Perros guardianes con dientes de leche

Tras las conclusiones sacadas de la crisis financiera mundial, los Veintisiete han aprobado el 7 de septiembre la creación de una serie de autoridades europeas de vigilancia de los bancos, las compañías aseguradoras y los mercados. Pero, tal y como destaca De Standaard, no les han dotado de medios realmente efectivos.

Publicado en 7 septiembre 2010 a las 15:07

"Para que no se vuelva a repetir un caso como el de Fortis". Con esta premisa, los 27 ministros de Economía y Finanzas europeos han aprobado el 7 de septiembre un "acuerdo histórico"sobre el refuerzo de la supervisión financiera. Dicho acuerdo prevé la creación de tres nuevas autoridades europeas de vigilancia. Pero ¿podrán realmente morder estos "perros guardianes"?

"Sin duda", afirma Karel Lannoo, presidente del grupo europeo de expertos CEPS (Centro de Estudios de Política Europea) y observador crítico de la política financiera europea. "En muchos sentidos, se trata de un acuerdo histórico con el que podremos dar un gran paso adelante". Pero ¿qué va a cambiar? Recapitulemos.

1. Los puntos fuertes

Por primera vez, habrá tres árbitros europeos, uno para los bancos, uno para las compañías aseguradoras y uno para los mercados financieros, que, en caso de desacuerdo con los supervisores nacionales, podrán intervenir y tomar decisiones.

Se trata de un aspecto indispensable, tal y como quedó patente con la cuasi-nacionalización del banco Fortis en 2008. Países Bajos y Bélgica velaron por sus propios intereses, por lo que se impusieron numerosas trabas a las operaciones de rescate. Efectivamente, no existía ningún acuerdo vinculante firmado en papel. A partir del 1 de enero de 2011, las cosas cambiarán.

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Por otra parte, se implantará un sistema de radares y de alerta europea para los riesgos sistémicos. Un cuarto guardián europeo se encargará de recopilar datos procedentes de todos los bancos, las bolsas y las compañías aseguradoras. De este modo, podrán determinarse los grandes riesgos que existen en los mercados financieros europeos, pues en Europa no se contabilizan menos de 14 bancos con más de 1.000 millones de euros en su balance. Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), será el responsable de este nuevo Consejo Europeo de Riesgos Sistémicos (CERS), para decepción de los británicos.

La finalidad del sistema es conseguir que los nuevos "perros guardianes europeos" no se ocupen de los supervisores financieros nacionales únicamente en tiempos de crisis. La presión deberá mantenerse también en épocas de prosperidad económica. Si un supervisor nacional no respeta la legislación europea, Europa podrá intervenir. "Y si una parte importante de las actividades se concentra fuera del país de origen, como por ejemplo, la división bancaria de inversión del Deutsche Bank, que se encuentra en Londres, la supervisión podrá atribuirse a otro país", declara Lannoo.

Se podrá aplicar temporalmente una prohibición de los productos financieros tóxicos. Los nuevos organismos de control europeos podrán exponer la cuestión ante la Comisión Europea, que llegado el momento deberá modificar la legislación.

2. Los puntos débiles

"Se corre el riesgo de no disponer de efectivos y medios suficientes para supervisar correctamente los bancos europeos", advierte Lannoo: "Los nuevos organismos deberán garantizar enormes controles complementarios pero no dispondrán de los efectivos necesarios para ello. Por otro lado, no se ha aclarado el modo de financiación".

En teoría, Europa dota a sus perros guardianes bancarios de un par de colmillos, pero son sólo dientes de leche. Un ejemplo: de momento tan sólo se han previsto de 40 a 50 personas para cada nuevo organismo europeo. Una cifra irrisoria si se compara con la Autoridad de los Servicios Financieros Británicos (la FSA), que emplea a 3.000 personas. Además, los nuevos organismos europeos deberán estar operativos de aquí a unos meses. "Es imposible. El BCE necesitó siete años para empezar a funcionar", suspira Lannoo.

Por otro lado, a petición de los británicos, los Estados miembros pueden vetar cualquier decisión de los nuevos organismos de vigilancia europeos que "afecte al presupuesto nacional". De este modo, Europa por ejemplo no puede obligar a los Estados miembros a que inyecten miles de millones en un banco con dificultades.

3. Las oportunidades

Puesto que el grueso de la financiación la garantiza la Comisión Europea, los salarios de los supervisores europeos serán mucho más altos que los de los supervisores nacionales. "Esto puede ser beneficioso para garantizar la calidad del control", añade Lannoo. En tres años, volverá a evaluarse la mayoría de las medidas. "Entonces tendremos la posibilidad de añadir competencias complementarias, como un control europeo de los productos derivados, del clearing bancario o de la contabilidad".

4. Las amenazas

El impacto del veto relativo al presupuesto quizá sea más importante de lo que se haya pensado y genera debates. ¿En qué situaciones podemos determinar que una medida influye en el presupuesto nacional de un país? Ayer, los británicos se jactaban ante esta situación. "No hemos entregado las llaves del Banco de Inglaterra", escribía el Financial Times. Pero Karel Lannoo no ve ningún inconveniente en este sentido. "Ante un desacuerdo, la que decide en cualquier caso es Europa".

El punto de vista de Londres

Miedo en la City

La prensa británica se muestra más bien crítica con respecto a los organismos europeos de vigilancia aprobados en Bruselas, aunque la sede de la entidad encargada del control de los bancos se encontrará en Londres. Las otras dos estarán en París y en Frankfurt, explica The Daily Telegraph, que destaca que Reino Unido piensa defender los intereses de la City. En efecto, Londres teme que se produzcan "desviaciones de poder" hacia Bruselas, señala Financial Times, según el cual, la futura legislación europea en materia financiera se añadirá a este "esqueleto". El FT también se suma a las "preocupaciones" relativas a "la diferencia de cultura entre Londres y algunas plazas bursátiles como la de París o Frankfurt", sospechosas de arrebatarle partes de mercado aprovechando un cambio en la normativa.

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