¿Hasta dónde llegará Francia?

Más allá de la amenaza de sanción por la Comisión y de la escasez de apoyo por parte de sus vecinos, Francia es ante todo víctima de la retórica belicosa de su presidente contra los gitanos. Sin embargo, algunos países podrían ayudarla a encontrar una salida.

Publicado en 16 septiembre 2010 a las 14:56

Los gitanos se invitan a la cumbre europea del 16 de septiembre que se llevará a cabo en Bruselas. En un principio, esta reunión de los 27 jefes de Estado y de Gobierno de la Unión, acompañados de sus jefes de diplomacia, debía tratar únicamente sobre la nueva política exterior europea. Pero la crisis entre Francia y las instituciones europeas ha adoptado unas proporciones preocupantes, y este tema ha sido agregado in extremis en el orden del día.

No es la primera vez que París y Bruselas atraviesan una crisis, pero hasta la fecha las discrepancias eran sobre cuestiones económicas como la política de competencia, el déficit, la política industrial o la política agrícola común. En esta ocasión, el conflicto afecta a los valores fundamentales de Europa y recuerda al enfrentamiento entre la Unión y Austria en 2000, cuando la extrema derecha de Jörg Haider entró en el gobierno.

El conflicto entre París y Bruselas, que se cuece desde el mes de agosto, estalló con la revelación el pasado fin de semana de que una circular del Ministerio del Interior galo fijaba a los gitanos como objetivo específico, cuando el gobierno francés había asegurado a la Comisión que estas expulsiones no se centraban en ningún grupo étnico en concreto.

El 14 de septiembre, Viviane Reding anunció que llevaría a Francia ante el Tribunal de Justicia Europeo por discriminación étnica, y precisó: “Creía que Europa ya no presenciaría este tipo de situaciones después de la Segunda Guerra Mundial”. En lugar de tratar de apaciguar la situación, el Secretario de Estado francés para Asuntos Europeos, Pierre Lellouche, replicó con brutalidad que “la paciencia tiene límites, y no es así como hay que dirigirse a un gran Estado”, pocas horas antes de que su presidente cargara aún más las tintas de la arrogancia y el desprecio.

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Políticas similares en otros Estados

Esta calamitosa gestión política dejará a Francia muy aislada en el seno de la Unión. El presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, ha expresado su apoyo “personal” a su comisaria y ha subrayado que “debe respetarse la legislación comunitaria”. Alemania ha recordado que la Comisión se encuentra “en su derecho” de reclamar explicaciones a Francia, puesto que los tratados europeos —como el de Lisboa, negociado por el propio Nicolas Sarkozy— le otorgan competencias en materia de libertades públicas.

Pero, como sabe Nicolas Sarkozy, la mayoría de los países europeos siguen la misma política que Francia con respecto a los gitanos, que no son bienvenidos en ninguna parte, si bien evitan la retórica un tanto xenófoba que emplea la derecha gala. Por ejemplo, Alemania acaba de firmar un acuerdo con Kosovo que prevé la repatriación de 12.000 gitanos (entre ellos, 5.000 niños) refugiados en las fronteras germánicas desde hace más de 10 años.

Dicho de otra forma, París solamente será culpable de haber dicho en voz bien alta lo que otros países hacen a escondidas, lo que podría granjearle un apoyo comedido por parte de otros países frente a la Comisión. Ello podría permitir que Francia saliera con la cabeza alta de esta crisis si consigue convertir a los gitanos en una cuestión europea que hace necesaria una solución europea. ¿Lo logrará Nicolas Sarkozy? ¿O preferirá mantener su retórica bélica de Francia contra el resto del mundo?

Alianza

Berlusconi al rescate

"Berlusconi con Sarkozy y contra la UE", titula el diario La Repubblica, según el cual "tras la decisión de la Comisión Europeade iniciar un proceso sancionador contra Francia" por las medidas consideradas discriminatorias contra los gitanos se encuentra la urgencia de impedir que Italia "adopte medidas aún más draconianas". El diario además destaca que "en varios países no deja de aumentar la presión populista que reclama ’acciones ejemplares’ contra las minorías gitanas" y que Bruselas no quiere que otros países sigan el ejemplo francés. "El presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, una persona por lo general prudente" y que ha expresado su apoyo a la comisaria Viviane Reding, "sabe que se enfrenta a un obstáculo sometido a una enorme presión y es consciente de que no puede ceder ante ningún país".

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