Parece que nos estamos acercando al último tramo de la tediosa, pero crucial, odisea en la que se ha convertido la carrera hacia la ratificación del Tratado de Lisboa en Irlanda. ¿Qué pensarán los colegas europeos de nosotros? Resulta difícil no llegar a la conclusión de que nos hemos puesto en ridículo. Probablemente algunos nos ven como a un niño malcriado que parecía haberse convertido en un adulto triunfador, maduro e inteligente que de repente ha sufrido una regresión a la infancia.
Les hemos conseguido sacar una “resolución” del Consejo Europeo que menciona lo que todos ya daban por hecho –concretamente que el Tratado no tiene nada que ver con el aborto, no afecta a nuestros sistemas impositivos y no entraña ningún cambio en Defensa (y la neutralidad irlandesa, Nota del Editor)–. No tenemos que participar en nada que no queramos. No hay y no habrá un ejército europeo y tampoco se reclutará a nadie para este inexistente ejército.
Pero claro, todo esto les da absolutamente igual a los detractores que, minutos antes de que se adoptase la resolución de la cumbre europea del viernes, ya estaban lanzando mensajes de rechazo. La UE y el Gobierno se estaban “riendo de los medios de comunicación y del público en general”, comentaba la solemnemente denominada Plataforma Nacional, plataforma que consta básicamente de un solo miembro: el temible Anthony Coughlan. Según Patricia McKenna, que estuvo a punto de ser elegida eurodiputada, las garantías jurídicas son un ejercicio de “manipulación creativa diseñada para confundir al público”.
Los partidarios del No componen grupos dispares que comparten el mismo entramado de afiliaciones, lo que nos hace pensar que son pocos los involucrados y mucha la bulla que arman. Los comentarios de McKenna, que antes era de los Verdes, se los ha apropiado ahora la Alianza de la Paz y la Neutralidad (PANA). PANA, que se considera la guardiana de la neutralidad irlandesa, menciona a 26 afiliados en su página web, entre los que encontramos la Liga Celta o el Comité Irlandés de Apoyo a El Salvador (que actualizó por última vez su web en octubre de 2002). Y qué decir del Grupo Irlandés de Solidaridad con Argelia, cuya web incluye en la lista de sus partidarios a dos miembros del Parlamento Irlandés que fallecieron hace ya tiempo. También está el Grupo de Apoyo a Cuba, el grupo Ciudadanos en Defensa de la Neutralidad, el Partido Comunista de Irlanda, la Unión Irlandesa de Misioneros, el grupo Mujeres en los Medios de Comunicación y el Espectáculo, el Sinn Féin y el Partido de los Verdes.
Queda claro que a las personas que pertenecen a grupos como PANA no les falta motivación pero la cuestión es: ¿de verdad representan a la mayoría de los irlandeses? ¿Son sus puntos de vista antieuropeos lo mejor para los intereses de Irlanda? Lo iremos viendo con el tiempo, pero yo creo que no. Esta misma semana, el Ministerio de Asuntos Exteriores abrirá la página www.eumatters.ie, como parte de la lucha del gobierno para distinguir la realidad europea de la ficción. Ya iba siendo hora.
CONCESIONES
Se ha abierto la caja de Pandora
Incluir en el Tratado de Lisboa garantías adicionales para Irlanda podría abrir la caja de Pandora, alerta Mariusz Staniszewski en el diario Polska. Pronto otros Estados miembros se pondrán a la cola para reclamar también sus demandas. Bruselas ha acordado incluir en el Tratado el derecho de Irlanda a una política fiscal independiente, a la neutralidad (militar), y a mantener su restrictiva ley antiaborto. Además, Dublín tendrá un comisario en la Comisión Europea. “¿Por qué no van a exigir los checos, los holandeses o los polacos las mismas concesiones?”, se pregunta el analista del Polska. Los dirigentes de la UE lo único que han conseguido presionando a toda costa para relanzar el referéndum irlandés del Tratado de Lisboa es dar armas a sus detractores, argumenta. Una vez el protocolo irlandés se haya aprobado, estará justificado preguntarse si ese es el mismo documento que los Parlamentos nacionales ratificaron en su día. El debate sobre esta cuestión ya ha llegado a la República Checa y pronto podría extenderse también a otros países. “La pregunta ahora es si Polonia debería aprovechar la situación y negociar beneficios extraordinarios o debería comportarse como un buen europeo que sueña con una UE más eficaz”, concluye el analista del Polska.