Los copos de nieve revolotean a la luz de las farolas. La plaza de la estación reluce bajo el manto blanco del invierno. Los escasos pasajeros del tren de alta velocidad que se bajan aquí, en Sedán, se alejan con paso rápido. Un silencio casi solemne envuelve el lugar. Durante varios minutos, aquí no se ve ni un alma, ni coches, ni autobuses, ni taxis.
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Contrapunto
Una relación única en el mundo
“Nada sin Alemania” proclama Libération en su editorial del 22 de enero, día del aniversario del Tratado del Elíseo. “Es una realidad que puede que sea dura de aceptar desde nuestro pequeño teatro hexagonal [Francia], pero es tenaz: 50 años después del Tratado del Elíseo, [...]Francia ya no puede o casi no puede hacer nada sin ponerse de acuerdo con su potente socio alemán”.
El diario alaba esta relación única:
Ningún otro país del mundo ha construido con un gran Estado vecino una maraña tan sofisticada de relaciones económicas, comerciales, financieras, políticas e incluso culturales, tan densas como apasionantes.
Al hacer mención del compromiso militar francés en Malí, Libération subraya la resistencia de Alemania “ante la idea de asumir las responsabilidades internacionales que su potencia exige” y manifiesta que:
De la hoja de ruta dejada por Adenauer y de Gaulle, se ha cumplido e incluso superado salvo en un ámbito, el de la política de seguridad. El general [de Gaulle] llegó a afirmar que si las dos orillas del Rin no tenían nada que decirse en materia de defensa, se arriesgaban a que un día no tuviesen nada que intercambiar. Al Tratado del Elíseo no le ha salido ninguna arruga, pero a Alemania aún le queda camino por recorrer.