Beppe Grillo (de diablo), con las caricaturas de otros líderes políticos italianos en el Carnaval de Viareggio (Toscana), el 10 de febrero de 2013.

Beppe Grillo, el cometa eurófobo

Los medios de comunicación italianos hacen caso omiso del éxito del movimiento fundado por el antiguo cómico y populista declarado, a tan sólo unos días de las elecciones los días 24 y 25 de febrero. Sin embargo, a juzgar por los sondeos, Grillo y Berlusconi podrían crear una coalición eurófoba inédita.

Publicado en 18 febrero 2013 a las 16:43
Beppe Grillo (de diablo), con las caricaturas de otros líderes políticos italianos en el Carnaval de Viareggio (Toscana), el 10 de febrero de 2013.

El jefe del Gobierno saliente Mario Monti, en una entrevista concedida hace unos días en un programa de televisión muy apreciado, confesó que no sabía utilizar Twitter, que no sabía qué eran las Cincuenta sombras de Grey, evitó cautelosamente expresarse sobre las uniones civiles y dijo no interesarse por el Festival de la canción de San Remo.

En ese mismo momento, el excómico y fundador del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) Beppe Grillo arengaba a las masas en Marghera, cerca de Venecia. Ante él, personas normales, que hacen la lista de los problemas y las angustias de la vida diaria: el trabajo, las guarderías, la maternidad, las dificultades de los pequeños empresarios. Envueltos en sus abrigos, estaban ahí, plantando cara al frío, por la tarde y por la noche, para escuchar a Grillo y a otros ponentes en el escenario.

Sin embargo, la día siguiente, los diarios La Repubblica y el Corriere della Sera no dedicaron ni una sola línea a Beppe Grillo. Como si no existiera. Pero el despertar será brutal. [Desde entonces, los dos diarios más leídos en Italia han dedicado algunos artículos a la escalada del candidato en los sondeos.]

En Italia está ocurriendo algo. ¿Es este movimiento beneficioso o nefasto? Sin duda, es un tema del que hablar. Y es un fenómeno de gran relevancia. Según los sondeos, el Movimiento Cinco Estrellas obtendría un 17% de los votos, una cifra que muy pocos partidos han logrado superar en Italia.

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"Abriremos el Parlamento como se abre una lata de atún", proclamaba. Y el gentío enloquecía. "Se acabó la época de la representación, en la que ya no creemos. Vamos a hacer que la banca salte en mil pedazos. Y si no es ahora, será dentro de un año. Pero es sólo cuestión de tiempo. Y podríamos hacerlo perfectamente hoy". Beppe Grillo no se detiene jamás. "¿Populistas? Sí, somos populistas, que lo sepa todo el mundo" y la gente exclamaba en voz alta: "¡Po-pu-li-sti!".

Tratado como un pequeño dictador

La Gira Tsunami recuerda a una política pasada de moda, pero que también es la que adoptó un tal Barack Obama, que sabe utilizar Twitter (¡y de qué modo!) y que sin duda conoce la existencia del libro Cincuenta sombras de Grey, si es que no lo ha leído. Porque es evidente que, si un político no baja a la calle, no existe, no es creíble.
Durante sus mítines, Beppe Grillo habla a menudo de los equipos de televisión extranjeros que han llegado para seguirle. Del mundo entero. Daneses o canadienses. Porque el periodismo no se resume en unos análisis e interpretaciones, sino que también es una historia, un relato. Si un extranjero abriera La Repubblica o el Corriere della Sera, no sabría nada de lo que ha ocurrido durante esta campaña electoral. Sería incapaz de hacerse una idea del sentir general de los italianos y de las dos preguntas que atormentan al país: ¿quién votará al Movimiento Cinco Estrellas y quién se estremece con sólo pensarlo?

Los medios de comunicación considerados "de referencia" tratan a Beppe Grillo como si fuera un pequeño dictador. El Movimiento Cinco Estrellas sólo es noticia cuando alguien se rebela contra su jefe de filas o cuando hay algo que decir sobre el "gurú" Gianroberto Casaleggio [cofundador del movimiento de Beppe Grillo]. Como si todas las personas, todos esos italianos que desafían al frío para reunirse en la calle un día entre semana fueran ciudadanos de segunda categoría, lobotomizados. Tenemos derecho a preguntarnos cómo un humorista puede tener tanto éxito. Sería incluso un deber de información. En cualquier caso, no se puede ignorar.

¿Un lugar en el Gobierno?

Además, basta con echar un vistazo a los sondeos. La última encuesta del [instituto de sondeos] SWG para las elecciones al Senado, publicada [el 6 de febrero], da la coalición de centro izquierda un 34,4% (el Partido Demócrata registra un 29,6%) y a la coalición de Monti un 11,5%: en teoría, puede que Monti y los suyos no superen la barrera del 10%. Entonces, el centro izquierda y Monti no rebasarían los 45%.
Se obtiene la misma cifra al sumar el 28,7% del centro derecha (el Pueblo de la Libertad obtendría el 19%) y el 17,5% de Beppe Grillo (que lograría el 18% en la Cámara de los diputados). Si analizamos únicamente las cifras, el tándem Berlusconi-Grillo (46,2%), por hipotético y difícilmente imaginable que sea, reuniría ahora mismo más votos en el país que el dúo Bersani-Monti (45,8%), el único del que sin embargo sí hablan los periódicos.
Dicho de otro modo, para que quede claro, en el caso poco probable de que Beppe Grillo y Silvio Berlusconi forjaran una alianza, al jefe del Estado le resultaría muy difícil no ofrecer a uno de estos dos hombres la responsabilidad de formar Gobierno.

Una Italia dividida en dos

¿Unas cifras preocupantes? ¿Posibilidades fantasiosas? Lo cierto es que son las cifras reales. Y más que cifras, hablamos de cerebros, de corazones, de personas, de familias. Hay dos Italias. Una que se podría calificar brevemente como europea, es decir, responsable, creíble, pero que tergiversa y se pierde en peleas y en debates inútiles. Y otra que resulta difícil de identificar. Porque Beppe Grillo y Silvio Berlusconi no se parecen, aunque tengan ciertos puntos en común.
Los italianos que votarán a Bersani o Monti son tan numerosos como los que votarán a Beppe Grillo o Berlusconi. ¡Y estamos a diecisiete días de las elecciones! Así es la realidad que presentan los hechos. Seamos realistas. En Italia está ocurriendo algo. Algo fuerte. Intenso. Y que no tiene nada que ver con el perrito de Mario Monti. Avisen a las estrellas de Twitter. Y quizás también a los dirigentes políticos, que aún pueden retomar el buen camino.

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