Aún no ha llegado su hora.

No entierren tan rápido a la UE

La sentencia de muerte pronunciada por el politólogo estadounidense Charles Kupchan suscita diversas reacciones en Europa. La gestión de la crisis del euro demuestra que, pese a las dificultades, la integración prosigue, destaca Il Sole 24 Ore.

Publicado en 3 septiembre 2010 a las 14:37
Aún no ha llegado su hora.

El pasado 13 de mayo, en Aix-la-Chapelle, la canciller alemana Angela Merkel expuso con una nueva perspectiva su visión de Europa durante la entrega del premio Carlomagno al primer ministro polaco Donald Tusk, en pleno tsunami económico y financiero griego. "La crisis del euro", señalaba, "no es como las demás crisis. Se trata de la mayor prueba para Europa desde la firma del Tratado de Roma en 1957. Se trata de una prueba existencial. Si fracasamos, las consecuencias serán incalculables. Si logramos vencer la crisis, Europa saldrá de ella más reforzada que nunca".

Estas declaraciones resultaron tan inesperadas, que literalmente pillaron desprevenida a la prensa internacional. "Si queremos superar la crisis", añadió la canciller alemana, "debemos enfrentarnos a los retos reales con más eficacia, sacar las consecuencias jurídicas necesarias y unificar más que nunca nuestra política económica y financiera. También tendremos que emprender iniciativas más allá de la esfera económica, creando, por ejemplo, un ejército europeo. Por último, debemos defender nuestros principios y nuestros valores: la democracia, la protección de los derechos humanos y el crecimiento sostenible".

Ante las declaraciones de Angela Merkel, el análisis del catedrático estadounidense Charles Kupchan, que anuncia el fin de la integración europea, demuestra hasta qué punto es difícil de comprender a Europa en profundidad y no sólo al otro lado del Atlántico. Aunque esta sentencia de muerte pronunciada en un país presa de una crisis tan violenta que ha perdido toda noción de identidad y futuro parezca provocativa, es cierto que Europa, cuya silueta sigue siendo imprecisa, desde su creación es un navío sin un destino claro.

A pesar de las tensiones, un gobierno económico echa a andar

El centro de poder se ha desviado de Bruselas a Berlín debido a la crisis. Para medir con precisión la influencia que ha ejercido Alemania en este asunto, es necesario empezar por el comunicado del Consejo Europeo del 11 de febrero de 2010. En esta fecha, la crisis griega se encontraba en su punto álgido y se multiplicaban los llamamientos para que los países económicamente más fuertes dieran muestras de solidaridad con Atenas. Pero el término "solidaridad" no aparecía en el comunicado. Herman Van Rompuy, que acaba de ser nombrado presidente del Consejo Europeo, apoya la posición de Berlín, que destacaba las responsabilidades de Grecia y reconocía la implicación de todos los países por su interés en la solidez del euro. Ese día, cambia la retórica europea: la solidaridad común cede el paso al interés nacional.

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Entre el Consejo de febrero y la reunión de finales de marzo, Angela Merkel asume la iniciativa europea, dejando al margen totalmente al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, e incluso a Herman Van Rompuy. Las decisiones del Consejo Europeo se toman entre París y Berlín, con el acuerdo del presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, que desempeña una función crucial de intermediario. A pesar del tenso enfrentamiento que les opone, las dos capitales parecen estar encaminadas hacia la cooperación y el gobierno económico del euro.

En abril, la lentitud de las decisiones europeas, denunciada en varias ocasiones por Trichet, da vía libre a los mercados financieros, convencidos de que el compromiso político de Berlín con respecto a Europa es cada vez más débil y de que la solidaridad está irremediablemente a punto de romperse. Pero será un error de evaluación. Las decisiones tomadas a comienzos de mayo permiten crear una estructura de ayuda comunitaria [el mecanismo de estabilización] que frenará la crisis griega. El euro constituye "la piedra angular de la construcción europea", declaró Angela Merkel. "Su fracaso acarrearía consecuencias desastrosas para Europa".

Descubriendo las obligaciones del euro

Además, el euro aporta ventajas nada despreciables a Alemania. Todos los países europeos se acercan al modelo económico alemán, con una mayor disciplina fiscal, reformas estructurales que permitan ajustar las diferencias de competitividad, la creación de un mecanismo de resolución de las crisis y el refuerzo de la coordinación económica. Estos elementos también se encuentran en la agenda del grupo de trabajo dirigido por Herman Van Rompuy, que presentará sus resultados en los próximos meses.

En julio, en Consejo Europeo llegó a un acuerdo sobre el servicio diplomático comúny optó por que se convirtieran en permanentes algunas formas de gestión de las crisis económicas. Por otro lado, Mario Monti desarrolló una nueva estrategiapara el mercado interior y una serie de nuevos proyectos tratarán sobre el presupuesto común.

Por lo tanto, la crisis y sus consecuencias han demostrado a los países europeos una nueva faceta de la globalización. Los Estados, que han comprendido las virtudes y los deberes del euro, redefinen actualmente los intereses comunes. Al parecer, necesitaremos nuevos tratados europeos, tal y como ha sugerido Angela Merkel, así como nuevas perspectivas en materia política. Si bien la crisis no ha marcado, como afirma Charles Kupchan, el fin de la época de Europa, probablemente sí que ha dado la vuelta al reloj de arena.

Reacciones

Cuatro recetas para tiempos difíciles

El artículo de Charles Kupchan ha tenido paradójicamente el efecto de provocar una oleada de orgullo y optimismo entre los analistas europeos. Cuatro de ellos, al ser interrogados por Il Sole 24 Ore, admiten que Europa atraviesa momentos difíciles, pero que eso no significa que esté acabada. Según Marta Dassú, del Aspen Institute, los problemas de gobierno de la UE se deben al hecho de que la UE “ya no es un sueño, sino una realidad”, y entiende que la clave de esta crisis reside en la gestión de los desequilibrios provocados por el peso creciente de Alemania. El economista Franco Bruni estima por su parte que “la vía de la recuperación comienza por las reformas financieras. Las políticas presupuestarias en las que está trabajando la UE deberían aumentar la cohesión”. Daniel Gros, director del Centre for European Policy Studies, sugiere que “la recuperación surgirá de los Estados miembros” y que “se producirá cuando los electores comprendan que el momento del cambio ha llegado”. Stefano Micossi, profesor en el Colegio de Europa de Brujas, afirma por su parte que “la debilidad actual de Europa está representada por la pareja Barroso-Van Rompuy”, y que “no dispone de líderes internacionales ni de brújula”. A pesar de ello, “la reacción ante el riesgo de impago por parte de sus miembros ha demostrado que la ausencia de conductor no ha impedido tomar una curva.”

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