norte de Portugal.

Hace cinco años, los líderes de esta nación abrasada por el sol y peinada por el viento se embarcaron en una serie de ambiciosos proyectos de energía renovable con el fin de reducir la dependencia de Portugal de los combustibles fósiles importados. Cerca del 45 por ciento de la electricidad en la red de suministro de Portugal procederá de fuentes renovables este año, en comparación con el 17 por ciento de hace sólo cinco años.

En este mismo periodo se ha multiplicado por siete la producción de energía eólica basada en tierra y este año, la Agencia Internacional de la Energía en París estimó que esta energía es “potencialmente competitiva” con los combustibles fósiles. Además, en 2011 Portugal espera convertirse en el primer país que inaugure una red nacional de estaciones de carga para vehículos eléctricos. Aunque la experiencia de Portugal demuestra que se puede progresar rápidamente, también revela el precio de una transición de esta índole. Los hogares portugueses llevan pagando desde hace tiempo por la electricidad alrededor del doble de lo que pagan los estadounidenses y los precios se han incrementado un 15 por ciento en los últimos cinco años.

Las agresivas políticas nacionales para acelerar el uso de la energía renovable están teniendo éxito en Portugal y en otros países, según un reciente informe del IHS Emerging Energy Research de Cambridge, Massachussets, una empresa de consultoría energética líder en el sector. Tal y como estima el informe, en 2025 Irlanda, Dinamarca y Gran Bretaña obtendrán el 40 por ciento o más de su electricidad de fuentes renovables. Para forzar la transición energética de Portugal, el gobierno del señor Sócrates reestructuró y privatizó las antiguas empresas energéticas estatales para crear una red de suministro mejor adaptada a las fuentes de energía renovables. Con el fin de atraer a las empresas privadas al nuevo mercado de Portugal, el gobierno les ofreció contratos cerrados con un precio estable durante 15 años, una subvención que variaba en función de la tecnología y en principio era elevada, pero luego ha ido disminuyendo con cada nueva ronda de contratos.

Los países europeos cuentan con sólidos incentivos para aplicar energías renovables. Al igual que Portugal, un gran número de ellos dispone de pocos combustibles fósiles propios y con el sistema de comercialización de emisiones de la UEse tiende a no utilizar estos combustibles, ya que obliga a pagar a la industria por las emisiones. Las autoridades afirman que la transformación energética no requería aumentar los impuestos ni la deuda pública, precisamente porque las nuevas fuentes de electricidad, que no necesitan combustibles ni producen emisiones, sustituían a la electricidad que se producía anteriormente comprando y quemando gas natural, carbón y petróleo importados.

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La necesidad impulsa el cambio

La necesidad es lo que ha impulsado esta iniciativa energética de Portugal. Con un nivel de vida en ascenso y sin combustibles fósiles propios, el coste de las importaciones energéticas se duplicó en la última década, lo que representaba el 50 por ciento del déficit comercial del país y además era un coste muy imprevisible. Portugal va camino de lograr su objetivo de utilizar la energía renovable producida internamente, incluida la energía hidráulica a gran escala, para el 60 por ciento de su electricidad y el 31 por ciento de sus necesidades energéticas totales en 2020.

Los costes de producción y las tarifas eléctricas del consumidor se encuentran en la media de Europa, pero siguen siendo más altos que los de China o Estados Unidos. El señor Fujino, de la Agencia Internacional de la Energía afirmó que los cálculos de Portugal podrían ser algo optimistas. Pero destacó que la transición del país también había creado una nueva industria de gran valor: el año pasado el país se convirtió por primera vez en exportador de energía neta y envió una pequeña cantidad de electricidad a España.

Decenas de miles de portugueses trabajan en este sector. Energias de Portugal, la mayor empresa energética del país, posee parques eólicos en Iowa y Texas, a través de su filial estadounidense, Horizon Wind Energy.

Los ingenieros y las empresas de Portugal ahora actúan a nivel mundial. EDP Renováveis, que empezó a cotizar en bolsa en 2008, es la tercera empresa mundial de electricidad generada por energía eólica. “En general, Europa ha registrado un gran éxito en esta área”, comentaba el señor Juech, analista de Garten Rothkopf. “Pero es el resultado de una enorme intervención estatal y un gran respaldo por parte de los gobiernos y esto plantea preguntas sobre qué ocurrirá si se produce una crisis económica o un cambio político, ¿seguirán siendo sostenibles estas tecnologías?”

Una red flexible

Gestionar un país que emplee electricidad derivada de las impredecibles fuerzas de la naturaleza requiere nuevas tecnologías y las habilidades de un malabarista. Un parque eólico que produzca 200 megavatios a la hora puede producir sólo 5 megavatios unas horas después, el sol brilla de forma intermitente en muchos lugares y la energía hidráulica puede ser abundante en los meses lluviosos de invierno, pero limitada en verano.

Dinamarca, otro país que se basa en gran medida en la energía eólica, importa con frecuencia electricidad de su vecina Noruega, con grandes recursos energéticos, cuando desciende el viento. En comparación con estos países, la red de suministro portuguesa se encuentra relativamente aislada, aunque R.E.N. ha aumentado en gran medida su conexión con España para poder compartir energía.

El sistema de distribución de Portugal ahora es también una vía bidireccional. En lugar de sólo proporcionar electricidad, también obtiene electricidad incluso de los generadores más pequeños, como los paneles solares instalados en tejados. El gobierno fomenta estas contribuciones estableciendo un precio muy rentable para los que adquieran electricidad solar generada con este tipo de paneles.

Para garantizar una base energética estable cuando las fuerzas de la naturaleza escaseen, el sistema necesita mantener una base de combustible fósil que pueda utilizarse cuando así se requiera.

Los inconvenientes

Los expertos energéticos consideran que el experimento de Portugal es un éxito. Pero con él, algunas partes han salido perdiendo. Muchos ecologistas se oponen a los planes del gobierno de duplicar la cantidad de energía eólica, ya que exponen que las luces y los ruidos de los aerogeneradores afectarán al comportamiento de las aves. Los grupos de conservación temen que las nuevas presas destruyan los hábitats de alcornoques de Portugal. Las empresas locales se quejan de que el gobierno haya permitido que las desplacen grandes multinacionales. Barão de São João, antes de convertirse en el centro del mayor parque eólico al sur de Lisboa, era una tranquila población en la activa costa del Alentejo, en la que vivían agricultores que labraban las escarpadas colinas y a la que acudían propietarios de viviendas de vacaciones, por sus terrenos a buen precio y las idílicas vistas. La energía renovable ha producido enfrentamientos en la zona.

España/Alemania

La energía solar, víctima de su éxito

Hasta la crisis de 2008, "los gobiernos ayudaron mediante subvenciones a las empresas que invertían en energías renovables", escribe Il Post. Actualmente, explica el diario en línea italiano, "la crisis y los elevados precios de la energía obligan a los países a reducir estas subvenciones, lo que plantea serias dificultades a los que habían invertido en el sector. Además, se ponen en peligro los planes de la Unión Europea, según los cuales, el 20% de la energía producida en 2020 deberá ser de origen renovable para poder cumplir el objetivo de reducción del 20% de los gases de efecto invernadero con respecto a los niveles de 1990". Wall Street Journal destacaque en España, "el gobierno anunció el 1 de agosto un plan para reducir un 45% las subvenciones a las nuevas centrales fotovoltaicas". Por otro lado, prosigue el diario estadounidense, en Alemania, con el fin de limitar el incremento de las instalaciones solares subvencionadas y los costes que suponen al Estado, "el gobierno decidió en julio reducir las subvenciones un 16%".

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