El difícil control del gasto

A pesar de todas las promesas sobre transparencia, las empresas y los Estados miembros siguen utilizando indebidamente los fondos europeos. Pero el fraude y el uso indebido siguen siendo difíciles de detectar y en raras ocasiones se castigan.

Publicado en 8 enero 2013 a las 16:08

Un puñado de multinacionales en Polonia se gastaron unos siete millones de euros del Fondo Social Europeo (FSE) para impartir cursos de formación a sus propios empleados. Estos fondos en realidad estaban destinados a pequeñas y medianas empresas y no a personas que ya tuvieran un empleo y por su puesto, no a directivos. Supuestamente, los fondos debían utilizarse principalmente para ayudar a los desempleados de larga duración o con una formación deficiente, con el fin de que accedieran al mercado laboral.

El diario holandés Trouw, que señaló este fin de semana el uso indebido de los fondos europeos, hacía referencia a una serie de empresas en Países Bajos, como ING, Unilever, Philips y BGZ, la filial polaca de Rabobank.

La magnitud del uso indebido de estos fondos a veces resulta asombrosa. El artículo incluye una cita de Grzegorz Gorzelak, del Centro de Estudios Europeos Regionales y Locales en Varsovia, concretamente que "parece que todo el mundo aprovecha la oportunidad de obtener un dinero fácil. Se organizan cursos de formación totalmente inútiles. El dinero se gasta en álbumes, en tarjetas de visita, en portadas de cd, tazas, juguetes, chocolates y dispositivos de memoria USB”.

1,6 millones de euros para una fábrica de cigarros

Las noticias sobre el uso indebido de los fondos europeos no son una novedad. De hecho, hace ya dos años, el diario Financial Times, en colaboración con la Oficina de Periodismo de Investigación hizo públicos los resultados de una detallada investigación que reveló que los programas europeos para el desarrollo de las regiones europeas desfavorecidas “se quedaban estancados en los trámites burocráticos”.

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El fraude y el uso indebido, si llega a detectarse, rara vez se castigan. Por entonces, el periódico citaba a multinacionales como IBM, Fiat y H&M. La empresa British American Tobacco reunió 1,6 millones de euros en ayudas para la construcción de una fábrica de cigarros. Según la policía italiana, unos 1.200 millones de euros de los fondos europeos acaban cada año en manos de la Mafia.

Tal y como explica Bart Staes, eurodiputado de los Verdes y miembro del Comité de Control Presupuestario, “El uso indebido no sólo afecta al dinero de los tres principales Fondos Estructurales Europeos, destinados al desarrollo, el empleo y la cohesión social regional. Las subvenciones agrícolas con frecuencia tampoco se utilizan para los fines previstos”.

El año pasado, el Tribunal de Cuentas Europeo descubrió extensos terrenos de “pastizales permanentes” en Italia y España para los que se habían concedido subvenciones, pero que en realidad eran áreas arboladas o bien incluían “otros elementos no aptos para recibir subvenciones”. La línea aérea holandesa KLM fue aún más creativa. Recibió una subvención valorada en 600.000 euros para el cátering que servía en sus vuelos, mediante la categoría de “exportación de productos agrícolas”.

Objeciones legales

Tal y como aclara Staes, “El problema no siempre es el fraude. Por ejemplo, ¿realmente fue una buena idea utilizar el dinero del Fondo de Desarrollo Regional Europeo para reconstruir las calles alrededor del casco antiguo de Amberes?”. El Comité de Control Presupuestario del Parlamento Europeo ya lleva trabajando siete años para que aumente la transparencia y el control sobre los fondos europeos. El problema es que las mismas instituciones europeas son incapaces de supervisar el uso correcto de los miles de millones que ponen a disposición de los Estados miembros.

En el presupuesto plurianual de 2007 a 2013, sólo a los tres Fondos Estructurales se les asignó no menos de 347.000 millones de euros, lo que representa alrededor de un tercio del presupuesto total de la UE. Si a esto se añaden las subvenciones agrícolas, la cantidad total llega a ser tres cuartos de dicho presupuesto.

Los Estados miembros son los responsables de gestionar estos fondos y de usarlos como complemento de sus propias inversiones. En este sentido, cuentan con un importante grado de autonomía. La Comisión Europea es totalmente consciente de ello. Según el “Blunder Book”, la Comisión reconoce que existe una “debilidad considerable en algunas áreas como el desarrollo rural, la cohesión y la investigación”.

Tal y como añade Staes, “Con los años, las administraciones nacionales y regionales han empezado a considerar los fondos como propios, en lugar de como dinero europeo. La consecuencia es que hay muy poca supervisión. El Tribunal de Cuentas Europeo calculó que en el 70% de los casos de uso indebido de los fondos descubiertos con las auditorías, los Estados miembros deberían haber sabido perfectamente que el dinero no se estaba utilizando precisamente del modo correcto”.

En 2010, el Parlamento Europeo adoptó una resolución que defendía una política de “identificación e inculpación”. Sin embargo, los intentos anteriores de desarrollar una política en este sentido fueron infructuosos debido a las objeciones legales. Las partes acusadas simplemente pueden llevar el caso ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que adopta un enfoque estricto en lo que respecta a la protección de la privacidad. A finales del año pasado, los comisarios europeos de Política Social, Política Regional y Agricultura prometieron unir sus fuerzas a comienzos de este año para garantizar que esta política pudiera implementarse.

Un cuarto de los europeos bajo el umbral de la pobreza

Mientras, el Comité de Control Presupuestario del Parlamento Europeo ha propuesto que se responsabilice de los usos indebidos de los fondos a los ministros de Finanzas de los Estados miembros.

Hasta ahora, sólo cuatro Estados miembros han mostrado su apoyo a la propuesta. Se trata de Suecia, Dinamarca, Reino Unido y Países Bajos. Staes añade que, “No es una coincidencia que sean los Estados miembros más euroescépticos de la UE”.

Por otro lado, la crisis puede hacer que aún más Estados miembros empiecen a considerar a Europa como la gallina de los huevos de oro. Según Staes, “Puede que aumenten los intentos de acceder a los fondos europeos”. En estos momentos, la crisis crea agujeros mucho más rápido de lo que pueden repararlos los Fondos Estructurales Europeos. El mes pasado, Eurostat calculó que casi una cuarta parte de los 500 millones de habitantes de Europa estaban viviendo en el umbral de la pobreza o por debajo del mismo en 2011. “Más del 27 por ciento de los niños en la UE se encuentran en riesgo de pobreza o de exclusión social”: esta fue la conclusión del húngaro Laszlo Andor, comisario europeo de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión.

Polonia

Los abusos de las multinacionales

El comisario europeo de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión, László Andor, va a pedir que las autoridades polacas rindan cuentas del empleo de las subvenciones del Fondo Social Europeo (FSE), según informa Trouw. El 5 de enero, el diario reveló que algunas multinacionales en Polonia había utilizado fondos que inicialmente debían estar destinados a las pequeñas y medianas empresas y a la promoción del empleo en las regiones más desfavorecidas.

Según Trouw,

Al menos la mitad de los 300 millones de euros que ha desembolsado [el FSE] se ha empleado en pagar prácticas en empresas que cotizan en Bolsa y son multinacionales [...] ING, Unilever y Philips, así como Mercedez Benz, BMW, Renault, Heinz, EDF, Nestlé, Deutsche Bank y Pepsi Cola han hecho que sus gestores recibiesen formación. [...] El presupuesto del FSE es de 75.000 millones de euros para el período 2007-2013 con la intención de “promover el empleo en el seno de la UE”. Polonia es el mayor beneficiario, con 10.000 millones de euros. La mayoría de los organismos beneficiarios son autoridades locales, oficinas de empleo y ONG, que los usan para impartir formación, luchar contra el paro juvenil, la integración en el mercado de empleo, la lucha contra la pobreza y la integración de las minorías.

El diario cita a Roman Stolarski, director de una oficina de formación en Varsovia:

Cuando arrancó el programa en 2005, el dinero que llegaba de Bruselas era el triple de lo que el mercado de formación de Polonia podía absorber. Hay que gastar el dinero y para ello resulta más fácil hacerlo a través de grandes proyectos que de pequeños. Cuando uno proporciona formación en el seno de una gran empresa hay muchos participantes en una sola convocatoria y los trámites administrativos son los mismos que si se trata de una pequeña empresa.

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